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Ira. Una olla a presión que puede estallar

En ocasiones, nuestra cabeza es como una olla a presión; los conflictos hacen subir la temperatura y las emociones empiezan a hervir. Si no existe ninguna válvula de escape, la presión continúa aumentando, y existe peligro de que esta olla estalle.  Cuando ocurre, arrastra todo lo que se cruza en su camino; parece que no exista nada que pueda parar esta fuerza, ni siquiera nosotros mismos.

La ira o la rabia, es una emoción natural, que normalmente experimentamos cuando sentimos una amenaza hacia nuestro ser, nuestros derechos y nuestra dignidad. Cuando perdemos el control sobre ella, es cuando la “olla a presión” que comentábamos explota, convirtiéndose entonces en una emoción destructiva que arrasa con todo.

¿Qué es la ira?

La ira muchas veces es una emoción que aparece fruto de la acumulación de pequeños enfados que no han salido, rodeados de mucha indignación ante una situación.

La ira la detectamos principalmente por reacciones físicas. Una de ellas es cuando nos ponemos rojos y se eleva la frecuencia cardio-respiratoria; si esto ocurre, tenemos que estar alerta para que nuestra mente no se descontrole y nuestras palabras pasen a ser agresivas y desafiantes.  La cólera no nos permite saber qué hacemos, y aún menos, qué decimos.

La ira es como un cubo de agua sucia. Cuando nos enfadamos, tiramos este cubo sobre la persona que nos ha hecho enfadar y la dejamos hecha un asco.  Así es realmente difícil poder resolver ninguna situación, la comunicación y el diálogo dejan de ser funcionales y el entendimiento con aquella persona que tenemos delante se convierte en misión imposible.

¿Qué podemos hacer para trabajar la ira? 

Para dejar de estar dominados por esta agua sucia, el primer paso es identificarla.  No es bueno reprimir las emociones, entre ellas la que hoy protagoniza este post. Pero sobretodo es necesario aprender a identificarlas y regularlas.
Lo más importante para combatir la ira es tener paciencia y proporcionar tiempo para observar al otro antes de contestar.  Muchas veces, la ira va acompañada de mucho movimiento corporal, hecho que consigue provocar a las personas que tenemos a nuestro alrededor.  Por ello, es necesario calmar esta agitación respirando profundamente, así podremos dejar un espacio para el pensamiento y la razón, sin ellos, no podemos elaborar qué ha ocurrido y cómo debemos actuar.

La asertividad es un instrumento fundamental, ya que nos permite decir aquello que pensamos y sentimos de forma directa, pero al mismo tiempo respetuosa.  Si estamos indignados ante una situación, debemos comunicarlo, eso sí, siempre desde el autocontrol y la razón.  Dejar estallar la ira no nos ayuda ni a nosotros, ni a las personas que tenemos alrededor.  Así pues, siempre tenemos que pensar aquello que queremos decir, este es el pilar fundamental de la asertividad.

Quien domina su propia cólera, domina a su propio enemigo.
Confucio 551aC-479aC.  Filósofo Chino.

La rabia o la ira es un sentimiento necesario para hacer frente a la vida y si lo utilizamos de forma constructiva puede ayudarnos a liberar el exceso de estrés y energía, activarnos y poder reaccionar ante un problema.  La rabia moderada puede ayudarnos a expresar libremente nuestros sentimientos y a reflexionar sobre nuestro comportamiento y el de los demás.  Actuar desde la calma favorece solucionar cualquier cuestión y despertar el ingenio necesario para conseguirlo.

La rabia destructiva nubla nuestra mente, nos incapacita para seguir adelante y toma el control de nuestra vida.  Esta rabia mal canalizada puede terminar explotando, afectando a nuestra salud y bienestar, así como el de todos aquellos que nos rodean.

Estar enfadado es como coger una brasa y tirarla contra tu “enemigo”; al final, eres tú el que se quema.
Siddharta Gautama 566aC-486aC.  Pensador Indio. 

Es importante mostrar nuestro enfado y exteriorizar todas aquellas emociones y sentimientos que provocan y alimentan el enfado,  pero aún más importante es saberlo expresar de forma racional, de no ser así, difícilmente llegaremos a un entendimiento.

Por otro lado, vigilar el estado en que se encuentra nuestra particular “olla” nos dará una idea de cómo nos sentimos y de si realmente necesitamos encontrar una válvula de escape antes de que algún día, por sorpresa, estalle.  Hacer una mirada hacia nuestro interior y escucharnos, es fundamental para conocer cómo nos encontramos.  Este conocimiento nos aportará información muy privilegiada sobre qué necesitamos, al mismo tiempo que nos proporcionará autocontrol ante una situación que nos haga “hervir”.
Fuente: Programa de TV3 “Bricolatge Emocional”.  Capítulo “Saber-nos enfadar”, emitido el 08/09/2010 

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