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Mensajes positivos: La fábula de las ranas

Los mensajes positivos refuerzan el concepto que tenemos de nosotros mismos y aumentan la capacidad de motivación.

Cuando hablamos de mensajes positivos nos referimos a felicitaciones, reconocimientos, palabras de ánimo, buenos pronósticos, e incluso, porque no, “piropos” que nos recuerden qué recursos y capacidades poseemos.  Todos ellos facilitan la persecución de objetivos, hecho que los convierte en poderosas dosis de bienestar.

Con la siguiente fábula, desde INSTITUT D’ASSISTENCIA PSICOLOGICA I PSIQUIATRICA MENSALUS, queremos recordar la importancia de tener presente los mensajes positivos en nuestras vidas, no únicamente para ofrecerlos a los demás, también a nosotros mismos.

Un grupo de ranas viajaba por el bosque y, de repente, dos de ellas cayeron en un hoyo profundo.  Todas las demás ranas se reunieron alrededor del hoyo.  Cuando vieron cuan hondo éste era, le dijeron a las dos ranas que, para efectos prácticos, se debían dar por muertas.

Las dos ranas no hicieron caso a los comentarios de sus amigas y siguieron tratando de saltar fuera del hoyo con todas sus fuerzas.  Las otras seguían insistiendo que sus esfuerzos serían inútiles.  Finalmente, una de las ranas puso atención a lo que las demás decían y se rindió, se desplomo y murió.

La otra rana continúo saltando tan fuerte como le era posible. Una vez más, la multitud de ranas le gritaba y le hacía señas para que dejara de sufrir y simplemente se dispusiera a morir, ya que no tenía caso seguir luchando.

 Pero la rana saltó cada vez con más fuerzas hasta que finalmente logró salir del hoyo.

 Cuando salió, las otras ranas le dijeron: “nos da gusto que hayas logrado salir, a pesar de lo que te gritábamos”.

 La rana únicamente explicó que era sorda y agradeció a todo el grupo el haberle animado con señas a salir del hoyo.

Anónimo.

¿Qué mensaje transmite esta curiosa fábula?

Esta fantástica fábula muestra dos tipos de mensajes.

Uno evidente y explícito: el mensaje de desánimo o mejor dicho, de “no animo” por parte del grupo de ranas que, desde su visión, no valía la pena luchar.

Por otro lado, un mensaje no visible pero existente: el de la rana sorda.  Ella tomó las señas que el grupo de ranas le ofrecía y lo convirtió en pensamiento positivo y automotivador.  Muy posiblemente, esta visión positiva que recibió del grupo sumado a automensajes del tipo “yo puedo” o “todo aquello que me espera fuera merece la pena”, hicieron que la protagonista lograra lo “imposible”.

Así pues, el modo en que uno recibe el mensaje suma y alimenta el mensaje propio. 

¿Qué hubiera sucedido si la rana no fuera sorda?

Podemos pensar que le hubiera sucedido lo mismo que a la primera rana pero, también es cierto que cada uno de nosotros posee un potencial personal e individual único.  Así pues, posiblemente, los mensajes de las demás ranas no hubieran ayudado pero, la última palabra, el último pensamiento, siempre sería el de la protagonista.

De hecho, para algunos, justamente el recibir mensajes de “no podrás” se convierte en una motivación.  El mensaje negativo queda transformado en positivo por el propio individuo al proponerse el reto y analizar cómo conseguirlo.

Aún así, los mensajes positivos por parte del entorno tienen un peso realmente importante.  Por ello, esta fábula puede ayudarnos a recordar cuántas veces no nos esforzamos suficiente en ofrecerlos y, cuántas otras, no estamos abiertos a escucharlos.

¿Qué podemos hacer para potenciar los mensajes positivos en nuestras vidas?

Tal y como comentábamos, tener claros dos puntos:

Todos podemos emitir mensajes positivos.  Estar atentos a las necesidades del otro y empatizar con ellas puede ayudarnos a buscar palabras que recuerden recursos que observamos diariamente en aquella persona; muchas veces “lo bueno” se da por entendido y creemos que no es necesario recordarlo.  Repetirlo y hacerlo explícito tiene una gran función.

– Estar abierto a recibir los mensajes positivos también es parte de nuestra responsabilidad.  En ocasiones, un autoconcepto negativo puede dificultar e incluso impedir que escuchemos las palabras de los demás y las reconozcamos como propias.  Ser activos en este proceso y no cerrar las puertas a dichos mensajes puede ayudarnos a revisar su contenido y buscar puntos con los que nos sintamos identificados.

¿Cómo podemos buscar puntos con los que nos sintamos identificados?

Por ejemplo, a partir de la revisión de experiencias y hechos.

Aún sentirnos mal, la revisión de logros es real, y por ello, echar una mirada objetiva al pasado puede facilitar el reconocer mensajes positivos sobre cualidades y capacidades que poseemos.

Pensar: “¿qué hice en aquella ocasión para solventar el problema?” o “¿cómo logré mi objetivo?”, puede ayudarnos a conectar con nuestros propios recursos y convertirlos en automensajes positivos.

Mª Teresa Mata.

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