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Pautas básicas para fomentar la gestión emocional de nuestros hijos

xxx6-La vida en familia-Alejandra i Mireia_29018830_sEn la siguiente entrevista, Alexandra Escura y Mireia Garibaldi, terapeutas colaboradoras del INSTITUT D’ASSISTENCIA PSICOLOGICA I PSIQUIATRICA MENSALUS, nos ofrecen algunas pautas básicas para padres para fomentar la gestión emocional en la educación de nuestros hijos.

Son muchos los sabios y filósofos que, durante siglos, han hablado sobre “la escuela de la vida” como la mejor arma para hacer frente al mundo.

Sal y enfréntate”, “ahí fuera encontrarás todo lo que necesitas saber”, “aprende con la experiencia”, etc., son algunas frases socialmente repetidas que manifiestan la esencia del arte de vivir.  Aún así, para poder “salir”, es importante hacerlo con una base.  Esta base es la que la familia puede ofrecer si educa desde la inteligencia emocional.

¿Nacemos con la capacidad de gestionar las emociones o la aprendemos a lo largo de la vida?

La gestión emocional se hace.  Por ello, todos podemos aprender habilidades que nos ayuden a poner orden a las emociones y ganar efectividad ante la resolución de conflictos en cualquier momento de la vida.

El aprendizaje sobre dicha gestión aparece cuando entramos en contacto con nuestro mundo emocional y el de los demás.  Cada ocasión es una oportunidad para entender qué provoca en nosotros “X” situación y viceversa.  Así pues, sea cual sea la emoción que se genera en un instante vital, aparece un feedback que nos ofrecerá valiosa información.

Ahora bien, aún nutrirnos de experiencias constantemente, existe una escuela que sirve como trampolín al mundo, una escuela que, desde un inicio, puede darnos las herramientas básicas que necesitamos.  Esta escuela de emociones es la familia.

Entonces, ¿los padres son el reflejo de la gestión emocional?

Cierto.  Los padres son quienes pueden dar ejemplo y educar a partir de demostrar qué capacidades entran en juego cuando gestionamos las emociones, así como promover en los hijos conductas que las pongan de manifiesto.

Aprender a identificar, diferenciar y describir las emociones es uno de los puntos básicos.  Muchos padres evitan hablar de ciertas emociones por miedo a que sus niños no entiendan qué significan y sufran.  En realidad, les están privando de una  información que les capacita y les hace más válidos.

Lo mismo ocurre con las emociones que socialmente conocemos como “positivas”.  Promover su expresión a partir de comentar cómo de entusiasmados, agradecidos, felices o alegres estamos, complementa la biblioteca emocional del niño y realza qué emociones debe buscar para sentirse bien.

Expresar tanto unas emociones como otras proporciona un claro mensaje: la vida se compone de estados, todos tienen un papel importante que configuran quienes somos.

Así pues, se trata de integrar todas las emociones y educar desde pequeños a nuestros hijos para su correcta gestión, ¿cierto?

Exacto.  Se trata de no considerar que las emociones “negativas” son un tabú, sino que también juegan un papel necesario.  De hecho, no existen emociones “negativas” ya que todas tienen una función, existen emociones que nos hacen sentir bien, otras que no nos hacen sentir tan bien, otras que nos hacen sentir mal, etc.  Educar a los niños para regular cada una de ellas pasa por conocerlas, experimentarlas y comprender por qué existen.

¿Qué más ofrece al individuo dicho conocimiento?

Proporciona autonomía emocional.  Ser independientes emocionalmente es la base de la autoconfianza y la seguridad, dos piezas claves de la autoestima.  Además, dicha autonomía otorga la motivación necesaria para conseguir retos y resalta la responsabilidad individual que todos tenemos.  Sin ella, no podríamos reconocer qué puesto ocupamos en la sociedad, qué nos compete y qué no.  Así mismo, la responsabilidad individual recuerda cuándo es necesario poner límites para no sobrecargarnos emocionalmente (“esto no es mi responsabilidad, por ello digo que no”).

Entendemos que el mensaje es educar para que nuestros hijos sean inteligentes en la gestión de las emociones.  ¿Qué pautas pueden ayudar a los padres a conseguirlo?

Entre las principales pautas recomendamos buscar un espacio del día en el que se hable sobre qué ha hecho cada miembro de la familia, por ejemplo, introduciendo mensajes que muestren cómo se ha resuelto un pequeño conflicto.

Así mismo, buscar el feedback de los hijos también es un elemento muy enriquecedor.  Preguntas del tipo“¿se te ocurre alguna cosa que podría hacer?”, son un ejemplo.

Además, mostrar naturalidad ante no saber solucionar un problema (“hoy no he sabido cómo resolverlo, mañana pediré ayuda a mi compañero”) y expresar cómo nos sentimos (“me he preocupado cuando ha aparecido el problema pero sé que lo vamos a resolver”), pone de manifiesto la existencia de una dificultad, la emoción asociada y el objetivo final: lo importante es encontrar una solución.

Es interesante ver cómo la vivencia del adulto explicada de un modo constructivo puede ser tan educativa. Cuando se trata de un problema que preocupa al pequeño, ¿qué consejos recomendáis que sigan los padres para abordar la temática?

Bien.  En primer lugar, tal y como comentábamos, generar momentos de conversación.  En ellos, no debemos quedarnos con el “-¿qué tal el día? -Bien”, sino explorar más, ser específicos en las preguntas y ayudar al niño a elaborar un discurso sobre cómo ha vivido la jornada.

En segundo lugar, mostrarle que existen varias opciones y que sea él quien opine y decida.  Las opciones que los padres pueden proponer no tienen porqué ser “las mejores opciones”, sino opciones sin más que el niño deberá valorar y sospesar.

Otra pauta es hablar con el niño sobre cómo se siente y dejar que ponga nombre a la emoción.  Los padres pueden ayudar buscando paralelismos y ejemplos gráficos.  Así mismo, recomendamos no cortar la expresión emocional con frases del tipo “no llores que no pasa nada” y convertirlo en “llora tranquilo, no pasa nada”.

Y para terminar, porqué no, en aquellos casos en los que el niño esté especialmente preocupado, construir un mural y hacer visual las posibles soluciones.  De este modo, el manejo de “posits” y rotuladores le convertirán en un elemento activo del proceso y la dinámica promoverá la búsqueda de ayuda y el trabajo en equipo.

 

Muchas gracias a Alejandra y Mireia por esta entrevista y por vuestra labor psicoeducativa.

Entrevista realizada por Mª Teresa Mata.

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