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Vida en pareja. “Cariño seguimos igual de desorganizados”

blog mensalus vida en pareja_24979417_sPara la vida en pareja ser un equipo es importante ponerse de acuerdo en muchos aspectos y seguir atendiéndolos a lo largo de la vida.  En ocasiones, fruto de la rutina, la pareja entra en dinámicas que pierden de vista este principio básico.

Desde el INSTITUT D’ASSISTENCIA PSICOLOGICA I PSIQUIATRICA MENSALUS apuntamos algunas reflexiones sobre dinámicas que desorganizan y distancian a la pareja.

 

¿Cómo aparece la organización en una pareja? ¿Es un tema que debe hablarse antes de iniciar la convivencia?

La organización aparece desde el momento que se inicia la vida en pareja.  Cuando parte del espacio vital pasa a ser compartido requiere de una gestión.  Quién se traslada, cómo y cuándo, son cuestiones que, ya desde un inicio, promueven el diálogo sobre las necesidades de ambos.

Ahora bien, una vez tomadas las primeras decisiones, ¿la pareja ya está organizada? ¿Qué más necesita? ¿Cuántas veces la convivencia se basa en decisiones individuales en lugar de acuerdos de equipo?

“Si no existe una co-participación en las decisiones, difícilmente la pareja sentirá que va a una.  La co-participación precisa de un diálogo en el que se expongan necesidades y deseos, de lo contrario, las preocupaciones posiblemente se conviertan en algo más que un dolor de cabeza y los planes de futuro pasen a ser sueños frustrados” (Marilén Barceló).

¿Qué otro tipo de comunicación es la que aleja de la co-participación?

Cuando la “puesta a punto” o “mantenimiento” de acuerdos que enunciaba el post no sucede, es posible que una o ambas partes no sientan justa la repartición de tareas y se genere un clima de crispación.

Es entonces cuando las conversaciones terminan señalando al otro como culpable en lugar de generar nuevos “¿y qué podríamos hacer para solucionarlo?”.

El resultado es un sentimiento de soledad y sobrecarga individual que cada uno vive con cierto recelo.  Dicho recelo es el que responsabiliza al otro de la propia insatisfacción e infelicidad (“tú me haces enfadar”), por ello, resulta tan costoso acercarse y buscar un enfoque de equipo.

Expresiones como “tú me haces enfadar” culpan al otro de nuestro propio malestar cuando, en realidad, la capacidad de estar bien reside en nosotros.  Cada uno es dueño de sus emociones y responsable de las mismas”. (Rebeca Alonso)

¿Qué sucede cuando el recelo está tan instaurado que la pareja vive distanciada?

El recelo es un indicador de que algo no va bien.  Esta alerta nos avisa de la necesidad de un cambio de planteamiento, una nueva dinámica de funcionamiento, otro modo de comunicar aquello que no nos satisface.

Ahora bien, cada uno es responsable de tomar esta determinación y salir de la zona de confort. “No digo nada y así tenemos la fiesta en paz”, “no tengo ganas de discutir”, o “ya lo hago yo y así no tengo que pedírselo”, son ejemplos de comportamientos que prefieren dejar las cosas tal y como están.

Que la pareja se sienta incómoda genera la puesta en común, el saber qué piensa el otro, el moverse hacia una dirección y seguir buscando el bienestar; que nadie se pronuncie no siempre es signo de “todo va bien”.

“El primer paso para iniciar un camino hacia el cambio es tomar la determinación.  Para ello, previamente es necesario tener conciencia sobre la existencia de un problema: si no me siento incómodo, si no contemplo que algo no va bien, difícilmente buscaré dicho cambio”. (Albert Soldevilla)

¿Qué otros elementos vulneran la comunicación entorno a la convivencia?

 Algo que habitualmente se comenta en terapia es el malestar que despierta el recibir una crítica por parte de la pareja.  Por supuesto, el mensaje cambia mucho dependiendo de cómo sea dicha crítica.  La crítica constructiva es aquella que tiene por objetivo el cambio, mantiene el respeto por el otro y argumenta un porqué; la crítica destructiva se centra en desacreditar, pierde de vista el respeto y no explica en qué se basa su contenido.

Dicho esto, aún tratarse de críticas constructivas, en algunas parejas se reciben como ataques en lugar de propuestas de mejora.

“Las críticas producen reacciones y emociones negativas porque tendemos a interpretarlas en forma también muy negativa.  Burns decía: “lo que nos altera no son las demás personas ni los comentarios críticos que puedan hacernos, sino lo que nos decimos a nosotros mismos al recibir la crítica”.  En algunos casos, los comentarios críticos, aún ser respetuosos y constructivos, los recibimos como un ataque y no como un elemento para evolucionar. (Mª Teresa Mata).

¿Qué consejos pueden resultar de ayuda para mejorar la comunicación y, así mismo, la organización de la vida en pareja?

Siguiendo con el tema de recibir críticas constructivas (por ejemplo relacionadas con el modo de llevar a cabo tareas del hogar y la educación de los hijos) puede resultar de ayuda interesarnos por sus fundamentos (“¿Qué quieres decir con este comentario?, ¿A qué te refieres exactamente?, ¿Cuándo lo has observado?, ¿Cómo lo vives cuando yo hago…?”).

Una buena organización parte de unos ricos “porqués”.  Atender al contenido de la crítica ofrece una valiosa información para establecer acuerdos que mejoren la planificación y la ejecución de tareas familiares.

“Tener en cuenta preguntas empáticas puede ayudarnos a conseguir esta información y comprender el punto de vista del otro.  De este modo conseguiremos aclarar malentendidos y que el crítico esté a nuestro favor al ver que le escuchamos activamente; todo ello nos facilitará conseguir acuerdos y entendernos” (Diana Beriain).

¿Y cuando las dos partes están tan crispadas que no saben cómo organizar su propio caos emocional?

En esos casos la pareja necesita encontrar la objetividad de otro modo, por ejemplo, con la ayuda de un profesional.  Cuando el diálogo se queda corto y cada miembro está cerrado en su propia visión del problema, es necesario buscar un discurso claro y gráfico del mismo.  La psicoterapia de pareja hace una “radiografía” del conflicto a partir de la experiencia que narran sus protagonistas, con el objetivo de tomar otra perspectiva y encontrar una solución que satisfaga a ambos.

“En ocasiones, en las parejas y las familias, resulta difícil entenderse y empatizar con el otro.  Trabajar con técnicas psicoterapéuticas que externalicen el malestar y lo muestren de un modo visual, pone en juego la comunicación no verbal y facilita aún más la expresión de emociones, el conocimiento de la situación que se está viviendo y aquellos pasos necesarios para iniciar un cambio”.  (Marta Gómez)

¿Qué necesita la pareja para salir de la zona “acomodada” y situarse en la acción?

En primer lugar ser conscientes de que existe un malestar y no asustarse por ello.  Evitar constantemente la incomodidad, en realidad, nos aleja de conversaciones diarias que facilitan la convivencia.

En segundo lugar, establecer un compromiso.  Todo compromiso cuesta un “esfuerzo”, ser conscientes de este coste nos hace pacientes y colaboradores.

“El compromiso es un concepto clave.  Generalmente, la pareja crea un proyecto de vida, por ello, es importante que exista un compromiso en el que cada parte exprese en qué se implica, en qué se compromete, qué puede ofrecer y qué no puede ofrecer.  En todo compromiso también existe una parte de renuncia: cuando nos comprometemos, ganamos algo, obtenemos un beneficio, pero bien es cierto que también existe un coste, y ambas partes tienen que conocerlo”. (Marilén Barceló)

 

El compromiso nace desde uno mismo y se traslada al otro gracias a la comunicación constructiva.  Quizás ha llegado el momento de “frenar” el acelerado ritmo de vida que llevamos y pensar: ¿Qué quiero mejorar en mi vida de pareja?

Compartirlo con ella desde el amor y la comprensión es el primer paso…

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