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Celos infantiles. “Mamá, yo también quiero”

celos infancia“Los celos infantiles suelen aparecer a partir del año y medio de vida y pueden prolongarse hasta los siete.  La mayoría de expertos consideran que los celos infantiles están presentes en un 50% de los niños”.

“Los celos pueden definirse como un estado subjetivo caracterizado por una sensación de frustración al creer que ya no somos correspondidos emocionalmente por las personas queridas o, al menos, con la intensidad y frecuencia que deseamos o necesitamos”.

Esta semana, con la colaboración del equipo de Psicología Infantil del INSTITUT D’ASSISTENCIA PSICOLOGICA I PSIQUIATRICA MENSALUS, os ofrecemos algunas pautas útiles para la gestión de los celos infantiles cuando llega un nuevo miembro a la familia.

¿Cuáles son las principales conductas que caracterizan a los celos infantiles tras la llegada de un nuevo hijo?

Entre los principales cambios de conducta que puede manifestar el niño, resaltamos la desobediencia, los llantos, la irritabilidad, la agresividad contra la madre, el padre o el hermanito/a, nerviosismo y retraimiento.  El niño puede estar menos comunicativo, no querer participar de rutinas diarias, responder enfadado a indicaciones de los mayores, llorar sin motivo aparente, etc.

Así mismo, conductas infantiles como chuparse el dedo, hacerse pipí encima o hablar como un bebé también pueden reaparecer.  Esto es algo que preocupa a los padres. Y, de entrada, es importante normalizar… ¿Cómo? Ofreciendo el espacio necesario para que el niño se adapte a la nueva situación (muchas veces estos celos empiezan tras unos meses del nacimiento del bebé, cuando éste se comunica y es más visible), sin alarmas y con paciencia.  Comprender que forma parte de su evolución nos ayuda a integrar mejor dichos comportamientos.

¿Qué pautas pueden ayudar a los hijos a preparar la llegada de un nuevo miembro de la familia?

Primero de todo es importante señalar que la preparación de la llegada de un hermano no evita los celos.  El niño, aunque escuche y comprenda a nivel racional el nacimiento de otro hijo, a nivel emocional, la cosa es muy distinta.  Éste no posee la inteligencia emocional para gestionar nuevos sentimientos que, hasta el momento (al ser el único foco de atención) no habían existido.

Trasladar un mensaje de amor incondicional es uno de los pasos preparatorios fundamentales.  Que el niño comprenda que sus padres seguirán queriéndole igual es esencial para preservar su autoestima y fomentar la seguridad en él mismo.

Por otro lado, todos los mensajes en los que se anima al pequeño a ocupar el rol de hermano mayor (prepararle para ciertas tareas y responsabilidades) le ayudan a sentir un lugar importante dentro de la familia, sin, por supuesto, renunciar a su derecho de “ser pequeño”.  Las conductas infantiles que citábamos  justamente reivindican este derecho de “yo también quiero ser pequeño”.

Una vez nace el bebé, ¿qué más podemos hacer?

 Entre las principales pautas aconsejamos mantener la rutina del niño en la medida de lo posible.  Esto no es fácil, un bebé requiere mucha atención y cuidado, pero el hijo mayor también.  Que él no vea descompensados sus momentos especiales de charlar, compartir y jugar, así como de llevar a cabo rutinas (la hora del baño, la hora de leer el cuento, etc.), es importante.

También es necesario que continúen existiendo límites. Una tarea educativa en torno aquello que está bien y aquello que no lo está.  Así mismo, resaltamos la importancia de ayudar al niño a expresar sus emociones.  Que pueda identificar qué le está sucediendo y sea capaz de comunicarlo, aumentará el autocontrol sobre la “ebullición de sentimientos” y pondrá orden al caos interno producto del impacto emocional (todos los cambios tienen un impacto).

En esta situación, ¿cómo podemos trabajar la capacidad de autoexpresión con nuestro hijo?

Desde Psicología infantil recomendamos el trabajo con cuentos que muestren el proceso de nacimiento de un nuevo miembro de la familia y las posibles emociones que el hermano mayor puede sentir.  Por ejemplo, “Hoy estoy celoso” de Clara Peñalver, es una historia dulce y tierna para ayudar a nuestros hijos a expresar, gestionar y superar los celos.  Según la autora:

“Debemos comprender que sentir celos es NATURAL y BUENO, sirven para que el niño reclame sus necesidades emocionales mientras es dependiente y nos permite enseñarle a enfrentarse a la frustración de la mejor forma posible.  Lo malo de los celos está en los comportamientos que en ocasiones pueden aparecer (…).  Recordemos que los celos son normales y veamos en ellos una oportunidad para ayudar a crecer a nuestros hijos.”.  Así mismo añade: “No podemos elegir qué sentir, pero sí podemos decidir qué hacer con lo que sentimos y, por supuesto, podemos enseñar a nuestros hijos a hacer lo mejor con aquello que sienten”.

Un buen modo de seguir abarcando la expresión emocional es a partir del uso de metáforas que nosotros mismos podemos construir o conseguir por medio de fotografías o nuevas historias ilustradas.

Además de los cuentos, ¿existe algún ejercicio que los padres puedan realizar en casa con sus hijos?

Un ejercicio para atender a los celos es el juego de recordar anécdotas familiares graciosas en las que “juntos se hicieron un hartón de reír”, “lo pasaron en grande”, “hicieron un super descubrimiento”, etc.  Hablar de todo ello enfatiza la conexión padres-hijo y el vínculo único que les une. Los niños celosos suelen generar pensamientos relacionados con el miedo a no ser apreciados o queridos.  Mencionar aquellas experiencias que han construido y siguen construyendo su historia hace explícito el amor y el cuidado que recibe el pequeño.

Antes hablábamos de la autoestima y la seguridad del niño. ¿Qué más podemos hacer para fomentarlas?

Además del trabajo de expresión emocional, con la llegada de un hermano es importante fomentar la sensación de competencia.

Las personas nos sentimos competentes cuando superamos desafíos.  Los padres pueden realizar un gran trabajo como guías en este aspecto, reconociendo el esfuerzo y animando al niño a asumir nuevos retos.  Son años en los que la creatividad y las ideas del pequeño fluyen constantemente.  Estar atentos a estos detalles borran aquel sentimiento de “invisibilidad” que nuestro hijo tanto teme y le señala como un ser válido y capaz, dos elementos básicos para definir su competencia y convertirle, poco a poco, en una persona autónoma.

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