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El perfil de personalidad perfeccionista y autoexigente

“En mi trabajo soy muy perfeccionista, me paso horas buscando novedades en la Web para ofrecer a mis clientes.  Cuando me hacen un encargo, invierto mucho tiempo hasta estar convencido que el resultado es plenamente satisfactorio, reviso todos los detalles y me aseguro que todo encaja a la perfección.  Quiero que mis clientes estén satisfechos, reconozco que empleo mucho tiempo sin ser necesario, pero no puedo evitarlo.  Me gusta estar seguro de lo que hago, así me siento satisfecho en mi trabajo.  Aún así, en ocasiones no consigo estarlo, dudo de todo y me siento tremendamente inseguro y frustrado” (Javier, 41 años).

A Javier le encanta su trabajo y le gusta hacer las cosas bien, pero a veces, esta actitud tan perfeccionista, puede convertirse en el peor enemigo.  Su propio afán de superación le hace estar ansioso y cerrado en pensamientos relacionados con la autoexigencia y la perfección.   Javier se exige constantemente a sí mismo para demostrarse que es capaz, que es un buen profesional.  Los constantes pensamientos relacionados con la autocrítica bloquean su entusiasmo y merman su motivación en el trabajo, provocándole así una gran inseguridad.

En la siguiente entrevista, Marilén Barceló, Doctora en Psicología, colaboradora del INSTITUT D’ASSISTENCIA PSICOLOGICA I PSIQUIATRICA MENSALUS, nos habla sobre las dificultades con las que conviven las personas con un perfil de personalidad perfeccionista y autoexigente.

¿Qué caracteriza a un perfil perfeccionista y autoexigente?

Este perfil de personalidad se caracteriza por una elevada autodisciplina.  Las personas perfeccionistas y autoexigentes priorizan evitar a toda costa el cometer errores, son ordenadas y planean cada paso que dan. Suelen hacer su trabajo a conciencia y a su debido tiempo, mostrarse eficientes, dignas de confianza, trabajadoras y perseverantes.  En general, respetan y halagan a las figuras de autoridad, pero suelen ser muy perfeccionistas y exigentes con sus subordinados.

Por otra parte, son personas que practican el autocontrol. Sobre todo de cara a las emociones que experimentan, como si éstas fueran tan amenazantes y confusas que tuvieran que esconderlas y nunca pudieran actuar de forma espontánea.  A menudo se comportan de un modo correcto y formal. Resultan personas distantes, rígidas e indecisas, especialmente cuando no pueden estudiar todas las alternativas ante una situación.

Todas estas características hacen que los individuos con este estilo de personalidad no encajen bien en situaciones imprevistas y cambiantes. O bien en aquellas en las que no existen reglas concretas a seguir.  Sin embargo, su carácter disciplinado, sí les permite ser eficaces en los contextos en los que es importante ser preciso y meticuloso.

En definitiva, las personas con un perfil de personalidad perfeccionista, se dejan llevar por la parte más racional.  La razón es su motor, es quien domina su vida a todos los niveles.

En el día a día hay muchos aspectos que no dependen de nosotros, cosas que se nos escapan de las manos.  Por ello, a nivel afectivo, estas personas pueden parecer frías y distantes, dado que el terreno emocional les produce realmente miedo. Son incapaces de dejarse llevar y correr el riesgo de vivirlo y disfrutarlo.

 Así pues, ¿qué ventajas e inconvenientes presenta este perfil de personalidad?

En cuanto a las ventajas, las personas perfeccionistas y autoexigentes, tal y como hemos dicho, son muy trabajadoras y les gusta hacer las cosas bien. Por ello, se convierten en profesionales con mucho potencial.  Además, ante un problema, no se rinden fácilmente, e intentan buscar la solución, cueste lo que cueste. Adoptando una actitud altamente perseverante, sin importar el tiempo y el desgaste emocional invertido, hecho que resulta muy atractivo para ciertos sectores y empresas.

Aun así, si nos fijamos en los inconvenientes, encontraremos importantes dificultades ante los cambios. Por ejemplo, ante un imprevisto.  Las personas con este perfil son poco flexibles. Realidad que se contrapone a su perseverancia y les dificulta la funcionalidad en su día a día, tanto laboral como personal, dado que les cuesta aceptar “sorpresas”.  En ese caso, suelen dar vueltas a las cosas (pensamiento reiterativo), buscando así una respuesta que les contente. Una búsqueda que, en ocasiones, les absorbe y les hace entrar en un bucle sin salida.  Su alta autoexigencia provoca que raramente se sientan satisfechos con los demás y, a menudo, se decepcionen con la actitud que muestran las personas que están a su alrededor.

En cuanto al terreno emocional, una de las grandes dificultades que presentan es su afán por intentar controlar y dominar situaciones en las que entran en juego los sentimientos.  De este modo, pierden cantidad de oportunidades para experimentar y vivir. Por ejemplo el amor de pareja, dado que prefieren no arriesgar y no aventurarse ante la incertidumbre.  Como resultado, siempre queda un “y si…” de trasfondo, un “y si lo hubiera hecho”, “y si lo hubiera intentado”, provocando así un importante sentimiento de insatisfacción y frustración.

Además, se encuentran con muchos conflictos, dado que presentan una gran dificultad por delegar.  Así pues, acarrean con una enorme sobrecarga de trabajo a sus espaldas. Hecho que les provoca un alto nivel de estrés y, paralelamente, no permite al resto de profesionales crecer laboralmente.

A todo ello se suma la falta de empatía, una carencia que interfiere tanto en sus relaciones personales como laborales.  La gran dificultad por ponerse en la piel del otro, les impide comprender cómo los demás viven una situación.

¿Qué recomendaciones ofrecerías a una persona con este perfil de personalidad?

Ante todo, intentar no tratar la emoción como un problema matemático, dado que no existe una emoción correcta.  Para entender la emoción del otro, es necesario ponerse en la piel del otro, empatizar.  Realizar un trabajo emocional en este sentido, sin temor justamente a sentir, puede resultar un gran recurso.  Así pues, realizar un trabajo terapéutico enfocado a este objetivo sería una interesante recomendación.

Las personas con este perfil aunque se dejen llevar por la emoción, siempre podrán recuperar la estrategia de ser racionales, saben muy bien cómo hacerlo.  Por ello, pueden dejarse llevar con tranquilidad y experimentar.

Además, es importante que no tomen una decisión como trascendente e única, siempre pueden aparecer cambios y soluciones.  Por ejemplo, ante el dilema de cambiar o no de país por motivos laborales, la persona siempre puede pensar: “si no va bien, puedo volver a mi país, buscar otro trabajo, etc.”.

Así pues, en general, recomendamos hacer caso de aquellos pensamientos que surgen de un modo más espontáneo. Por ejemplo, atreverse a hacer un regalo sorpresa, dado que arriesgar brindará la oportunidad de experimentar la parte positiva de la incertidumbre. Otros ejemplos pueden ser el hacer un viaje no planificado, salir a cenar sin premeditación y sin tener una reserva, etc.

¿Cómo se puede trabajar en terapia las limitaciones que provoca este tipo de perfil?

El trabajo en terapia dependerá del grado de limitación en la funcionalidad del día a día de la persona.  Según este grado de limitación, trabajaremos de un modo u otro.  Es importante tratar el origen de la formación de la estructura de personalidad y ofrecer recursos que ayuden a flexibilizarla. Trabajar estrategias que hagan la vida un poco más fácil a aquella persona.

Muchas gracias Marilén.

Entrevista realizada por Mª Teresa Mata.

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