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La ausencia de deseo sexual

“La falta de deseo parece ser  el problema menos sexual que existe”.

 “El objetivo de la relación sexual es dar y recibir placer; el objetivo de la terapia sexual es optimizar la respuesta sexual.  Así pues, no estamos hablando de curar, sino de optimizar”.

En la siguiente entrevista, Yolanda Segovia y Diana Beriain, psicólogas colaboradoras del INSTITUT D’ASSISTENCIA PSICOLOGICA I PSIQUIATRICA MENSALUS, nos hablan sobre el diagnóstico y tratamiento de la falta o ausencia de deseo sexual.

¿En qué casos la falta de deseo sexual se considera trastorno?

 Para poder hablar de trastorno, hacemos referencia a la clasificación que hace el manual del DSM-IV-TR (Criterios Diagnósticos de los Trastornos Mentales).  Según éste, entre los trastornos del deseo sexual encontramos el deseo sexual hipoactivo y el Trastorno por aversión al sexo.

Concretamente, el deseo sexual hipoactivo se caracteriza por la disminución (o ausencia) de fantasías y deseos de actividad sexual de forma persistente o recurrente. El trastorno provoca malestar acusado o dificultades de relación interpersonal.

La nueva edición del manual, aún no oficial, (DSM V), no habla de deseo sexual hipoactivo, sino de (aún no está descrito en español) “sexual interest arousal disorder”.  Citamos este cambio dado que la descripción del trastorno también cambia. Los ítems que lo definen son los siguientes:

–  Interés en la actividad sexual ausente o reducido (en todos o casi todos los encuentros sexuales).

–  Pensamientos y fantasías sexuales/eróticas ausentes o reducidas (el deseo nunca o rara vez es desencadenado por un evento erótico externo o interno).

–  Ausencia de iniciación de la actividad sexual y falta de receptividad a los intentos de la pareja por iniciarla (en todos o casi todos los encuentros sexuales).

Dicho esto, ya podemos empezar a hablar de Trastorno del deseo sexual.

¿Cómo se trabaja la falta o ausencia de deseo sexual?

Primero de todo, es importante no confundir excitación y deseo.  La excitación es una respuesta fisiológica que implica manifestaciones físicas.  El deseo es una experiencia subjetiva.

En el caso de la excitación, si existe una afectación de la misma, la persona detectará las señales físicas relacionadas. En consecuencia, no se involucrará en ninguna actividad sexual.  Este hecho afectará directamente a la motivación por mantener relaciones íntimas. Lo que provocará que la persona no conecte con experiencias pasadas positivas. Es decir, no recordará experiencias anteriores en las que sí existía excitación y placer. Experiencias en las que entraban en juego las propias habilidades por satisfacer a la pareja.  En definitiva, la persona no conectará con aquella experiencia positiva que retroalimentaba la motivación y las ganas por disfrutar de una vida sexual sana.  En algunos casos, esto puede convertirse en lo que denominamos aversión al sexo; la aversión puede aparecer cuando el individuo únicamente conecta con elementos negativos y, en consecuencia, se dejan a un lado las conexiones del placer.

Así pues, antes de trabajar a nivel psicológico el deseo, descartaremos la existencia de un problema de excitación y la afectación fisiológica relacionada a partir de pruebas específicas.

Por otro lado, también es importante diferenciar entre falta de deseo y discrepancia sexual.  Puede que en lugar de una problemática relacionada con la falta de deseo sexual existan discrepancias en la pareja acerca de la frecuencia de la práctica sexual. Para uno puede que el ideal de relaciones íntimas semanales sean 2 veces, mientras que para otro sean 5.  Esto no nos indica una falta y aún menos ausencia de deseo sexual, sino una discrepancia a nivel de pareja.

Además, conocer las diferencias entre el sexo masculino y femenino también es interesante. Puesto que el origen del deseo sexual inhibido varía en mujeres y hombres. La disfunción sexual femenina puede ser debida a varios factores. Tales como los conflictos de pareja, la existencia de una disfunción sexual previa (vaginismo, anorgasmia, trastorno de excitabilidad, etc.), depresión o alteraciones hormonales. En los hombres se suele producir por temor a no satisfacer sexualmente a la pareja, dado que las dudas sobre su competencia sexual facilitan la pérdida de deseo sexual.

En el hombre el deseo aparece de forma espontánea. Mientras que en la mujer habitualmente se produce este deseo inicial en la etapa de enamoramiento o en la mitad del ciclo menstrual por los altos niveles de testosterona que se observan. Para que aparezca el deseo femenino, la mujer necesita un clima de intimidad y de comunicación adecuado.

Ahora que hemos establecido dicha diferenciación, ¿qué factores pueden afectar al deseo sexual?

La falta de deseo parece ser el problema menos sexual que existe.

En el deseo sexual existen tres componentes: la base neurofisiológica, la disposición emocional/afectiva y cognitiva, y los inductores eficaces de sensaciones sexuales. Así pues, antes de trabajar a nivel psicológico, nuevamente recordemos la importancia de descartar cualquier problemática de origen fisiológico relacionada.

Existen diversos factores psicológicos relacionados con la interacción de pareja que intervienen en el deseo; entre ellos destacan el enfado, la indignación, el resentimiento, la ansiedad, los celos y el aburrimiento.

A menudo, las injusticias vividas en la relación (Ej.: “me dijiste que (…) y no lo has cumplido”; “nunca tienes tiempo para (…) y yo en cambio sí dedico tiempo a tus necesidades, etc.) provocan reproches que alejan emocionalmente a un miembro del otro y, en consecuencia, los distancian también físicamente.  Este hecho provoca que las relaciones sexuales se enfríen cada vez más hasta que aparece un sentimiento de “no lo necesito” por parte de aquella persona que ha vivido X experiencias como injustas e indignantes.  Por otro lado, asimetrías en la relación de pareja también despiertan malestar interno en la persona e interfieren en el deseo.

Otros factores psicológicos relacionados con la interacción a nivel de pareja y que pueden interferir en el deseo sexual son la flexibilidad para hacer cambios, la comunicación, la búsqueda de intimidad, la confianza, el compromiso en la relación, la atracción erótica, la autonomía y la responsabilidad frente al otro.

¿Cuál es el tratamiento del deseo sexual hipoactivo?

Dado que hemos mencionado las discrepancias, además de hablar del tratamiento del deseo sexual hipoactivo, es interesante que hablemos sobre el tratamiento de las mismas.

El tratamiento de las discrepancias se centra en el trabajo de la comunicación. El intentar no exigir, las diferencias entre la sexualidad de cada individuo, el compromiso, la posibilidad de ofrecer opciones, la elección de los momentos del día más cómodos para los dos, el ampliar el repertorio, las fantasías y el hecho de tomar la iniciativa.

Por otro lado, la terapia del deseo sexual hipoactivo se centra en valorar las ventajas e inconvenientes del deseo. La disminución de la demanda de ejecución, el proceso de seducción, la comunicación, los inductores externos del deseo (por ejemplo, películas), las fantasías sexuales, la autoestimulación, y la erotización sensual y genital.  Además, en este proceso, se ofrecen pautas muy concretas para disminuir la aparición de lo que denominamos “ansiedad de ejecución”. Y, así, facilitar a la persona vivir las experiencias sexuales de un modo más tranquilo y relajado, sin presión; un ejemplo es “prohibir” el coito en los primeros encuentros sexuales, para así evitar que las exigencias del momento sean demasiado altas.

Por otro lado, también destacamos el trabajo de aspectos relacionales mediante la resolución de conflictos y el manejo de la ira.

Para finalizar, es importante apuntar que, en el tratamiento del deseo, debemos diferenciar qué tipo de deseo está afectado. El deseo con la pareja, el deseo sexual en general, un tipo de sexualidad en concreto o el hecho de no querer tener deseo sexual.  Dependiendo del tipo de deseo que esté afectado, el tratamiento psicológico se dirigirá hacia un foco u otro.

Muchas gracias Yolanda y Diana.

Entrevista realizada por Mª Teresa Mata.

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