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ECOLOGIA EMOCIONAL EN PSICOLOGÍA INFANTIL

image2En el siguiente post, Alejandra Escura, psicóloga infantil colaboradora del INSTITUT D’ASSISTENCIA PSICOLOGICA I PSIQUIATRICA MENSALUS, nos presenta el trabajo de las emociones a través del concepto de la ecología emocional y algunos paralelismos con los ecosistemas y el planeta tierra.

Ecología emocional es el arte de gestionar, de manera sostenible, nuestro mundo emocional

Las metáforas y los paralelismos con objetos y elementos facilitan el trabajo de las emociones tanto con niños como con adultos.

Especialmente, en el caso de los niños, trabajar con simbolismos ayuda a entender aspectos tan abstractos como nuestro mundo interior, un terreno especialmente complejo y repleto de curiosidades por descubrir.  Por todo ello, los psicólogos infantiles asesoran sobre cómo educar emocionalmente a nuestros hijos a partir de pautas divertidas y repletas de imaginación.

 

 ¿Qué significa el concepto de ecología emocional?

El libro “Exploradores Emocionales.  Un planteamiento creativo para gestionar las emociones”, presenta el concepto de ecología emocional como el arte de gestionar, de manera sostenible, nuestro mundo emocional.

Este concepto es interesante ya que, en ocasiones, derrochamos energía llegando a un punto de fatiga que nos impide ser más ricos emocionalmente.  La ecología emocional intenta que la propia energía afectiva sea de provecho para nuestro crecimiento personal y las relaciones que establecemos con los demás.

Desde esta inteligente visión, el libro presenta un abanico de posibilidades relacionadas con la educación emocional a partir de paralelismos con nuestro mundo interior y el mundo que nos envuelve.

 

¿Cómo se plantea el paralelismo entre el mundo interior y el mundo exterior?

La introducción de “Exploradores emocionales” compara el planeta tierra con nuestro planeta interior:

Formamos parte de un ecosistema, de un gran todo: el universo.  Nosotros vivimos en un planeta, la Tierra, el tercero del Sistema Solar.  La tierra es un planeta privilegiado, ya que tiene las condiciones imprescindibles para permitir la vida: una temperatura media de unos 15º, agua en forma líquida y una atmósfera densa con oxígeno.  Lo compartimos con otros seres humanos, plantas y animales.  La Tierra es nuestra casa exterior, no tenemos otra y debemos cuidar de ella.

 Nuestro interior es parecido al planeta Tierra.  Constituye un ecosistema por sí mismo, con sus fuentes de energía, sus recursos naturales, sus sistemas de protección y reparación, sus nutrientes…  Un planeta lleno de colores emocionales claros y oscuros, agradables y desagradables, lleno de paisajes conocidos y muchos territorios por conocer.  Con un clima cambiante: tormentas y lluvias, días soleados, días nubosos y grises, noches estrelladas, lunas variantes, …¿No merece la pena descubrir y cuidar un planeta tan fascinante como este?”.

 

Dicho esto, ¿cómo se trabaja la educación emocional a partir de paralelismos como este?

Con presentaciones tan didácticas como la descrita invitamos al niño y al adulto a plantear cuestiones del tipo:

–  “¿Qué sabes de tu planeta interior?”

–  “¿Te gusta cómo es?”

–  “¿Hay algo que especialmente no te guste demasiado?”

–  “¿Cómo crees que se protege, repara y alimenta?”

–  “¿Hay zonas que aún no has visitado?”

–  “¿Te gustaría conocerlas?”

Todas estas preguntas facilitan un trabajo de identificación de las emociones y su puesta en orden  (este orden aparece cuando la persona da un significado a la emoción), al mismo tiempo que anima al autocuidado a partir de atender las propias necesidades.

 

Y cuando aparecen emociones como el miedo, la rabia, la soledad, la frustración, etc. ¿Cómo podemos ayudar al niño a expresarlas? ¿Cómo se trabaja su significado?

Antes de nada, tal y como comentábamos, es importante identificar bien cada emoción.   Para ello puede resultar de ayuda que el niño establezca un paralelismo entre la situación vivida y un paisaje.  Hablar sobre bosques, playas, desiertos, montañas, etc., y aquello que evocan, son algunas opciones.

 

Ejemplo:

Situación: estar una hora cerrado en la habitación mientras sus padres discuten.

Paraje relacionado: un bosque oscuro lleno de lobos en el que hay un gran árbol que da cobijo.

Descripción del bosque: “Un bosque muy profundo, con árboles altos, lleno de piedras, el cielo oscuro, un camino muy estrecho …

Nombre que se ha puesto a la emoción: miedo

 

Una vez hecha esta detección, ¿cómo podemos seguir educando emocionalmente?

Una vez identificada la emoción, ya podemos iniciar un diálogo que vaya más allá y hable sobre cómo, en nuestro interior, conviven muchos tipos de emociones y cómo todas ellas son importantes y merecen un lugar y una función.

Por otro lado, relacionar la emoción (Ej.: el miedo) que ha aparecido en una situación (Ej.: mientras discutían los padres), con otras situaciones distintas en las que también aparece la misma emoción pero con otro “envoltorio”, es una interesante herramienta que aumenta la inteligencia emocional del niño y que abre una puerta para hablar sobre dicha emoción.

Siguiendo con el ejemplo del miedo, una vez detectadas distintas situaciones en las que también aparece, le podríamos preguntar:

– “¿Cómo te sientes cuándo dejas de hacer cosas por miedo?”

– “¿Cómo crees que te sentirías si lograras hacer desaparecer “X” miedo?”

– “¿Qué tendría que pasar para que esto sucediera?”

– “¿Qué podrías hacer tú?”

 

Este tipo de cuestiones llegan a detectar cómo de disfuncional es el miedo y a abrir una puerta al cambio a partir de plantear posibles alternativas accesibles.  En definitiva, esto es lo que busca la ecología emocional, ser eficientes en la gestión emocional.

 

Retomando la metáfora del planeta tierra con la que iniciábamos esta entrevista, ¿cómo se pueden trabajar las relaciones con los familiares y los seres queridos?

Un ejercicio que resulta muy interesante es representar a la familia como si se tratara del sistema solar.  De este modo, el niño consigue aumentar la conciencia sobre el sentimiento de pertinencia de un sistema y un lugar, las personas que configuran dicho sistema, la función que todas ellas tienen, cómo actúan, qué le aportan, etc.

 

¿Cómo se hace la representación de la familia en forma de sistema solar?

Para ello tomamos una cartulina y rotuladores o lápices de colores y le pedimos al niño que dibuje en el centro una esfera con su nombre.  A continuación, le animamos a que trace órbitas concéntricas simulando el sistema solar y sitúe a cada miembro de su familia en una órbita (en forma de planeta).

El sistema solar se convierte en un mapa familiar altamente rico en información que, por medio del diálogo con el niño, iremos conociendo.  La distancia entre el centro (el niño) y el resto de planetas, la distancia entre los planetas en sí, la medida de cada uno de ellos, el color, la forma, conocer si falta algún “planeta”, etc., son puntos a destacar en este tipo de tarea.  El niño puede explicarnos a modo de historia o a modo descriptivo el significado de todo ello según su visión de la familia.

Posteriormente, relacionar la descripción con cómo se siente al respecto (Ej.: “¿Y te gusta que este planeta esté así de lejos?”) aumenta el autoconocimiento y la autoexpresión emocional sobre   aspectos en ocasiones tabú sobre el sistema familiar.

 

Muchas gracias Alejandra.

Entrevista realizada por Mª Teresa Mata

Fuente: Conangia, Maria Mercè; Soler, Jaume.  “Exploradores Emocionales.  Un planteamiento creativo para gestionar las emociones”.  Parramon 2013.

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