Las respuestas de miedo y/o ansiedad son reacciones defensivas e instantáneas ante el peligro, adaptativas y protectoras del ser humano.
En el caso de los trastornos de ansiedad, estas respuestas adaptativas pasan a ser respuestas disfuncionales, es decir, no adaptativas. Se trata de respuestas de miedo intenso, acompañadas de preocupaciones e inquietudes que se expresan con respuestas fisiológicas (palpitaciones, pulso rápido, respiración acelerada, sudoración…), cognitivas (preocupación, inseguridad, sensación de incapacidad, de pérdida de control, poca concentración…) y conductuales (paralización motora, hiperactividad, movimientos desorganizados, conductas de evitación…).
Cuando manifestamos este tipo de respuestas ante situaciones inofensivas pero estresantes, expresamos una respuesta de ansiedad desadaptativa presente en los trastornos de ansiedad.
Los trastornos de ansiedad abarcan distintas expresiones y presentaciones y los síntomas de ansiedad no siempre se explican como parte de un trastorno de este tipo, sino como síntomas de otras casuísticas. Por ello, primero debemos diferenciar la ansiedad como síntoma o la ansiedad como trastorno, ya que en el caso del trastorno la funcionalidad del individuo se ve seriamente perjudicada.
Tipos:
- Fobias específicas
- Trastorno de ansiedad social
- Trastorno de ansiedad generalizada
- Mutismo selectivo
- Trastorno de ansiedad por separación
- Trastorno de pánico
- Agorafobia
Debido a la gran variedad de trastornos de ansiedad que existen, encontramos diversos tipos de síntomas, clasificados en tres grupos:
- A nivel físico: taquicardia, palpitaciones, opresión en el pecho, falta de aire, sensación de ahogo, temblores, sensación de atragantamiento, cansancio, sudoración, sensación de mareo e inestabilidad, molestias digestivas, náuseas, vómitos, alteraciones de la alimentación, rigidez muscular, hormigueo, entumecimiento, escalofríos, sofocaciones, etc.
- A nivel cognitivo y emocional: inquietud, agobio, sensación de amenaza o peligro, inseguridad, sensación de vacío, sensación de extrañeza o despersonalización, temor a perder el control, recelos, sospechas, incertidumbre, dificultad para tomar decisiones, anticipaciones, miedos irracionales e incontrolables, etc. Así como dificultades de atención, concentración y memoria, aumento de los descuidos, preocupación excesiva, tendencia a recordar sobre todo cosas desagradables, rumiación, pensamientos distorsionados e importunos, incremento de las dudas y la sensación de confusión, susceptibilidad, etc.
- A nivel de conducta: estado de alerta e hipervigilancia, bloqueos, torpeza o dificultad para actuar, impulsividad, dificultad para estarse quieto y en reposo, evitación de las situaciones ansiosas, etc.
- A nivel social: irritabilidad, dificultades para iniciar o seguir una conversación, verborrea, quedarse en blanco y no poder reaccionar ante una pregunta o respuesta, dificultades para expresar una opinión, temor excesivo a posibles conflictos, etc.