El control de los impulsos nos permite vivir en sociedad, cumplir leyes y respetarnos los unos a los otros, por lo que una alteración en el manejo de los mismos nos perjudica a nivel personal y dificulta nuestras relaciones sociales. Las personas que tienen dificultades para controlar sus impulsos se ven incapaces de resistirse a un impulso, un deseo o la tentación de llevar a cabo un acto que los puede perjudicar a ellos personalmente o a otras personas.
Los trastornos destructivos del control de los impulsos y de la conducta se caracterizan por dificultades en el autocontrol del comportamiento y de las propias emociones, de manera que estas dificultades se manifiestan en forma de conductas que transgreden límites y violan los derechos de las demás personas (agresiones, destrucción de objetos, robos, etc.), así como en forma de conflictos con otras personas. Se observan conductas negativistas, desafiantes, desobedientes, agresivas y hostiles, con comportamientos poco cooperativos y/o de falta de respeto hacia los demás. Este tipo de trastornos causan un deterioro muy significativo en la esfera familiar, laboral y social, debido a las dificultades para adaptarse a un ambiente normativo y a las demandas y límites del entorno.
Tipos:
- Trastorno negativista desafiante
- Trastorno explosivo intermitente
- Trastorno de conducta
- Trastorno de la personalidad antisocial
- Piromanía
- Cleptomanía