La esquizofrenia es un trastorno médico que se inicia al final de la adolescencia o al inicio de la edad adulta y que puede originarse de forma aguda o progresiva.
La enfermedad, que tiene una incidencia de un 1% en la población general, provoca unos pensamientos y sentimientos extraños además de una forma de comportamiento poco usual.
Se caracteriza por una alteración de la función mental, padecen psicosis lo que conlleva pérdida de contacto con la realidad, alucinaciones e ideas delirantes, tienen un habla y una conducta desorganizada, a la persona le cuesta gestionar de manera adecuada sus emociones, tomar decisiones, razonar y resolver problemas, y sufren un deterioro social y laboral.
Es una enfermedad crónica y compleja que no afecta a todo el mundo por igual.
En la esquizofrenia no observamos un cuadro determinado, sino un conjunto de síntomas, entre los cuales destacan:
- Ideas delirantes
- Alucinaciones
- Uso de un lenguaje desorganizado, incoherente
- Comportamiento gravemente desorganizado (muy agitado e incapaz de organizarse) o catatónico (disminución de la actividad psíquica y motora)
- Embotellamiento afectivo (no reacción ante estímulos emocionales), alogia (pobreza del habla), apatía, anhedonia (incapacidad para experimentar placer)
Los otros trastornos psicóticos presentan algunos de los síntomas de la esquizofrenia, como las ideas delirantes, que en el trastorno delirante se centran en un tema (de grandeza, celotípico, persecutorio, etc.), otros se diferencian en la afectación y duración del trastorno, o bien la asociación de los síntomas a otros trastornos, como un episodio depresivo mayor, maníaco o mixto.