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Mobbing, una auténtica pesadilla laboral

“Sólo si la víctima se muestra fuerte en sus convicciones y no salta a las críticas, manteniéndose imperturbable al discurso agresivo del perverso narciso, conseguirá atajar la propagación del proceso perverso”.

Georgina Trillas es psicóloga y homeópata colaboradora del INSTITUT D’ASSISTENCIA PSICOLOGICA I PSIQUIATRICA MENSALUS. Tiene un amplio conocimiento sobre mobbing y sobre todos aquellos síntomas que provoca dicho acoso laboral en las víctimas.

En esta entrevista, Georgina Trillas responde a las preguntas más habituales sobre esta problemática. 

¿Qué es el mobbing?

La palabra mobbing tiene como traducción directa del español el término “aminalar,  aminalamiento”.  En el diccionario de la Real Academia Española se incluye la siguiente descripción: “Ningunear, menospreciar a una persona, no hacer caso de alguien o no tomarlo en consideración. Causar tal miedo, que la persona quede aturdida y sin acción. Abatirse, caer de ánimo”.

El mobbing es el modelo psicológico que se utiliza para identificar el acoso laboral recibido por un empleado, un acoso que integra la presión psicológica desarrollada tanto individual como en grupo y que ocasiona un impacto en el trabajador.

¿Cuál es el perfil del acosado?

Varias investigaciones han trazado el perfil profesional y personal del acosado.  Algunas de las características que hacen de un trabajador ser la víctima potencial del acoso son:
  • una elevada ética, rectitud.
  • un alto sentido de la justicia.
  • poseer autonomía e iniciativa.
  • estar altamente capacitado.
  • poseer don de liderazgo, carisma y popularidad.
  • tener una buena capacidad para trabajar en equipo, empatía y sensibilidad.
  • disfrutar de una buena situación familiar.

Este tipo de personas son las que suelen hacer preguntas incómodas a sus superiores, las que denuncian las situaciones indignas, las que no se dejan comprometer por dinero, ascensos, defienden a sus compañeros y siempre hablan claro. 

¿Cuál es el perfil del acosador y cómo actúa?

La psicología del agresor ha sido objeto de gran atención por parte de las obras que han abordado el tema del mobbing o acoso psicológico en el trabajo.  Cualquier persona que se enfrente a una crisis puede utilizar mecanismos perversos para salir de ella. Todas las personas, sin llegar a ser en muchos casos un tema patológico, poseemos rasgos narcisistas en cierta medida, como por ejemplo el egocentrismo, la necesidad de ser admirados, la intolerancia a las críticas, etc.  La diferencia fundamental entre tener rasgos narcisistas o ser un perverso narcisista, es justamente donde radica la fuente principal del acosador. El acosador utiliza al otro saciando así sus pulsiones destructoras, sin sentir ni una pizca de culpa mientras ve cómo el otro sufre.

Los perversos narcisistas son considerados como psicóticos sin síntomas. Personas que encuentran su equilibrio al descargar dolor sobre el otro y que están llenas de contradicciones internas que se niegan a percibir.  Diríamos que hacen daño para poder existir, ya que seguramente a ellos también les hicieron daño. De este modo el dolor les permite valorarse, aunque sea a costa de los demás.

Algunos de los rasgos que más sobresalen en estas personas son la exagerada centralización en sí mismos, la falta de interés y empatía hacia los demás, y la búsqueda de aprobación constante.  Son envidiosos y desean aquello que los otros tienen, incluso la capacidad por ser felices.  Además, no sólo no entienden las emociones de los demás, tampoco comprenden las suyas.  No son capaces de experimentar auténticos sentimientos de tristeza, duelo, reacciones depresivas, etc. Cuando los demás les decepcionan o hacen daño, suelen enojarse y tener deseos de venganza.

El narcisista intentará absorber la vida de los demás a través de la perversión, y sentirá un enorme placer al ver cómo los otros sufren y dudan, incluso cuando los somete y humilla.

Otra de sus características es la megalomanía, ya que se colocan como patrón de referencia del bien y el mal, y la verdad.  Suelen exhibir muy buenos modales y buena imagen de sí mismos, intentando dar “el pego” a quienes les rodean.  Critican a los demás y no son capaces de ver sus propios fallos.  Los perversos al no sentir, no tienen ningún escrúpulo moral, atacan y arrasan con absoluta impunidad.

La envidia es su motor, ya que  los éxitos  y la vitalidad de los demás les recuerda a su propia sensación de fracaso y a sus carencias.  Para poder superar esa envidia, se apropian de los demás, someten las víctimas a sus deseos intentando crear dependencia.  Cuando han conseguido apropiarse de la energía positiva de estas personas, vierten toda su energía negativa sobre ellas.  De ahí que, cuando son abandonados, se muestren como víctimas, un mecanismo que les permite seducir a un nuevo compañero.

También es importante tener en cuenta que son sujetos irresponsables aunque a primera vista no lo parezcan, ya que nada de lo que ocurre a su alrededor es culpa suya.

Normalmente, debido a su dificultad por tomar decisiones, suelen delegar responsabilidades para que otros las tomen en su lugar; cuando están solos no encuentran bien, siempre buscan amparo en los demás.

Por último destacar su personalidad suspicaz y paranoica.  Su fase violenta es un proceso de desequilibrio paranoico, ya que piensan que deben destruir al otro, lo ven como alguien peligroso.

Un punto importante de la personalidad del perverso narcisista es su forma de comunicarse, que evidentemente es perversa. Este tipo de individuos rechazarán la comunicación directa, imponiendo una imagen de grandeza y sabiduría.  Su lenguaje suele ser vago, difuso, impreciso, de este modo siempre pueden negar cualquier aspecto que se le recrimine.

La paradoja también les será útil, ya que es la forma fácil de desquiciar al contrario, haciéndole dudar. Esto significará que a nivel verbal dirán una cosa y a nivel no verbal ofrecerán un mensaje contrario, algo que el agresor siempre negará y de este modo provocará la desestabilización de la víctima.

Otra forma de ir haciendo mella en la autoestima de la víctima es descalificándola.  Cuantas más veces le repita que no vale para nada, la persona que sufre dichos comentarios más los interiorizará.  Al principio estas descalificaciones se realizarán de forma muy sutil, como por ejemplo con miradas, suspiros, observaciones desagradables, etc.

El discurso autoritario que utiliza el agresor intimida, es totalizador y su intención es arrastrar al otro hasta su misma opinión.

En resumen,  al hablar de un acosador hacemos referencia a una persona con muy baja autoestima, que necesita rebajar a los demás para sentirse mejor, utilizando para ello la humillación, ridiculización e hipercrítica.

Y, ¿qué ocurre si la víctima comienza a despertar y revelarse?

Si la víctima comienza a revelarse, el agresor tendrá pánico y entonces se desatará la ira.  Sólo si la víctima se muestra fuerte en sus convicciones y no salta a las críticas, manteniéndose imperturbable al discurso agresivo del perverso narciso, conseguirá atajar la propagación del proceso perverso.

¿Qué consecuencias tiene el mobbing? 

Los efectos sobre las víctimas son varios, vayamos por puntos:

–      Efectos cognitivos: pérdida de memoria, dificultad de concentración, irritabilidad, agresividad, apatía, inseguridad, etc.

–      Síntomas psicosomáticos debidos al estrés: pesadillas, dolor de estómago, diarreas, nauseas, vómitos, falta de apetito, dolores musculares, cervicales, lloro, aislamiento, etc.

–      Síntomas de ansiedad, sudoración, sequedad de boca, taquicardia, insomnio, etc.

–      Cansancio y debilidad general 

Los síntomas de la persona que ha sufrido mobbing, son similares a los sufridos en el Síndrome de Estrés post-traumático.

¿Cómo reaccionan las empresas? 

Las empresas no suelen ser conscientes de que un empleado está sufriendo mobbing hasta más tarde, cuando la persona debido a las consecuencias dichas anteriormente, debe, en la mayoría de los casos, coger la baja.

Hay que tener en cuenta cómo actúa el acosador, ya que en muchos casos, únicamente la víctima siente la presión y el entorno no es consciente de lo que ocurre, y si lo es, por miedo, tampoco actúa.

Así pues, por lo general, ¿Cómo responden las víctimas? 

La forma de reaccionar de las víctimas es muy diversa y dependerá de los recursos personales y económicos de que dispongan. Por ejemplo, algunas personas solicitan un nuevo puesto de trabajo o denuncian al acosador o a la empresa si poseen pruebas para demostrarlo.

¿Cómo tiene que actuar una persona que está sufriendo mobbing en su empresa y qué ayuda puede ofrecerle un psicoterapeuta? 

Lo indicado sería que cuando la persona comienza a sentirse física y psicológicamente mal, acuda a pedir ayuda a un profesional, ya sea a su médico cabecera, a un psicólogo, a un psiquiatra, etc.

En el proceso de recuperación y superación, lo primero que debe hacer una víctima es reconocer o identificar la situación que está sufriendo como mobbing, de ahí que sea vital la ayuda de un especialista.  Es importante tratar los síntomas, superar los mecanismos de negación y conseguir que aquella persona sea capaz de hablar de lo que le ocurre. Llegando a una adecuada comprensión intelectual.  Con este primer paso realizado, ya se puede trabajar la rabia y la ira que le impiden elaborar una respuesta adecuada frente a su acosador. Y así, progresivamente, ir tomando el control de su vida.

Con esta fase inicial trabajada, ya se podrá abordar la culpa o vergüenza que pueda manifestar. Trabajando la autoestima y la autoconfianza de la persona y así encontrar una respuesta adecuada al problema. Aquí es cuando la persona deja de ser víctima.

Por último y muy importante poder ser capaz de perdonar emocionalmente al acosador, para así poder liberar esa energía bloqueada y decidir libremente sobre su futuro.

Muchas gracias Georgina por esta entrevista.

Entrevista realizada por Mª Teresa Mata.

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