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Fechas Navideñas, un reencuentro emocional entre padres e hijos

“La vinculación es la base de un buen desarrollo emocional y una sana autoestima que permitirá al hijo sentirse competente y establecer relaciones sociales sanas”. 

“Una actividad que puede ayudar a la expresión emocional es realizar un juego en familia.  Podemos confeccionar unas tarjetas e introducirlas en una bolsa con diferentes cuestiones que todos los miembros de la familia puedan responder”.

En la siguiente entrevista, Isabel Vargas, psicóloga colaboradora del INSTITUT D’ASSISTENCIA PSICOLOGICA I PSIQUIATRICA MENSALUS, nos habla sobre la relación entre padres e hijos en fechas tan señaladas como la Navidad, y ofrece pautas para fomentar la expresión emocional y la escucha activa, dos elementos esenciales para crear un buen vínculo familiar.

Como profesional, ¿qué aspectos  resaltas de la vinculación padres-hijos en estas fechas tan especiales?

En estas fechas, cargadas de significado, es un momento ideal para el reencuentro entre padres e hijos.

Son fechas en las que se pueden transmitir valores como la unión familiar, la reconciliación, la paz, el amor, la generosidad, la solidaridad, la esperanza, etc., haciendo partícipes a los hijos de ello.  No olvidemos que, a veces, durante el curso escolar, la rutina, los horarios, los deberes, las actividades extraescolares y nuestro trabajo, dejan poco espacio para disfrutar de los pequeños y no tan pequeños, jugar, divertirnos con ellos, conversar, interesarnos por sus preocupaciones, intereses, comprenderles o ayudarles.  En ocasiones, nuestro rol queda delegado a las actividades diarias, hecho que limita el significado de lo que es “ser padre”, generando a menudo emociones negativas tales como culpabilidad por parte de los padres, y soledad e incomprensión en los hijos.

Así pues, la Navidad es una oportunidad para disfrutar de nuestros hijos en el sentido amplio de lo que significa ser padres y vincularnos mejor con ellos.

¿Por qué es importante esta vinculación? ¿Qué fomenta?

La vinculación entre padres e hijos se empieza a crear desde el nacimiento de éstos y se mantiene durante toda la vida.  La vinculación es la base de un buen desarrollo emocional y una sana autoestima que permitirá al hijo sentirse competente y establecer relaciones sociales sanas.  El niño tiene que sentirse seguro, protegido y amado por sus padres.  Esto es especialmente relevante cuando aparecen discusiones tras no realizar correctamente una tarea, problemas, desobediencia, etc.  En estos momentos tendremos que transmitirle que nuestro amor es incondicional, y que “le queremos aunque a veces no se porte bien”; nuestro amor está por encima de todo ello.

¿Los padres pueden trabajar estos aspectos mencionados? ¿Cómo pueden hacerlo?

Los padres pueden empezar acordando conjuntamente con sus hijos qué hacer en estas fechas: “¿qué actividades les gustaría hacer a nuestros hijos con nosotros?”.  Así pues, podemos darles opción a que elijan y hacer un planning concretando días.  Los padres también pueden aportar su “lista de actividades”, de este modo  los hijos se percatan de cuánto quieren compartir sus padres con ellos.  Todas estas actividades deberían llevarse a cabo con el objetivo de convertirse en espacios libres, no cargados excesivamente de normas, que permitan a la familia disfrutar conjuntamente.

Es importante, especialmente con los adolescentes, tener en cuenta los momentos de conversación. Una opción es aprovechar los espacios compartidos (las comidas familiares, los desplazamientos, las compras, etc.) para hablar practicando la comunicación positiva y la escucha activa.  En estos momentos de conversación podemos preocuparnos por sus inquietudes e intereses, apoyándoles y comprendiendo sus emociones, ayudándoles en el manejo de las mismas, en las relaciones con los demás, reforzándoles sus aptitudes así como mostrándoles sus dificultades con cariño.

También podemos aprovechar estos días para sorprender, teniendo en cuenta aquello que durante el año nos han pedido y ha sido complicado ofrecer.  Estas sorpresas pueden aparecer, por ejemplo, invitando a un amigo a dormir a casa, realizando una excursión familiar, regalando una entrada para un espectáculo, etc.

¿Qué podemos hacer en familia para trabajar los valores de la Navidad que al principio comentabas?

Primero es importante plantearnos qué valores son importantes para nosotros.

Para mejorar, por ejemplo, el valor de la unidad familiar, podemos expresar a cada miembro de la familia nuestras necesidades y deseos, compartiendo cómo nos sentimos y sabiendo que somos escuchados.

La generosidad es otro valor muy apreciable en las Navidades.  La podemos transmitir con nuestros actos, ayudando a los demás.  Hay muchas formas de hacerlo: reconociendo nuestros errores, reconciliándonos, regalando sonrisas, etc.  A veces, se tiende a mostrar la generosidad únicamente con los típicos regalos Navideños.  Propongamos otros regalos, ¡seamos creativos!  Podemos serlo escribiendo cartas, regalando fotos especiales, ofreciendo momentos para compartir, o por ejemplo, reciclando y regalando aquello que no utilizamos y puede hacer feliz a otros.  Cuando ayudamos a nuestros hijos a hacer otro tipo de regalos, también les estamos enseñando a valorar el significado de los regalos que ellos percibirán.

A veces los padres pueden encontrar dificultad para que los hijos se expresen.  Viendo que este aspecto es relevante para la unidad familiar, ¿cómo podemos ayudar a que lo hagan durante estas fechas?

Una actividad que puede ayudar a la expresión emocional es realizar un juego en familia.  Podemos confeccionar unas tarjetas e introducirlas en una bolsa con diferentes cuestiones que todos los miembros de la familia puedan responder.  Teniendo en cuenta que estamos a final de año, que Navidad significa “nacimiento”, podemos plantearnos aquellas preguntas en relación a un análisis del 2012 que permita pensar en el 2013 con ilusión, optimismo, ofreciéndonos nuevas metas.  Siguiendo con este ejemplo, algunas preguntas podrían ir referidas a las emociones: “¿cuándo nos hemos sentido enfadados, tristes, contentos, solos, emocionados, preocupados, satisfechos, etc.?”.  Otras pueden ir orientadas a analizar relaciones, como por ejemplo: “¿qué amistades hemos hecho?, ¿qué amistades queremos recuperar?, ¿qué podemos hacer para mejorar nuestras amistades?”.  Y en relación al aspecto personal, algunas preguntas podrían ser: “¿qué habilidades hemos aprendido este año?, ¿en qué nos hemos superado?, ¿qué nos gustaría aprender?, ¿qué deseos pediríamos para el nuevo año?”.

Esta actividad debería adaptarse a la edad de los hijos, al grado de comunicación que la familia tiene, y plantearse de una forma en que los diferentes miembros pudieran expresar abiertamente sus emociones y opiniones, sintiéndose escuchados.

Con esta actividad, con el clima adecuado, podemos iniciar el camino de la comunicación y la vinculación emocional con nuestros hijos, y para que se cumple este objetivo es importante tener en cuenta otros caminos, algunos ya mencionados, tales como compartir espacios con nuestros hijos, utilizar un mensaje positivo, valorar sus cualidades y ayudarles ante las adversidades, todo ello llevándolo a cabo durante el resto del año…

…Quizá la navidad sea un buen comienzo para hacerlo…

Muchas gracias Isabel.

Entrevista realizada por Mª Teresa Mata.

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