La ansiedad funciona como respuesta emocional y adaptativa, como un mecanismo de defensa. Pero son muchas las personas en que, en ciertos contextos, su sensación de control desaparece, porque en ocasiones se produce una respuesta desproporcionada a la incertidumbre y la ansiedad deja de ser adaptativa y nos condiciona nuestra funcionalidad, limitándola y repercutiendo en nuestro estado de ánimo. ¿Qué mecanismos son los responsables para atravesar el umbral entre respuesta adaptativa o patológica?
Un estudio realizado por científicos norteamericanos, con ratones, ha permitido identificar unas neuronas en el cerebro (vCA1). Son las células llamadas de la ansiedad, responsables de conductas evitativas y que se activan en ambientes hostiles para la persona. Unas células situadas en el hipocampo, que pueden ser controladas y regular su actividad mediante técnicas optogenéticas, que consisten en combinación de metodología óptica (destellos de luz provenientes de un láser o un LED) y metodología genética, que permiten transferir a un grupo concreto de neuronas ADN complementario, mediante transcripción inversa, que codifica proteínas de origen microbiano sensibles a la luz (llamadas opsinas).
Un aspecto interesante en el control y regulación de la actividad neuronal mediante los destellos de luz es que en función de los parámetros utilizados se puede disminuir o incrementar la actividad de las neuronas de la ansiedad.
A pesar de que los investigadores no creen que estas neuronas sean las únicas que participan en la activación de la ansiedad, esta investigación aporta nueva “luz” (nunca mejor dicho) a nuevos estudios que permitan afinar mejor los mecanismos de la ansiedad y desarrollar alternativas a los tratamientos actuales, basados en ansiolíticos.