Esta semana, Yolanda Segovia, psicóloga colaboradora de MENSALUS, nos habla sobre el poder de la mente en las relaciones sexuales y la importancia de vivir el “aquí y ahora” en el sexo.
“Para disfrutar es necesario que la mente y el cuerpo tengan el mismo objetivo”.
“Los estados de satisfacción los produce el cerebro por concentración plena, por entregarse al placer y centrar la atención en él”.
La mente como principal órgano sexual … ¿Por qué?
En el cerebro almacenamos conocimientos, dogmas y creencias erróneas sobre la sexualidad, así como las emociones relacionadas con nuestras propias vivencias sexuales. No es de extrañar que sea .
El cerebro erotiza y deserotiza el cuerpo. Erotizar el cuerpo de una persona tiene que ver con las sensaciones (piel, sabor, olor) y en cómo se perciben y disfrutan dichas sensaciones. Los estados de satisfacción los produce el cerebro por concentración plena, por entregarse al placer y centrar la atención en él (en darlo y recibirlo).
Así pues, el pensamiento es un instrumento esencial en la sexualidad humana. Por ello, los pensamientos positivos mejorarán las relaciones sexuales, pero los negativos (por ejemplo, referentes a nuestro cuerpo, nuestra pareja, la sexualidad en general, etc.) las dificultarán, llegando a producirse bloqueos físicos y mentales.
Tanto los pensamientos como las emociones que anteceden a la experiencia sexual, los que se producen durante la misma y los posteriores, condicionarán la predisposición para acceder a nuevas experiencias sexuales o, por el contrario, disminuirán la motivación, contribuirán a que aparezca una posible conducta de evitación y, con ello, afectarán al deseo.
La mente es importante ¿Por qué puede llegar a resultar difícil concentrarse en el sexo?
La concentración puede verse dificultada por todo aquello que mantiene la mente ocupada y la aleja del momento presente, del aquí y ahora del placer en el sexo, como por ejemplo el estrés, las preocupaciones de cualquier tipo o los pensamientos negativos en general. Respecto a este último punto, resultan especialmente destructivos aquellos pensamientos relacionados con la propia imagen corporal o con cambios en la imagen de la pareja, así como pensamientos negativos sobre la propia habilidad o competencia sexual (pensar en no dar la talla en el encuentro erótico). Además, puede dificultar abstraerse en el encuentro sexual el hecho de anticipar el final; si sabemos cómo empezará y terminará la relación íntima fruto de la rutina, nuestra mente se dispersará y tendremos la cabeza en cualquier otra parte.
Los estados emocionales también interferirán en la respuesta sexual: ansiedad, estados depresivos, enfado, hostilidad, trastornos alimentarios, miedo a la intimidad, etc.
Por otro lado, los conflictos de pareja, la escasa intimidad y los problemas de comunicación influyen directamente en la vida sexual. No dedicar tiempo a comentar qué desea cada uno, qué proporciona mayor o menor placer, qué fantasías surgen o cómo se siente cada miembro con respecto a las relaciones sexuales que comparten, aleja emocionalmente y físicamente a la pareja.
Siguiendo en esta línea, ¿qué otros aspectos pueden afectar a las relaciones sexuales?
Por ejemplo, haber recibido una educación sexual restrictiva o tener una inadecuada información sexual, haber sufrido experiencias sexuales traumáticas previas, tener una visión negativa del sexo o de la relación sexual (erotofobia), etc.
¿Qué pautas o recursos pueden ayudar a tener ese pensamiento de “aquí y ahora” en la relación sexual?
Vivir en el aquí y ahora del encuentro sexual se consigue utilizando nuestros sentidos,
elaborando fantasías eróticas que permitan la distracción del pensamiento, reestructurando creencias erróneas acerca de la eficacia sexual a partir de generar ideas positivas sobre la sexualidad, cuestionando los mitos existentes en torno a la sexualidad, compartiendo con la pareja sexual lo que nos resulta más placentero y lo que nos disgusta (esto siempre nos resulta más difícil, forma parte de la capacidad de ser asertivos), todo ello disfrutando de un momento donde el único propósito es dar y recibir placer.
Para disfrutar del sexo es necesario que la mente y el cuerpo tengan el mismo objetivo.
Muchas gracias Yolanda.