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El enamoramiento: un cocktail de emociones bioquímico

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El enamoramiento está en nuestro interior y es universal.  Es un fenómeno común a todos los humanos, a todas las culturas” (Arthur Aron).

“¿Por qué uno se enamora de una persona y no de otra?  Detrás de tal pregunta se esconde, entre otros factores, una explosión bioquímica”.

A las mujeres y a los hombres no les gusta lo mismo ni actúan igual, aunque cuando se enamoren funcione el mismo mecanismo cerebral con pocas diferencias” (Helen Fisher).

Esta semana compartimos juntamente con Montserrat Romero, neuropsícóloga colaboradora de INSTITUT D’ASSISTENCIA PSICOLOGICA I PSIQUIATRICA MENSALUS, un interesante artículo titulado «El engranaje del amor».

¿El enamoramiento es bioquímica?

Son muchos los elementos que juegan un papel en el enamoramiento pero sí es cierto que el proceso es pura bioquímica.  Lo que puede resultar más complicado determinar es por qué uno se enamora de alguien, ya que son miles los factores que entran en juego.

Un interesante artículo publicado en la Vanguardia Magazine en Febrero de 2012 («El engranaje del amor») recoge algunos de los principales hallazgos neurológicos y antropológicos sobre el mecanismo del enamoramiento.  El artículo empieza lanzando una pregunta: “¿Por qué uno se enamora de una persona y no de otra?”.  Expertos dedicados al estudio del proceso de enamoramiento respondieron con interesantes aportaciones que compartiremos en este post.

¿Qué explicación bioquímica se esconde detrás de tal pregunta?

Concretamente, la mundialmente conocida “antropóloga del amor”, Helen Fisher, explica parte de dicha elección con la siguiente explicación:

Después de descodificar la bioquímica del amor, hemos constatado que hay cuatro tipos de sistemas cerebrales, según la sustancia que más se segrega, y que estarían ligados a personalidades distintas y tendrían un papel en el enamoramiento. Si una persona produce mucha dopamina, un neurotransmisor cerebral, tiene una personalidad exploradora, curiosa, energética. Cuando produce mucha serotonina, otro neurotransmisor, tiene una personalidad que yo llamo de constructor, convencional, meticulosa. Si produce mucha hormona testosterona, es lógica, con gran decisión, de esas personas que les gustan la ingeniería o las matemáticas. Cuando produce muchas hormonas estrógenos u oxitocina, es de personalidad negociadora, imaginativa, compasiva.”

Dicho esto, cuando la antropóloga relaciona la bioquímica con el enamoramiento añade:

Hemos observado que las personas que tienen una personalidad curiosa o una convencional tienden a enamorarse de alguien que sea como ellas; en cambio, quien tiene una personalidad donde domina la testosterona tiende a sentirse atraído por quienes expresan mayores niveles de estrógenos y viceversa”.

Estas conclusiones fueron posibles gracias al estudio de la actividad cerebral de  miles de individuos enamorados al reaccionar a estímulos como el de ver una fotografía de la persona amada.

¿Cómo se mide dicha actividad cerebral?

La actividad cerebral puede medirse a partir de técnicas de neuroimagen (por ejemplo, resonancias magnéticas funcionales).  Es mucha la información “invisible” en el cerebro que, a partir de la comparativa de cientos de pruebas, poco a poco los investigadores engloban y etiquetan para determinar qué elementos biológicos ocupan un lugar en el desconocido mundo de las emociones, la felicidad y, en este caso, el enamoramiento.

¿Cuáles son las zonas del cerebro que se activan durante el proceso del enamoramiento?

El estudio de los investigadores que cita el artículo mostró que una de las zonas que más se activa durante el enamoramiento se ubica en la región subcortical, concretamente en el área ventral tegmental.  Lo interesante de todo esto es que el neurotransmisor que allí se segrega es la dopamina.

Siguiendo con los resultados obtenidos a partir de las resonancias magnéticas, se observó que, cuando la persona veía la fotografía de su enamorado/a, aumentaba considerablemente la actividad del sistema cerebral de recompensa-intencionalidad-motivación; este sistema funciona justamente gracias a la dopamina.

Así pues, los estudios interrelacionaron el proceso de enamoramiento con la segregación de dopamina y con el sistema cerebral de la motivación y la búsqueda de recompensas.

¿Cómo se traduce esta información a nivel psicológico?

Arthur Aron, psicólogo social, según los hallazgos confirmó una teoría: “el amor no sigue los parámetros cerebrales de las emociones (como la euforia), sino el de las motivaciones o las necesidades.  Aunque intervengan emociones (la propia motivación puede generar, por ejemplo, euforia) y conductas, a nivel neurológico el amor no es una emoción sino una motivación”.

Si nos adentramos en qué mueve al hombre a enamorarse y exploramos el conjunto de necesidades existentes, entenderemos aún mejor el comportamiento humano.  Es realmente apasionante conocer descubrimientos neurocientíficos como los citados en “«El engranaje del amor»” y de este modo, cada vez más, comprender detalles sobre los pensamientos, las emociones y las conductas de la sociedad.

¿Qué otra información aporta el conocimiento de procesos mentales como el que hoy hemos visto?

El ser humano es un ser curioso por naturaleza, necesita dar respuestas para evolucionar.  Conocer el funcionamiento del cerebro en un proceso mental (hoy era el enamoramiento) nos acerca al conocimiento de otros relacionados con distintas conductas humanas.  Este conocimiento general es necesario para la detección incluso de enfermedades degenerativas y prever así su posible tratamiento.

Haciendo referencia a la investigación sobre posibles tratamientos, concretamente la Neuropsicología dirige toda la atención al entrenamiento de aquellas habilidades mentales que preservan la funcionalidad diaria del individuo.  Cuanta más información exista sobre los procesos mentales, mayor información poseeremos para trabajar el abanico de elementos que los mantienen activos.

Hoy hemos hablado sobre el enamoramiento desde su base neurofisiológica y hemos citado algunos de los elementos bioquímicos que juegan un papel en este proceso.  Dicho esto, ¿podríamos afirmar aquella famosa frase de “el amor es universal”?

 Para responder a esta pregunta podemos citar nuevamente una interesante aportación de Arthur Aron:

 Hace 30 años que estudio el amor, y la verdad es que en las múltiples investigaciones que se han hecho sobre qué pasa en el cuerpo, en el cerebro de una persona, cuando se enamora, se ve lo mismo sea cual sea su sexo, edad o incluso su cultura, clase socioeconómica y el lugar donde vive. Es un fenómeno común a todos los humanos”

El enamoramiento podemos vivirlo y manifestarlo de distintos modos pero no hay duda que se trata de un proceso universal.

Muchas gracias a Montserrat por su colaboración.

Mª Teresa Mata.

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