En la siguiente entrevista, Albert Soldevilla, psicólogo colaborador del INSTITUT D’ASSISTENCIA PSICOLOGICA I PSIQUIATRICA MENSALUS, nos explica cuál es el significado del término “generación ni-ni”, y nos habla sobre los principales motivos que llevan a estos jóvenes a no estudiar, no trabajar, y difícilmente obtener motivación e ilusión.
Los sociólogos acuñaron el término “Generación ni-ni” para definir a aquella generación que ni estudia ni trabaja.
Según Eduardo Bericat, catedrático de Sociología de la Universidad de Sevilla, “el modelo de vocación profesional que implicaba un proyecto vital de futuro y un destino final conocido, con sus esfuerzos y contraprestaciones, ha desaparecido. Ahora, la incertidumbre se impone en el trabajo y en la pareja y no está claro que la dedicación, el compromiso, el estudio o el título, vaya a tener su correspondiente compensación laboral y social. Si esto es algo que no está claro para nosotros, aun más difícil para nuestros hijos, ¿no?”.
¿Qué entendemos por generación ni-ni?
“Ni-ni” es el nombre coloquial que se atribuye a los jóvenes que “ni” estudian “ni” trabajan y tampoco tienen intención de hacerlo, dependiendo así totalmente de los recursos económicos familiares.
Afortunadamente, existen estudios que demuestran que el porcentaje de población “ni-ni” está disminuyendo de tal forma que, actualmente, sólo 1 de cada 100 jóvenes podría clasificarse de este modo tan despectivo. Por ello, es importante ser prudente y no abusar de este mote para referirse a los jóvenes en general, ya que es un modo de etiquetarlos que no ayuda a motivarlos en un contexto de crisis como el que nos encontramos en la actualidad.
Estos jóvenes son chicos y chicas “desorientados”. Algunos saben lo que quieren pero no saben cómo conseguirlo, posiblemente al haberse acostumbrado a “tenerlo todo” a cambio de “nada”, por lo que no han aprendido a conseguir sus objetivos por sus propios medios. Hay que matizar que, aunque sean jóvenes aparentemente conformes con su posición, muchos de ellos pueden estar pasándolo mal al ser conscientes de su situación y no saber cómo resolverla.
¿Qué los diferencia de los jóvenes de otras generaciones?
Nuestros abuelos encontraban la motivación para poder tirar hacia adelante por necesidad, ya que disponían de pocos recursos y tenían que esforzarse mucho para obtener lo básico para vivir. Nuestros padres, con las necesidades básicas cubiertas, puede que hayan encontrado la motivación al intentar autorrealizarse. En el deseo de conseguir cuanto mayor bienestar mejor. En cambio, la generación de jóvenes actuales, ya ha crecido en un contexto en el que no sólo tienen las necesidades cubiertas, sino que además, se les ha proporcionado bienestar y autorrealización en edades muy tempranas, ofreciéndoles casi todo lo que desean. Así pues, entraría dentro de lo “normal” que les resultara costoso encontrar fuentes de motivación al llegar a la etapa adulta e interpretar que, el esfuerzo requerido para obtener lo mismo (o menos) de lo que les proporcionan sus familias, no les compensa.
¿Qué edades comprende la generación ni-ni?
La generación ni-ni comprende edades entre los 16 y los 29 años. Aunque la mayoría se concentra entre los 20 y los 24 años según matizan algunos estudios.
¿Cómo es el contexto familiar de estos jóvenes?
El contexto familiar puede ser de lo más variado, ya que pueden ser jóvenes de cualquier nivel socio-económico. Lo importante es el modo en que los padres han cubierto las necesidades de sus hijos. Dado que lo habitual es que se hayan extralimitado intentando procurar el máximo bienestar.
¿Extralimitado? ¿Cómo funciona este mecanismo?
Los padres cubren las necesidades de sus hijos sin pedir nada a cambio en las primeras fases de la niñez cuando estos son totalmente dependientes. Pero a medida que pasa el tiempo, es importante introducir un valor a los recursos que proporcionan. Es decir, inculcar a sus hijos que aquello que tienen se obtiene con algo de esfuerzo y sacrificio, no es gratuito. De este modo aprenden a motivarse para conseguir aquello que desean. Si va pasando el tiempo y no aprenden que su bienestar vale un esfuerzo, puede que en el futuro les cueste encontrar fuentes de motivación para cubrir, de forma autónoma, sus necesidades. Hecho que les lleva a ver los estudios y el trabajo como algo que requiere demasiado esfuerzo. Es como si llegado el momento de empezar a ser autónomos, el “músculo” de la motivación y el sacrificio por conseguir objetivos, estuviera aún por desarrollarse.
Habitualmente, ¿Cómo intentan estos padres solucionar dicha situación? ¿Qué recursos suelen tomar?
Los padres, para ayudar a desarrollar dicho “músculo”, suelen pedir y exigir a sus hijos que realicen un esfuerzo, sin ser conscientes que les están pidiendo algo que no les han enseñado a ejercer. Sería como pedirle al músculo debilitado que ejecute un ejercicio para el que no está preparado. Como resultado, los padres suelen sufrir sentimientos de desesperanza al no saber cómo motivar a sus hijos.
Cuando la desesperanza predomina, se suele caer en medidas precipitadas, cayendo en trampas que únicamente empeoran la situación. Estas trampas suelen ser el intento de motivar a través de amenazas de castigo o pérdida de privilegios que después, los padres no cumplen. Eso es lo peor que puede pasar. Ya que es entonces cuando los jóvenes suelen perder el respeto a los mayores. Los padres han perdido la credibilidad al no cumplir con sus amenazas. En ocasiones ocurre lo mismo pero al revés, cuando el adulto motiva a través de premios, que al final, se terminan otorgando aunque el joven no haya cumplido con su parte del trato.
En ambos casos, cuando los padres no cumplen con sus acuerdos, pierden el control sobre la situación, y los jóvenes toman el mando con una actitud manipuladora, hecho que suele terminar en conflictos y luchas de poder.
¿Con qué tipo de reacciones se encuentran cuando aplican dichos recursos?
Habitualmente, se encuentran con una actitud muy rebelde o una indiferencia total por parte de sus hijos, dado que, saben que al final sus padres no cumplirán con su parte del trato y ellos se saldrán con la suya. Por ello, no ven una razón para esforzarse y cumplir con su parte. Además, saben que continuarán contando con los medios necesarios para seguir subsistiendo y hacer su vida, por ello les cuesta encontrar una razón para estudiar o trabajar. Habitualmente, lo ven como una pérdida de tiempo, privilegios, o energía, más que una ganancia en oportunidades, saber, o autonomía personal.
Desde la psicología, ¿es posible ayudar a estos jóvenes?
Sí, es posible ayudar a los jóvenes y también a sus familiares. En el caso de los jóvenes, el terapeuta puede ayudarles a través de un asesoramiento personal que facilite la detección de fuentes de motivación, intereses y talentos. Estos siempre existen. Después de esta actuación, se les ayuda a organizarse de modo que puedan empezar a ejercitar ese “músculo” sin hacerse daño, estableciendo metas a corto y medio plazo que estén a su alcance.
A las familias se las asesora para poder realizar un análisis de la situación, y ser así conscientes de los mecanismos descritos anteriormente. Ayudándoles de este modo a encontrar estrategias distintas y más resolutivas, estrategias habitualmente relacionadas con realizar acuerdos realistas con sus hijos y cumplir con los mismos.
Cabe destacar que la mejor opción es un abordaje con todos los implicados para poder así generar acuerdos que beneficien a la globalidad del contexto familiar, facilitando una mejor relación entre sus miembros al mismo tiempo que se consiguen los objetivos.
¿Qué les dirías a todos aquellos padres de jóvenes de la generación ni-ni que están leyendo esta entrevista?
Les diría que, en lugar de mantener una actitud severa con sus hijos, intenten ponerse de su lado interesándose por su bienestar y ofreciéndose como ayuda para conseguir sus objetivos a través del diálogo y el planteamiento de metas realistas a corto plazo. Si de este modo no es posible, deben intentar llegar a un acuerdo con sus hijos para que realicen algún tipo de actuación de cara a ganar los privilegios que ellos les conceden, incluso con tareas dentro del hogar si hace falta.
Si tampoco funciona esta opción y se imponen unos límites más estrictos a través del diálogo. Entonces es cuando es muy importante cumplir siempre con lo acordado, sin excepciones, para que los jóvenes aprendan que, de no cumplir con lo pactado, existen unas consecuencias. En último término, la situación puede ser tan insostenible que finalmente se necesite la ayuda de un profesional para que éste adopte la figura de mediador y facilite el encontrar una solución.
Muchas gracias Albert.
Entrevista realizada por Mª Teresa Mata.