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Cómo dar continuidad al bienestar tras las vacaciones

136-2 - Empiezo a trabajar y se olvidaron las vacaciones.- Marilen Barcelo_7217973_s“Vuelvo de vacaciones, no pasa ni un día, y parece que ya me olvidé de ellas”, es una de las frases más repetidas por la mayoría de los españoles.  Es verdad que muchos vuelven con las pilas cargadas y la energía necesaria para hacer frente a las obligaciones diarias. Pero también es cierto que, “la depresión post-vacacional” es uno de los temas de moda el mes de septiembre.

Habitualmente, las vacaciones han cumplido una gran función, nos han permitido descansar, pasar momentos con los nuestros, y dedicar tiempo a otro tipo de actividades que han dejado un gran recuerdo.  Por ello, es importante preservar el resultado que estos momentos han dado y no dejarlo en un estado del pasado.  Para conseguirlo, deberemos trasladar al momento actual dicho bienestar y prorrogarlo a nuestro día a día más rutinario.

En la siguiente entrevista, Marilén Barceló, Dra. en Psicología colaboradora del INSTITUT D’ASSISTENCIA PSICOLOGICA I PSIQUIATRICA MENSALUS, nos ofrece algunos consejos para dar continuidad al bienestar que han producido las vacaciones, evitando paralelamente el agobio que, en ocasiones, la “vuelta a la realidad” produce.

¿Qué podemos hacer para preservar el bienestar que generan las vacaciones?

Para empezar, ser conscientes de todo aquello que nos llevamos de las vacaciones y almacenarlo en nuestro baúl emocional, no para olvidarlo, sino para mantenerlo presente y recordar que, durante el año, debemos buscar un ritmo compatible con dicha sensación de bienestar.  De lo contrario, a escasos días de reiniciar la jornada laboral, nos veremos sobrepasados por el agobio y el ajetreo al entrar en un círculo de “non stop” nuevamente.

Aún así, muchos pensarán que no es posible bajar el ritmo, que la exigencia del día a día no nos los permite, y por ello, pueden resultar especialmente de ayuda algunos consejos.

Entonces, ¿qué tipo de consejos pueden facilitar esta “vuelta a la realidad”?

Por ejemplo, cosas tan simples como no volver de viaje un domingo e iniciar deprisa y corriendo la jornada un lunes.  El hecho de no tener tiempo para organizar lo imprescindible y llegar descansado el primer día de trabajo. Ppor ejemplo, porque existe jet lag, se convierte en un claro ejemplo de: “ya empiezo a contrarreloj”.

La sensación de ir a contrarreloj es habitual en todos, ¿Qué podemos hacer para evitar esta sensación?

Por ejemplo, evitar cargar nuestras agendas de compromisos que, posteriormente, se convierten en una fuente de ansiedad al no llegar a todo.  Los compromisos laborales difícilmente podremos modificarlos, pero aquellos que respondan a encuentros sociales sí.  La calidad y no la cantidad será la que genere un bienestar.  Por ello, quizás es mejor disfrutar de una velada tranquila con amigos que compartir un almuerzo con unos, ir corriendo, una cena con otros, exprimirse para tomar unas copas y, finalmente, dormir poco.

Por otro lado, dedicar tiempo a la familia y a la pareja en fin de semana. Así como buscar momentos individuales, serán aspectos importantes para encontrar el equilibrio. Un equilibrio aparentemente muy obvio pero que, llevado a la práctica, se rompe al intentar abarcarlo todo.

¿Qué otros consejos pueden ayudarnos a retomar la rutina laboral tras las vacaciones?

Por ejemplo, iniciar el día con tiempo, es decir, evitar levantarse con prisas.  Es preferible despertarse 15 minutos antes. Desayunar con calma, dedicar 5 minutos a leer la prensa, 5 minutos más a organizar papeles, agenda, material para el trabajo, bolsa de deporte, etc.

Haciendo referencia al tiempo para uno mismo, sería interesante que, diariamente, por poco que sea, uno encuentre su momento individual.  Puede ser a primera hora con hábitos como los que acabamos de señalar, antes de entrar al trabajo dando un pequeño paseo. Para aquellos que sea viable ir andando, disfrutar del recorrido, aunque sea un trayecto rutinario. Dar el mismo paseo de vuelta a casa, leer antes de ir a dormir, etc.

Nuevamente, esta pauta puede resultar muy evidente, pero a la práctica, la sobrecarga y el ritmo frenético provocan un “no tengo tiempo para mí”.  Busquemos dentro de la realidad diaria (por ello ya apuntamos momentos cortos) estos espacios, está dentro de nuestra responsabilidad encontrarlos.

Y durante el trabajo, ¿qué consejos pueden ayudarnos a no colapsarnos?

Del mismo modo que hablábamos de la gestión de la agenda, también es necesario centrar la atención y la energía en una actividad única.  Por ejemplo, uno de los hábitos que más agota es el de atender el teléfono y, simultáneamente, trabajar en otras tareas (ordenador, gestión de papeles, etc.).  El hecho de invertir energía en dos focos totalmente distintos a la vez (habitualmente por falta de tiempo o para economizarlo), nos acerca al estado de estrés que tanto tememos.  Así pues, siempre que sea posible, dividir los momentos de dedicación y no convertir el atender varias cosas a la vez en un hábito.

No olvidemos que las nuevas tecnologías facilitan esta multigestión y multiatención.  Es momento de ponerle freno, dejar los whatsApp, mensajes, e-mails, etc. en lista de espera para ser debidamente atendidos posteriormente (en los últimos tiempos la inmediatez de la respuesta se ha convertido en una exigencia) e incluso evitar así errores por falta de atención.

¿Algún otro consejo?

Quizás un aspecto que fácilmente no tenemos en cuenta es el dormir en exceso el fin de semana.  Si habitualmente nos levantamos a las 7h. y nos despertamos los festivos a las 12h., posiblemente el domingo por la noche resulte especialmente difícil conciliar el sueño (lo mismo ocurre con las largas siestas).  De este modo, lo único que conseguimos es empezar el lunes cansados y arrastrar este mal descanso hasta el fin de semana (por ello nuevamente necesitamos dormir hasta tarde).  Permitir al cuerpo dormir más horas con un límite, preservará el hábito semanal y nos ayudará a funcionar.

Muchas gracias Marilén.

Entrevista realizada por Mª Teresa Mata.

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