Con motivo de la celebración del Día Mundial de la Fibromialgia y el Síndrome de Fatiga Crónica queremos compartir con vosotros una entrevista que INSTITUT MENSALUS realizó a Mª Angels Mestre el pasado 14/11/2010.
Mª Àngels Mestre, hija, hermana y sobrina de médicos, arquitecta de profesión, casada y madre de dos hijos, fue diagnosticada de fibromialgia y síndrome de fatiga crónica a los 52 años. Gracias a muchos cambios, como una nueva actitud personal, el autoconocimiento, un nuevo estilo de vida, una nueva alimentación y diversas terapias dentro de la medicina holística es, a día de hoy, una mujer que ha recuperado la salud tal y como lo manifiesta en sus dos libros, “Hablemos de Fibromialgia. Yo la he ganado, tú también puedes” y “De la fibromialgia a la salud”. La medicina convencional oficial ha reconocido que está asintomática.
¿Cuál fue tu reacción al conocer el diagnóstico de fibromialgia?
Fue una reacción de estupor. No tenía ni idea de qué era esta palabra, no la había escuchado nunca, y pensé que ya la estudiaría. Al ir conociéndola, concretamente en una conferencia en el Hospital Clínic, mi sorpresa fue que todo aquel personal que asistía como público, estaba muy mal, y pensé “se han equivocado, yo no tengo esta enfermedad, yo no estoy tan mal, yo no necesitaré nunca un psicólogo, un fisioterapeuta, nunca necesitaré tantas medicaciones”. En definitiva negué la enfermedad; me costó más de un año aceptarla.
En tus dos libros hablas de la necesidad de pensar, sentir y actuar en una misma línea. Comentas que la fibromialgia es justamente el resultado de pensar una cosa, sentir otra, y hacer otra; una incongruencia permanente albergada en el interior que provoca e instaura justamente la enfermedad. ¿Qué hace falta hacer para seguir “una misma línea”?
Necesitas ser muy coherente y muy consciente de lo que piensas. Yo siempre digo que los pensamientos, si no se tienen que llevar a la acción, es mejor no pensarlos; no te recrees si ves que existe una imposibilidad de conducirlo a la acción. Por ello, pensar una cosa, sentir en la misma línea aquella cosa, y llevarla a la acción, es ser coherentes con nosotros mismos y es la raíz de la salud, no solo para la Fibromialgia, también para el resto de enfermedades.
Explicas que todos los enfermos de fibromialgia llevan a sus espaldas un gran saco de emociones contenidas, una carga sobre sus dolores en la vida que no se han sabido canalizar correctamente y han quedado enquistados. ¿Qué te ha ayudado a canalizar este saco de emociones y dolor?
Este saco de emociones es muy complicado de canalizar. Quizás la primera reacción es llorar mucho; cuando lloras, normalmente sientes que el dolor desaparece, sientes que se elimina, y cuando has parado de llorar, parece que este dolor vuelve a venir. Necesitamos vaciar todo el dolor para poder fluir hacia la acción. Tenemos que hacer un análisis de nuestra vida para repasar punto por punto todo aquello que nos ha dañado. Este análisis y esta revisión nos dirá que sería conveniente liberar las emociones (todas). Por ejemplo, podemos liberar a través del corazón, sabiendo perdonar, no teniendo resentimiento, aprendiendo a reconciliarnos, y darnos cuenta que, todo esto que nos ocurre no son más que pruebas que aparecen a lo largo de la vida, con la finalidad de ayudarnos a crecer y evolucionar, una evolución que permitirá el despertar de nuestra conciencia y su realización.
En el momento en que aparecen dificultades y conflictos en el día a día, es fácil que estas vivencias produzcan un cúmulo de energía que se exteriorice a modo de tensiones musculares y dolor. ¿Qué consejo darías en momentos así?
En momentos de mucho dolor lo más apropiado es ducharse con agua caliente; y digo la ducha porque si ponemos una esterilla eléctrica o cualquier otro aparato eléctrico, al principio parecerá que el dolor se libera, pero todas las corrientes eléctricas crean campos electromagnéticos, y esto se traducirá en la aparición de micro contracturas; la aplicación de aparatos eléctricos será como caer en una especie de trampa.
Hablas de muchas terapias físicas en tus libros. ¿Qué técnicas te han sido de más ayuda?
La primera terapia que más me ha ayudado es realizar una buena respiración, además de una buena relajación y, si se desea, continuar con la meditación.
Después de probar dos acupuntores, fue con el tercero que sentí que este tipo de terapia también me ayudaba. Del mismo modo, la reflexología me calmaba muchísimo e incluso me proporcionaba más energía. Finalmente, quizás lo que más me ayudó fue el Shiatsu. Con el Shiatsu comprobé que estas contracturas que poseían tanta dureza y tanto dolor, se iban liberando a base de presiones por digitopuntura; a través de la presión en el punto de dolor podía conseguir la liberación de la contractura para dar paso a la relajación muscular.
Y concretamente, sobre las técnicas de meditación que has practicado, ¿alguna te ha servido de más ayuda?
Existen muchos tipos de meditación, pero al principio siempre es mejor que sea una meditación guiada. Yo lo que recomiendo es la “meditación de la curación consciente”, es decir, yo soy consciente que mi hígado (cómo principal órgano bloqueado en las personas que padecemos fibromialgia según las bases de la medicina china) está tóxico, que mi hígado es el responsable de las contracturas y tensiones musculares, del mal retorno sanguíneo (las mujeres que padecemos fibromialgia nos damos cuenta que tenemos varices), y este problema del hígado es el que nos da la pauta. Así pues, visualizando cómo se desintoxica el hígado, mediante el fluir de la sangre dentro de él, podemos liberar toda esta tensión acumulada. Limpiando el hígado, por ejemplo, de la ira contenida, veremos que liberamos muchas tensiones y mejoramos mucho.
Entre los cambios más importantes que has realizado, uno de ellos es la alimentación. Siempre habías padecido problemas digestivos, sufrías colon irritable. ¿Qué cambios alimentarios has hecho y cómo te han ayudado?
Yo siempre digo que primero de todo, lo más importante es estudiar y ver qué alimentos nos perjudican según el estado de cada uno. Según las bases de la alimentación macrobiótica, por ejemplo, la carne roja, los lácteos, azúcar y las harinas blancas, quizás sea lo más perjudicial para nuestra salud. Se trata de una cuestión de PH en la sangre; en el momento que comemos estos alimentos volvemos la sangre más ácida. ¿Qué sucede? Al acidificar la sangre, por ejemplo al ingerir lácteos, nuestro cuerpo busca un componente alcalino, como por ejemplo el calcio. ¿Y de dónde lo coge? Lo coge de nuestros huesos, dientes y cabello, es decir, de todos aquellos tejidos que tienen calcio. En definitiva, la leche y sus derivados nos descalcifican y nos pueden llevar hacia la osteoporosis.
Comentas que las emociones juegan un papel muy importante en la alimentación. ¿Cuál es este papel?
Existen emociones que están relacionadas con la forma de comer, por ejemplo:
En nuestro caso de la fibromialgia, la ira, que está contenida en el hígado, es debida a tantos tóxicos, tanta química, tantos fritos y tanta proteína animal. La tristeza, está muy relacionada con el exceso de alimentación tipo dulces, alcohol, zumos de fruta, etc., y el miedo con el exceso de sal, de proteína animal y de complejos vitamínicos que el cuerpo no reconoce y le damos en exageración. Estos podrían ser ejemplos de alimentos que condicionan las emociones.
A todas aquellas personas que leerán esta entrevista y padecen fibromialgia, ¿qué les dirías?
La superación de la fibromialgia requiere de un gran cambio en la manera de pensar, sentir y actuar. Diría que existen tres claves importantes:
Primero de todo deben existir muchas ganas para curarse; segundo, hay que saber que existen unas condiciones psicoemocionales que han despertado esta enfermedad, y tercero, estar dispuesto a realizar cambios. Si una persona no quiere cambiar su vida, una vida que la ha conducido hacia la fibromialgia, lógicamente si no hace cambios, no podrá mejorar. La fibromialgia no viene de fuera, es fruto de un conflicto interno por no saber gestionar los pensamientos y las emociones.
Y para finalizar, ¿qué papel crees que puede jugar el psicólogo en el tratamiento de la fibromialgia?
Pues creo que el psicólogo quizás sea la persona más adecuada para acompañar esta gran transformación en la manera de pensar y sentir. Todos los patrones familiares, culturales y educacionales ya recibidos desde la infancia, son lo que hay que trabajar. Si nosotros no somos capaces de cambiar esta manera de pensar, no saldremos de la enfermedad. Tenemos que hacer una gran transformación y el psicólogo puede ofrecernos los instrumentos necesarios para este gran cambio, la gestión entre manera de pensar y manera de sentir es lo que nos llevará a una acción adecuada. Por todo ello, para mí, el psicólogo es una figura muy importante.
Muchas gracias Mª Àngels, ha sido un placer tenerte aquí hoy con nosotros.