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La diferencia entre ser paciente y ser pasivo

]175- Ser paciente o ser pasivo - Maria Mata_24919766_s¿Es fácil ser paciente? ¿Cuándo nos cuesta especialmente serlo? ¿Somos pacientes o, tras tanta espera, nos convertimos en pasivos? 

En ocasiones confundimos el concepto de ser paciente con el de ser pasivo.  Paciente es aquel que espera el momento oportuno para actuar; pasivo es aquel que espera y no actúa.

Esta semana, Mª Teresa Mata, psicóloga colaboradora del INSTITUT D’ASSISTENCIA PSICOLOGICA I PSIQUIATRICA MENSALUS, nos habla sobre la diferencia entre ser paciente y ser pasivo, y nos ofrece algunas pautas psicoterapéuticas.

 

 

¿Qué diferencia existe entre ser paciente y ser pasivo?

Ser paciente significa tener la espera necesaria para encontrar el momento oportuno y actuar.  Pasivo es aquel que espera y no actúa, aquel que desea que los demás lo hagan por él.

A nivel comunicativo, el paciente espera el turno de palabra; el pasivo calla y no lo busca.  El paciente reflexiona y valora el diálogo; el pasivo valora que lo mejor es no hablar.  El paciente no evita el hecho de expresarse; el pasivo lo teme.

 

A nivel comunicativo, ¿qué gana el paciente?

El paciente tiene más posibilidades de entablar una comunicación funcional (a diferencia, por ejemplo, del impulsivo o el pasivo).

El impulsivo habitualmente es poco reflexivo, actúa rápidamente sin analizar el contexto y la situación; en ocasiones, el hecho de no elegir el cómo y el cuándo restan eficiencia al encuentro y al mensaje que deseamos emitir.  A diferencia de ello, el paciente sí busca los elementos necesarios para facilitar el diálogo.  Ponernos las cosas fáciles colaborará en sentirnos más seguros en el tú a tú.

El pasivo no se siente “capaz de”.  El hecho de no enfrentarse a la situación lo posiciona en un rol sumiso.  Por el contrario, el paciente pospone el diálogo si lo cree oportuno, pero sí se enfrenta a él.  Así pues, el pasivo no llega a conectar con el receptor, esta realidad evidencia una clara falta de funcionalidad comunicativa.

 

¿Qué necesitamos para ser pacientes?

Para ser pacientes es importante mejorar nuestra capacidad de análisis de un modo constructivo, es decir, “ponernos las cosas fáciles” y evitar pensamientos que entorpezcan y nos alejen del objetivo.

Un esquema muy claro que puede servir de ayuda es el siguiente:

 CÓMO/CUÁNDO/POR QUÉ  

⇓ 

Sin perder de vista 

⇓  

MIS NECESIDADES/LAS NECESIDADES DEL OTRO

 

Si tenemos en cuenta estos puntos, encontraremos motivos para tomar una decisión y resultará más fácil llegar a la acción.  Paralelamente, la reflexión y elaboración de pensamientos entorno a la decisión, fundamentarán la elección (cómo, cuándo, porqué).

 

¿Ser demasiado paciente es lo mismo que ser pasivo?

Para empezar tendríamos que detallar qué significa “ser demasiado paciente”.  Según las necesidades individuales cada persona definirá este concepto de un modo u otro.

Dicho esto, en términos generales, ser demasiado paciente significará dejar de pensar en uno mismo, no preservar las necesidades individuales, y en consecuencia, entrar en un bucle de ansiedad y malestar.  Cuando esto ocurre, el síntoma nos está avisando de la necesidad de cambio.  Si no actuamos, estaremos adoptando una posición pasiva/sumisa.

 

En las relaciones sociales, ¿qué tipo de trabajo psicoterapéutico puede ayudarnos a adoptar una posición paciente pero no pasiva/sumisa?

Uno de los trabajos que realizamos en terapia es la reafirmación de derechos personales (Ej.: “tengo derecho a que me escuchen, tengo derecho a dar mi opinión, tengo derecho a estar tranquilo, tengo derecho a vivir sin ansiedad, tengo derecho a pensar en mis necesidades”, etc.).

Esta reafirmación acompañada de un entrenamiento asertivo donde se pongan de manifiesto recursos para poner límites y preservar los propios intereses, es un buen modo de empezar a decir: “sí quiero esperar, pero, ¿cuándo quiero actuar?”

 

¿Podrías mostrarnos más beneficios de ser paciente?

Recuerdo un divertido “experimento” con niños de primaria en el que el profesor daba a cada uno, de forma privada, un dulce.  El mensaje que les transmitía era: “No lo comas de momento, tienes que esperar a que yo vuelva.  Si no pruebas el dulce tendrás un premio (en este caso se trataba de más dulces)”.

Los niños, cuando se quedaban a solas, buscaban el modo de probar el dulce sin dejar rastro, decidían pegarle un bocado sin más, olían y miraban deseosos la golosina, probaban modos de distraerse para no caer en la tentación, o, simplemente, esperaban pacientes la llegada de su maestro.

Aquellos que sabían esperar recibían un doble dulce bañado en chocolate.  Este hecho les mostraba que la espera tenía un premio.  Si traducimos el anecdótico ejemplo y hacemos un paralelismo con la vida real, entendemos que conseguir metas y objetivos (nuestro propio premio) irá de la mano de cierta espera y paciencia.

 

¿Cómo puede trabajarse esta espera?

Por ejemplo, realizando tareas que dividan las fases de un objetivo y valoren los pequeños éxitos.  En ocasiones la impaciencia va acompañada justamente de objetivos lejanos que no tienen en cuenta los pasos intermedios.  Por ello, en psicoterapia seccionamos el reto en partes, comprendiendo que cada logro contribuye al resultado final.  Valorar los pasos intermedios aumenta la capacidad de motivación.  Saborear el pequeño logro fomenta la espera.

Y os preguntaréis, ¿cómo hacemos este tipo de trabajo?  Por ejemplo, a través de esquemas o collage con “posits” que ordenen por prioridad y colores los objetivos a conseguir, propongan una fecha orientativa para asumir los éxitos, registren el grado de satisfacción esperado y el grado de satisfacción obtenido (escala del 1 al 100), anoten aquellos recursos que se prevén como necesarios y aquellos otros que se ha demostrado utilizar, etc.

 

¿Podrías citarnos alguna otra técnica que se utilice en terapia para trabajar la paciencia?

Un ejercicio sencillo es el de “¿qué puedo ganar yo si…?”.  La impaciencia muchas veces impide realizar este tipo de reflexión.  Por ello, preguntarnos:

 “¿Qué puedo ganar yo si soy más paciente en “X” contexto o situación (familiar, laboral, social)?”

 …Y desgranar la respuesta, es un modo de centrar la atención en nosotros, de acercarnos a una posición activa ante el reto.

Muchas gracias Mª Teresa

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