“Quiero saber si tengo déficit de atención”. Esta frase nos consultan muchos pacientes y acuden preocupados por el estrés y la dificultad por mantener el nivel de rendimiento y atención a lo largo del día.
“A veces siento que no llego a todo”, “me olvido fácilmente de algunas tareas de la agenda”, “me cuesta desconectar de mis preocupaciones” y/o “en ocasiones me resulta complicado seguir el hilo de las conversaciones”, son algunos de los discursos habituales entre los pacientes que manifiestan vivir bajo presión en un contexto altamente exigente.
Esta semana, el equipo del INSTITUT D’ASSISTENCIA PSICOLOGICA I PSIQUIATRICA MENSALUS, nos introduce el concepto de atención y señala la diferencia entre el déficit de atención y el Trastorno por Déficit de Atención (TDA).
¿Qué entendemos por atención?
La atención es el proceso cognitivo y conductual de concentración selectiva hacia un estímulo. Este mecanismo controla y regula la reflexión, el razonamiento y el aprendizaje entre otros. Atender a un aspecto significa ignorar otros elementos perceptibles (de ello depende nuestro rendimiento). Por este motivo, la eficiencia en parte está determinada por la capacidad de prestar atención y obviar la información “no útil” en cada momento.
No siempre atendemos igual. ¿Qué elementos dificultan la capacidad de atender?
Cierto. La capacidad de atención es variable, no se mantiene en el tiempo. Dependiendo de cuál sea nuestro estado emocional y nuestro nivel de descanso/agotamiento físico y mental, resultará más o menos fácil activar los mecanismos relacionados con esta capacidad. El estrés, el cansancio, la euforia o la apatía son algunos de sus principales “enemigos”. Así mismo, existen otros motivos de origen neurológico que pueden interferir gravemente e impedir mantener la atención.
Si no puedo atender de un modo eficiente, ¿cómo puedo saber si tengo déficit de atención?
En primer lugar, es importante diferenciar entre falta de atención y un Trastorno por Déficit de Atención. Para establecer esta diferencia es imprescindible realizar una evaluación psicológica que examine los distintos elementos que definen el posible trastorno.
El Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hipearactividad (TDA/TDAH) es un trastorno del neurodesarrollo que tiene su inicio en la infancia. Aún así, muchas personas llegan a la etapa adulta sin ser diagnosticadas. En el caso del TDA, síntomas como la dificultad por prestar atención y seguir el hilo de una conversación, la desorganización en tareas de todo tipo o la falta de eficiencia son consultas frecuentes entre los individuos que lo sufren.
¿Qué criterios son necesarios para efectuar el diagnóstico de un Trastorno por Déficit de Atención?
Según el DSM (manual diagnóstico y estadístico de trastornos mentales), el TDA (Trastorno por déficit de atención sin hiperactividad) se define por un patrón persistente de inatención que interfiere en el funcionamiento del individuo. Se caracteriza por presentar una síntomatología específica durante al menos 6 meses y, el grado en que se manifiesta, no concuerda con el nivel de desarrollo de la persona y afecta directamente a sus actividades sociales y de tipo académico o laboral..
Así pues, ¿qué síntomas caracterizan a una persona con Trastorno por Déficit de Atención?
Siguiendo con los criterios diagnósticos citados en el DSM, para determinar que una persona sufre un TDA es necesario observar con frecuencia los siguientes síntomas (un mínimo de cinco en el caso de los adultos y un mínimo de seis en el caso de los niños).
Algunas dificultades o déficits en personas que sufren TDA
- Prestar la debida atención a los detalles.
- Mantener la atención en tareas o actividades recreativas (Ej: durante un juego, viendo una película, leyendo, etc.).
- Escuchar cuando se le habla directamente.por seguir las instrucciones y terminar las tareas.
- Organizar tareas y actividades de todo tipo.para iniciar tareas que requieran un esfuerzo mental sostenido (Ej: preparar informes, completar deberes escolares, revisar un escrito, etc.).
- Facilidad por perder objetos (Ej: la cartera, las llaves, las gafas, el móvil, materiales escolares, etc.).Facilidad por distraerse con cualquier estímulo externo.
- Recordar actividades de la vida cotidiana (Ej: una cita médica, un evento, una compra, etc.)
¿Qué otros aspectos tiene en cuenta el diagnóstico del TDA?
Además de la existencia de los síntomas citados, el diagnóstico requiere que dichos síntomas hayan estado presentes antes de los 12 años (algo que en el diagnóstico de los adultos es difícil de averiguar) y que varios de ellos aparezcan en dos o más contextos (Ej: en casa, en el colegio/trabajo, con los amigos, etc.).
Por otro lado, el manual del DSM indica la necesidad de pruebas claras que evidencien una interferencia de los síntomas en el funcionamiento social, académico o laboral del individuo (o que reduzcan la calidad de los mismos). Finalmente, los criterios diagnósticos señalan que los síntomas del TDA no se explican mejor por otro trastorno mental (por ejemplo: Trastorno del estado de ánimo, Trastorno de ansiedad, intoxicación o abstinencia de sustancias, etc.).
Nuestra capacidad de atención puede verse afectada por muchos motivos. Si aparecen síntomas que nos avisan de un problema, sea cuál sea el origen, consultar a un experto es el mejor camino para determinar las causas y trazar un tratamiento.