Qué sucede cuando nos sentimos vulnerables? ¿Por qué evitamos que salga a la luz nuestra vulnerabilidad? ¿Cómo afecta este hecho a la conexión con las demás personas?
Esta semana, el equipo del INSTITUT D’ASSISTENCIA PSICOLOGICA I PSIQUIATRICA MENSALUS, comparte con vosotros una fantástica charla TED de Brené Brown, profesora e investigadora de la Universidad de Houston, titulada “El poder de la vulnerabilidad”. En esta ocasión nuestros profesionales realizan un análisis sobre los aspectos más significativos de la charla con el fin de recordar la importancia de respetar la vulnerabilidad y preservar así la conexión.
El poder de la vulnerabilidad
Brené Brown se refiere a “vergüenza” como “temor a la desconexión”. La presenta como la creencia de “hay algo de mí que, si otra gente lo sabe o lo ve, no voy a ser digno/a de entrar en contacto”. Sentirse merecedor está íntimamente relacionado con el poder de conectar con los demás, por ello es tan importante saber qué sucede con el sentimiento de vergüenza y qué puede ayudarnos a integrarla.
Para poder conectarnos tenemos que dejarnos ver, ver de verdad. Cuando esto ocurre es cuando aparece la vulnerabilidad, un sentimiento que para muchos puede resultar terriblemente incómodo e, incluso, ser un tabú.
Justamente las personas que manifiestan un profundo sentimiento de conexión (de pertenecer y “sentirse parte de”) creen que son dignas de amor, que merecen quererse y ser queridas. Para sentirnos merecedores es necesario tener coraje, coraje de ser imperfecto, y todos sabemos que esta es una lucha que el ser humano protagoniza constantemente en cualquier ámbito (debo ser perfecto como padre, como trabajador, como amigo, como pareja, etc.).
El poder de ser imperfecto
Brown habla de mostrarse, de aceptar la vulnerabilidad y de ser auténtico. Todo ello implica dejar de lado lo que uno piensa que debería ser para ser quien es realmente, algo imprescindible para lograr la conexión con los demás. Por este motivo, aceptar la vulnerabilidad y no desear ser “perfectos” nos conecta.
Brown en la charla explica:
“Perfeccionamos, y esto es peligroso para nuestros hijos. Permítanme contarles lo que pensamos de los niños. Cuando nacen están diseñados para luchar. Y cuando sostenemos a esos bebés perfectos en brazos nuestra tarea no es decir: “Mírala, es perfecta, mi tarea es mantenerla perfecta… asegurarme que ella esté en el equipo de tenis de 5º grado y en Yale en 7º grado”. Esa no es nuestra tarea. Nuestra tarea es mirar y decir: “¿Sabes qué? Eres imperfecta, naciste para luchar pero eres digna de amor y pertenencia”. Esa es nuestra tarea. Muéstrenme una generación educada así y se acabarán los problemas que vemos hoy en día.
La vulnerabilidad nos hace hermosos
Esta es una idea realmente reveladora: lo que nos hace vulnerables nos hace hermosos. Posiblemente la vulnerabilidad no es algo cómodo ni tampoco insoportable, simplemente es algo necesario. Algunos ejemplos como la disposición a decir primero “te amo”, a hacer un acto sin garantías, a expresar que nos sentimos tristes, etc., nos coloca en una tesitura realista y sostenible que deja a un lado la exigencia de ser algo que no sentimos que somos. Nuevamente, nos permite ser auténticos y ello preserva nuestra autoestima.
Así pues, permitamos que nos vean, que nos vean en profundidad, con nuestra vulnerabilidad. Brown habla de sentirse agradecido por sentirse vulnerable dado que ello implica estar vivo.
La vulnerabilidad nos hace capaces
Cuando aceptamos la vulnerabilidad es más fácil que nos situemos en el “soy capaz” dado que el objetivo perseguido respeta quienes somos y se convierte en un reto realista, no ideal. En el momento que somos capaces dejamos de gritar y empezamos a escuchar, somos más considerados y amables con la gente que nos rodea, así como más considerados y amables con nosotros mismos. Cuando nos sentimos capaces dejamos de estar enfadados con el mundo, reducimos los mecanismos de defensa y conectamos con los demás. En definitiva, mostrar que somos vulnerables nos hace capaces.
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