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Empatía o simpatía

empatia o simpatia _ blogEn ocasiones, sobran las palabras y lo único importante es estar ahí”. 

“No poseemos las palabras perfectas que mágicamente resolverán el conflicto ajeno”.

 “Puede que el otro no empatice con nosotros porque no le hemos ofrecido la información suficiente para hacerlo”.

 En la siguiente entrevista, Marta Gómez, psicóloga colaboradora del INSTITUT D’ASSISTENCIA PSICOLOGICA I PSIQUIATRICA MENSALUS, nos habla sobre varios aspectos relacionados con la empatía y nos presenta un interesante vídeo que muestra la diferencia entre ser empático y ser simpático.

Vídeo:

¿Cómo puede ayudar la empatía en momentos en los que las palabras sobran?

Cuando alguien manifiesta su dolor, no es sencillo encontrar un discurso que le consuele y aún menos que “solucione” su problema. Quizás, en algunos casos, la escucha y la compañía que podamos ofrecer junto con un “lo entiendo”, es la mejor manera de estar ahí.

Dejar que el otro llore y exprese ejerce una función contenedora que libera de carga a aquel que sufre. El problema surge cuando el receptor se incomoda con las lágrimas y los silencios; es lo que denominamos “miedo a respirar el sufrimiento”. Es entonces cuando tienen lugar comentarios simpáticos más que empáticos, hecho que dificulta la expresión emocional del emisor e impide que vacíe su sobrecarga.

¿Qué es necesario para ser empático y dejar que el otro exprese su sufrimiento?

Para ser empático es necesario pensar en la necesidad del otro y no en la propia necesidad, así como entender que todas las emociones merecen un lugar y un momento para manifestarse.

No creer que debemos poseer las palabras perfectas que mágicamente resuelvan el conflicto ajeno nos sitúa en un lugar amable y natural desde el que podemos dar apoyo.

¿Cómo se puede entrenar la empatía?

En primer lugar, cada uno de nosotros puede preguntarse en qué situaciones le resulta más fácil ser empático y en cuáles le resulta más complicado. En aquellos casos en los que resulta más sencillo, es interesante plantearnos qué pensamientos y emociones facilitan que nos pongamos en el lugar del otro (Ej.:“está sufriendo”, “se siente solo”, etc.), y en aquellos casos en los que nos resulte más complicado, plantearnos porqué (“me produce rechazo”, “me parece absurdo”, “me disgusta su actitud”, etc.).

Para entrenar la empatía son interesantes aquellas preguntas que despiertan una reflexión del tipo: “Si tu estuvieras en su lugar, ¿cómo te sentirías?”; “Si hubieras vivido la misma situación que él, ¿cómo crees que hubieras reaccionado?”, “Si por un momento esta fuera tu realidad, ¿qué pensarías?”.

¿De qué otro modo se puede trabajar la empatía en su sentido más amplio?

Desde psicoterapia trabajamos a partir de los cambios de rol.  Adoptar el papel del otro es una potente herramienta para conectar con la visión ajena.  Las esculturas, las constelaciones o los role-playing son técnicas vivenciales que invitan al individuo, de modos muy distintos, a empatizar con otras personas de su entorno a partir del intercambio de papeles.

¿De qué se trata este cambio de papeles?

Por ejemplo, en el caso de los role-playing, una pareja puede reproducir una situación (Ej.: una discusión sobre un tema concreto) y, posteriormente, intercambiar los papeles. Desde la nueva posición ambos tienen que interpretar el papel ajeno y sentir las dificultades y el malestar que dicho papel conlleva.

Otras técnicas como las esculturas o las constelaciones buscan obtener toda esta información a partir de una escenificación en la que se analiza la comunicación no verbal. Dejando a un lado la complejidad de ambas técnicas y centrándonos en el trabajo de la empatía, en estos casos el terapeuta puede invitar a la persona protagonista a ocupar una posición que no es la suya (por ejemplo, el terapeuta invita a un hijo a ocupar el lugar de una madre).

Así pues, siguiendo con las técnicas vivenciales, el trabajo de la empatía consiste literalmente en ocupar físicamente el lugar del otro y sentir su posición (una posición caracterizada por una distancia, unos movimientos y una gesticulación). La comunicación no verbal ofrece una información muy significativa para empatizar con diversos aspectos (la carga emocional, la responsabilidad, el sentimiento de exclusión, etc).

En ocasiones esperamos que el otro empatice con nosotros pero esto no sucede. ¿A qué puede deberse?

Bien, en ocasiones comunicamos una preocupación y el otro no muestra interés o no toma su parte de responsabilidad dentro de la conversación (no escucha activamente por ejemplo).

Otras, en cambio, somos nosotros quienes no comunicamos suficiente y, aún así, esperamos que la otra persona nos comprenda y se ponga en nuestro lugar. Expresiones del tipo “él ya lo tendría que saber” o “ella podría haberse interesado más” son habituales en personas que esperan un apoyo sin expresar realmente qué les sucede.

Así pues, en ocasiones, puede que el otro no empatice con nosotros porque no le hemos ofrecido la información suficiente para hacerlo.  Entrenar la capacidad de autoconocimiento y autoexpresión emocional facilita la habilidad por comunicar y nos ayuda a encontrar el apoyo que buscamos.

 

Muchas gracias Marta.

 

Entrevista realizada por Mª Teresa Mata.

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