“Los famosos “no será para tanto” o “anímate, que esto no es nada” son mensajes que pueden entorpecer la expresión emocional y la comunicación a un nivel más profundo”.
“Quitar importancia a los sentimientos ajenos es uno de los principales “errores” comunicativos. Tememos respirar el sufrimiento del otro y, en momentos difíciles, evitamos la expresión emocional”.
“La comunicación puede verse afectada cuando somos nosotros quienes pedimos una opinión y nuestro único objetivo es la validación. ¿Qué sucede entonces cuando recibimos una crítica?”.
Esta semana, desde el INSTITUT D’ASSISTENCIA PSICOLOGICA I PSIQUIATRICA MENSALUS, hablamos sobre los errores más comunes en la comunicación con el objetivo de detectarlos y fomentar un tú a tú productivo.
¿Qué aspectos entorpecen frecuentemente la comunicación?
No prestar atención, interrumpir o hablar en exceso son tres “errores” comunicativos muy comunes que alejan al emisor del receptor y viceversa.
Tenemos tantas cosas en la cabeza y vamos a un ritmo tan rápido que, fácilmente, desconectamos de la conversación, respondemos con un “sí, sí” (oímos pero no escuchamos), cambiamos de tema sin seguir el hilo de la charla (“en el trabajo realmente estamos en una situación complicada” / “¿y qué tal estáis los de casa?”), cortamos el discurso del otro sin miramientos (dejar la palabra en la boca) o hablamos únicamente de nosotros y de aquellos temas que nos preocupan sin un “¿y tú cómo estás?”.
En este último caso, cuando dirigimos la conversación hacia nuestros intereses, la relación se ve afectada por un estado de desigualdad (tú siempre me cuentas y yo siempre te escucho). Si el diálogo no es equitativo tampoco existirá reciprocidad, uno de los principales elementos que alimentan la conexión interpersonal.
¿Qué otros errores dificultan la conexión?
Por ejemplo, el hecho de quitar importancia a los sentimientos del otro. Los famosos “no será para tanto” o “anímate, que esto no es nada” son mensajes que pueden entorpecer la expresión emocional y la comunicación a un nivel más profundo. La capacidad de autoexpresión nos ayuda a identificar y poner orden a los pensamientos y a los sentimientos. Esta es una habilidad que nos acerca al otro siempre y cuando exista una escucha activa.
¿Por qué a veces quitamos importancia a los sentimientos del otro?
El miedo a que se exterioricen emociones relacionadas con la tristeza, la rabia o el miedo provocan en algunos conductas como las que hemos ejemplificado. A veces tememos “respirar” el sufrimiento del otro e intentamos que corte el contacto con sus emociones evitando que llore y/o exprese su malestar. En muchos casos, dejar que esto suceda e, incluso, animar a que así sea, permite liberar el dolor (“llora tranquilo, no pasa nada”) y crea lazos únicos de conexión entre emisor y receptor.
¿Y qué otros elementos deterioran e incluso destruyen la comunicación?
Los reproches son nuevamente enemigos de la comunicación que se repiten en las discusiones. Por ejemplo, en el caso de una pareja que intenta ponerse de acuerdo para llegar a una decisión, la interrupción de la conversación con elementos que señalan al otro como culpable en diversas cuestiones (“pero tú también”, “tú me hiciste”, “tú siempre”, etc.) alejan el diálogo del objetivo.
Es fácil caer en el reproche cuando existe malestar interno. Si responsabilizamos al otro de nuestro malestar, entonces, el reproche será el protagonista de nuestras conversaciones. Por el contrario, si señalamos aquello que no nos gusta a partir de establecer límites de un modo asertivo (por ejemplo, poniendo de manifiesto nuestros derechos y necesidades y/o expresando qué nos incomoda o hace sentir mal, sin buscar culpables) entonces el reproche se convertirá en un “necesito que sepas cómo me siento y quiero compartirlo contigo”.
Y las críticas, ¿suman o restan a la comunicación?
Una crítica únicamente puede sumar si es constructiva. Para aceptar o desestimar una crítica “X” podemos tener en cuenta quién nos la hace (“mi compañera es una persona de confianza, ella fue quien me enseñó las tareas que ahora realizo”), cuál es su motivación (“¿qué es lo que ella quiere/desea transmitirme?”), con qué frecuencia aparece la crítica (“¿me había dicho algo parecido con anterioridad?”). Qué significado extraigo de la misma (“entiendo que ella quiere ayudarme y evitar que me llamen la atención en el trabajo”) y, algo muy interesante: ¿la crítica ha aparecido a partir de yo pedir una opinión o me ha llegado por sorpresa?
La comunicación puede verse afectada cuando somos nosotros quienes pedimos una opinión y nuestro único objetivo es la validación… ¿Qué sucede entonces cuando recibimos una crítica? En ese caso, aún ser una crítica constructiva, puede que no queramos escuchar el mensaje. Formular preguntas tipo“¿a qué te refieres con…?” o “¿y qué crees que podría hacer?” nos acerca al emisor y a la intención de su crítica.
¿Qué consejos nos ayudan a enfrentar las críticas y mejorar así la comunicación?
No personalizar, aceptar la posibilidad de no gustar a todo el mundo y mostrar predisposición para aprender, son tres puntos básicos a tener en cuenta cuando nos llega una crítica. Si se trata de una crítica constructiva, ésta estará buscando soluciones en lugar de culpables. Escucharla y entenderla únicamente suma conocimiento, no resta. Después de esto será nuestra decisión integrarla o desestimarla.
Hablamos de las críticas constructivas pero, en ocasiones, existe confusión en torno a cuáles lo son y cuáles no. ¿Qué elementos definen una crítica constructiva?
La crítica constructiva está formulada desde el respeto de un modo descriptivo y detallado, evita las generalidades y cuestiones inespecíficas que etiquetan un todo (“todo está mal”) e intenta aportar detalles que promuevan un cambio. Además, se centra en el futuro, no se queda atrapada en el pasado (insiste en cambios para el aquí y ahora), y su esencia es la de promover la capacidad de superación.
Fuente: “Camarero, este café está frío”. Raquel Ballesteros.