Este es el extracto de una entrevista realizada por Àngels Gallardo el 1 de Marzo del 2011 en el Periódico de Catalunya. El Dr. Pérez de los Cobos, jefe de la unidad de adicciones en el Hospital Sant Pau, forma parte del equipo de colaboradores de Institut Mensalus.
Empezó su relación con el mundo de las adicciones en los años 80, al mismo tiempo que la heroína iniciaba su expansión en España y los hospitales necesitaban psiquiatras que analizaran las decenas de miles de personas que se destruían con la sustancia inyectable. José Pérez de los Cobos (Valencia, 1955) explica que, antes de la invasión de este opiáceo, los españoles eran adictos a sustancias legales (alcohol y tabaco), pero no había tráfico de sustancias ilegales. Los alucinógenos, el LSD, no creaban dependencia sino complicaciones psíquicas, unos brotes psicóticos de los cuales muchos consumidores no se recuperaron nunca. Opina que siempre, en todas las culturas, se tomarán sustancias.
¿Vuelve la heroína?
No exactamente. Se consume un poco entre los jóvenes y hay una preocupación general de que pueda crecer la distribución. Pero en estos momentos, la mayoría de personas que piden ayuda en los hospitales de Cataluña, quieren tratamiento para su adicción al alcohol o a la cocaína.
Se varía de sustancia, pero el consumo de sustancias que modifican el ánimo se mantiene universal. ¿Por qué?
Todos buscamos equilibrar sacrificio y placer. Vivir implica sacrificios y sufrimientos para los cuales se busca constantemente una compensación. Las sustancias que causan adicciones tienen en común que, al principio, producen placer y esto es enormemente atractivo para las personas. Siempre que existe una cosa susceptible de dar placer, se probará, en todas las culturas.
¿Tendrían que ser todas legales?
La decisión de legalizar o no las sustancias tiene que ser mundial: la sociedad tiene que decidir qué quiere hacer. No hay soluciones perfectas ni totalmente beneficiosas. Cuando una sustancia es ilegal, las cifras de consumo y adicciones son inferiores a las sustancias legales, pero se crea un mercado negro que mueve enormes cantidades de dinero y llega a ser más poderoso que algún estado. Esto es así, pero, en cambio, no es comparable la extensión del consumo de sustancias ilegales con el alcohol y el tabaco.
¿Cuál es ahora la más preocupante?
El alcohol, y en segundo lugar, la cocaína. Una proporción muy importante de las personas que dependen de la heroína o la cocaína son adictas al alcohol y fuman cannabis.
¿Son personas autodestructivas?
No, aunque la motivación por consumir sustancias llega a ser más fuerte que el deseo de conservar la salud. Muchas veces, sufren un infarto o un cáncer de pulmón por la adicción al tabaco y siguen fumando. El motivo es que se produce un choque de motivaciones, y la del tabaco es muy fuerte. Las motivaciones naturales con las que nacemos son muy poderosas (la comida y el sexo son las principales), pero las sustancias que producen adicciones las invaden, como un parásito suplantador, y el cerebro incorpora una motivación psicológica que entra en conflicto con las otras.
¿Aumenta el consumo de cocaína?
Ha bajado un poco en el último año, yo creo que por la crisis. Se deja de consumir cuando se acaba el dinero. En Cataluña la toma un 4,4% de la población. Es la segunda sustancia, después del alcohol, que motiva más demanda de ayuda hospitalaria. La mayoría de consumidores son hombres, de cualquier nivel económico, muy bien integrados en la sociedad.
La persona que acude a ustedes ¿Cuánto tiempo hace que es consumidor?
Unos siete años, la mayoría sólo toma los fines de semana. La cocaína produce un falso espejismo peligroso: el consumidor cree que como no la busca durante la semana no es adicto. Pero lo es, con esta sustancia pasa lo contrario que con la heroína, que es un opiáceo depresor del sistema nervioso central. La dosis tolerable de heroína es limitada. Si te pones grandes cantidades, te duermes, y la abstinencia produce agresividad. La cocaína, por el contrario, se puede consumir 24 o 48 horas sin parar y sin perder la euforia. Cuando pasa el efecto surgen síntomas depresivos y somnolencia. Muchos consumidores de coca se recuperan entre semana de la excitación del viernes y el sábado.
¿En qué momento piden ayuda?
Cuando empiezan los problemas. Tienen taquicardias, crisis convulsivas, fallos cardiovasculares, infartos de miocardio, trombosis cerebral, etc. La pareja les amenaza con marchar, en la empresa les advierten que si vuelven a llegar un lunes en esas condiciones les despedirán, etc. Y además deben muchísimo dinero. En esta fase la adicción va cambiando el placer en una dependencia absurda, que, vista desde fuera, cuesta mucho de entender.
¿Qué tratamientos se les ofrecen para las adicciones?
No hay fármacos contra la adicción a la cocaína, pero las terapias psicológicas son eficaces. Examinamos qué función ha ejercido la sustancia en su vida, para qué la utilizaban, y les enseñamos cómo actuar sin ella. Unos la utilizan para trabajar más horas y más intensamente; otros para reducir el hambre o para alargar una fiesta.
¿En qué situaciones hay más riesgo?
Hay tres acontecimientos de riesgo clásicos: el aniversario, la verbena de Sant Joan y la noche de fin de año. Son tres momentos clave de consumo. Muchos se inician en la cocaína uno de estos días y pasan años tomando sólo en estas fechas, sin adicción.
¿Qué se les propone?
Les trazamos una nueva organización de su vida, hora por hora, y les preguntamos si están de acuerdo en acatarla. La clave del éxito está en el control del dinero. Como han perdido el control de su vida, les organizamos una malla externa que supla esta función. Les preguntamos si están de acuerdo en no llevar nunca encima la tarjeta Visa y salir de casa con los seis euros suficientes para tomar unos cafés y comprar el periódico, o si aprueban que, para acceder a su cuenta bancaria, sea necesaria la firma de otra persona.
¿Están en un entorno complicado?
Pues sí. En Barcelona seguirá habiendo una gran disponibilidad de sustancias y hay mucha gente vulnerable. Hay una cosa que las administraciones no están haciendo. Para modificar este panorama habría que empezar a trabajar con los niños de 5 o 6 años que se comportan con agresividad, toleran mal las frustraciones y no soportan demorar la recepción de un premio. Estos son los perfiles de personalidad más vulnerables a las adicciones. Es necesario actuar antes de los 13 años, edad que en la actualidad se inician el consumo de cannabis y alcohol. Las sociedades mediterráneas tienen una gran tradición con las bebidas alcohólicas y, siempre que se intenta hacer una ley contra el consumo de los adolescentes, se frustra la idea. En España lo han intentado gobiernos de dos partidos diferentes. En Francia, con una industria igualmente poderosa, se ha conseguido.
¿Y respecto al cannabis?
En esto estamos en un cruce geográfico: tenemos un país productor importantísimo, Marruecos, aquí mismo. Uno de cada cuatro adolescentes españoles está consumiendo cannabis, impensable en el resto de Europa. Un gran problema, y la consecuencia predominante de ello es el fracaso escolar.
En cuanto a la cocaína, no se produce cerca pero sí en países de habla hispana. España es la puerta de acceso de la cocaína a los países que firmaron el tratado de Schengen, un espacio económicamente privilegiado; quien pone sustancia en Barcelona la ha puesto en Hamburgo.
¿En qué quedó la investigación sobre una vacuna contra la cocaína?
En nada. Se paró. El laboratorio propietario de la molécula con la que íbamos a ensayar no confió en su eficacia.