Los trastornos de la escritura suponen un déficit en el aprendizaje escolar, hecho que puede conllevar problemas en otras áreas de desarrollo del individuo.
La escritura es un acto comunicativo y por ello, se convierte en una herramienta fundamental para llevar a cabo todo tipo de procesos. Una buena letra o grafía es imprescindible para que la escritura se manifieste de un modo eficaz y, en definitiva, facilite cualquier proceso de intercambio de información.
La disgrafía es un trastorno de la escritura que afecta directamente a la calidad de la misma sin que un importante trastorno neurológico o intelectual lo justifique. En la siguiente entrevista, Mireia Garibaldi, psicopedagoga colaboradora del INSTITUT D’ASSISTENCIA PSICOLOGICA I PSIQUIATRICA MENSALUS, nos habla sobre este trastorno de la escritura y nos informa sobre las dificultades que puede conllevar en el proceso de aprendizaje de un niño.
¿Qué es la disgrafía?
El acto de escribir es un acto que implica, entre otros aspectos, la motricidad. La disgrafía es un trastorno que se relaciona con este aspecto.
Podemos decir que los trastornos relacionados con la escritura pueden aparecer en dos contextos:
- Neurológico: relativo a las afasias (pérdida de capacidad para producir o comprender el lenguaje).
- Funcional.
El primero, hace referencia a aquellos casos en los que existen lesiones neurológicas que afectan al lenguaje. Produciendo afasias que llevan asociadas dificultades en la escritura, básicamente la agrafía. Concepto médico que hace referencia a la completa o parcial imposibilidad por manifestar ideas por medio de la escritura.
En el segundo contexto es donde encuadramos la disgrafía. Un trastorno de la escritura que se da en niños/as que no responde a lesiones cerebrales o problemas sensoriales, sino a un hecho de carácter funcional. Así pues, podemos decir que la disgrafía es un trastorno que afecta a la calidad de la escritura del sujeto, en lo que se refiere a su trazo o grafía. Es decir, un/a niño/a con una letra ilegible podría sufrir este trastorno (errores ortográficos o semánticos no serían característicos de la disgrafía). .
¿Qué otros aspectos caracterizan la disgrafía?
La disgrafía se caracteriza, tal y como hemos dicho, por una escritura en la que podemos observar errores y dificultades en el trazo de la letra que escribe la persona. Algunas de las dificultades más típicas son:
- Un tamaño excesivamente grande o pequeño de las letras.
- Distorsión de la forma de ciertas letras.
- Inclinación en la escritura.
- Mala espaciación entre palabras e incluso líneas.
- Trazos exagerados y excesivamente gruesos o demasiado suaves y casi invisibles.
- Enlaces entre letras.
Además, existen toda una serie de signos que nos ayudan a reconocer un caso de disgrafía, tales como una postura incorrecta al escribir, un agarre incorrecto de la herramienta de escritura, excesos o déficits de presión y prensión, velocidades muy rápidas o muy lentas, etc.
¿Cuáles son las causas de la disgrafía?
La etiología de la disgrafía es variada, aunque las causas que suelen darse con mayor frecuencia son las de origen motriz.
No obstante, encontramos otros tipos de causas como las de origen madurativo. Dentro de ellas podemos incluir los trastornos de lateralización, los trastornos por eficiencia psicomotora y los trastornos del esquema corporal y las funciones perceptivas motrices.
Entre los trastornos de lateralización encontramos el ambidextrismo o la zurdería contrariada.
Los trastornos de eficiencia psicomotora hacen referencia a niños/as con psicomotricidad débil, con ligeras perturbaciones del equilibrio y la organización, e inestables. En este tipo de trastornos siempre suelen aparecer dos grupos: niños “torpes” motrices, con unas habilidades psicomotrices inferiores a las que deberían tener por su edad cronológica, y niños hipercinéticos.
Los niños/as “Torpes” motrices se caracterizan por lentitud, falta de equilibrio, poca coordinación, letras fracturadas y grandes, presión insuficiente, postura incorrecta, etc. Los Hipercinéticos destacan por mostrar una letra irregular en sus dimensiones, mucha velocidad en la escritura, gran presión en la misma, y trazos imprecisos.
Y finalmente, encontramos los trastornos del esquema corporal y las funciones perceptivas y motrices. Éstos se caracterizan por la aparición de dificultades en la orientación espacial, déficit de interiorización del propio esquema corporal, dificultades de organización perceptiva, etc.
Otro tipo de causas pueden ser las caracteriales, entre las que encontramos la personalidad de cada sujeto. Concretamente, la personalidad puede definir rasgos del grafismo o algunos factores psicoafectivos específicos, pues en la escritura se refleja el propio estado y las tensiones emocionales.
Para finalizar, también podríamos hablar de las causas pedagógicas. Éstas hacen referencia a un proceso de enseñanza no adecuado sobre el proceso de adquirir exitosamente la escritura.
¿Cómo se diagnostica la disgrafía?
Para detectar un caso de disgrafía y hacer un buen diagnóstico es necesario que se cumplan una serie de condiciones:
- La capacidad intelectual del niño/a es normal o incluso por encima de la media.
- El niño/a no tiene ningún daño sensorial grave, como por ejemplo un traumatismo motor, que pueda empeorar su escritura.
- La estimulación cultural y pedagógica que ha recibido el niño/a ha sido adecuada.
- No existen lesiones neurológicas graves.
Además, es importante tener en cuenta que el niño haya finalizado el proceso de aprendizaje de la escritura (en lo que a su grafía se refiere), es decir, que supere los 7 años de edad como mínimo.
¿Cuáles son los requisitos para una grafía correcta y adecuada?
La escritura es un acto neuro-perceptivo-motor, pues pone en juego de forma simultanea diferentes aspectos y procesos cognitivos, procesos de percepción (visual, por ejemplo) y procesos de movimiento, sobre todo en relación a la motricidad fina. Así pues, para que un niño/a esté preparado para realizar la escritura, debe cumplir una serie de requisitos, como por ejemplo: tener adquiridas unas capacidades psicomotrices generales (tales como el control neuromuscular, la capacidad de inhibición, la independencia segmentaria -es decir, el dominio corporal-, la coordinación óculo-manual y la organización espacio-temporal), una buena coordinación funcional de la mano, unos buenos hábitos, un correcto esquema corporal y espacial, y una óptima lateralización.
Resumiendo, el niño debe ser capaz de mantener una buena postura y coger bien el lápiz, organizar su espacio y orientarse en la superficie donde escribirá (teniendo en cuenta que la escritura en nuestro sistema es de izquierda a derecha), y ser capaz de asociar cada sonido a una letra y cada letra a un símbolo. Por ello, podemos decir que si un/a niño/a no cumple con alguno de estos requisitos durante el aprendizaje de la escritura, es probable que pueda llegar a manifestarse la disgrafía.
¿Por qué es importante intervenir sobre este trastorno y cómo podemos hacerlo?
La lectura y la escritura son procesos básicos en el aprendizaje. En los primeros cursos de la escolarización (preescolar y ciclo inicial) son uno de los contenidos de aprendizaje más importantes pero, a medida que avanza la escolarización, pasan de ser un contenido a ser una herramienta para poder llevar a cabo el resto de procesos. Así pues, encontramos que la lectura y la escritura son dos de los procesos más importantes que un alumno debe llevar a cabo para poder acceder a nuevos aprendizajes, no únicamente en el ámbito escolar, sino también en la vida cotidiana y durante todo el ciclo vital. Por todo ello, debemos prestar especial atención a estos dos procesos y procurar que se adquieran con el mayor éxito posible.
Concretamente, si nos centramos en la escritura, el aspecto que hace referencia al trastorno de la disgrafía, cabe decir que su objetivo principal es comunicar información. Escribimos para que alguien lo lea, aunque ese lector seamos, incluso, nosotros mismos en un futuro. Toda escritura es un acto comunicativo y, por ello, una buena letra o grafía es imprescindible para que el intercambio de información se dé del modo más eficaz posible.
Para trabajar la disgrafía en Psicopedagogía y Psicología Clínica Infantil, debemos tener en cuenta la causa del trastorno en cada caso. Por ejemplo, un/a niño/a con problemas de lateralización no seguirá la misma intervención que un niño con problemas de inhibición y control de impulsos, de manera que la terapia será distinta en cada caso y se trabajara de un modo específico para conseguir mejorar definitivamente esta problemática.
Muchas gracias Mireia.
Entrevista realizada por Mª Teresa Mata.