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Tratamiento de los trastornos de la conducta alimentaria

Albert Soldevilla, psicólogo colaborador del INSTITUT D’ASSISTENCIA PSICOLOGICA I PSIQUIATRICA MENSALUS, nos habla sobre los trastornos alimentarios, más concretamente sobre los distintos aspectos que definen su tratamiento psicoterapéutico.

“Respecto a las pautas encaminadas a la reeducación de hábitos alimentarios, en primer lugar, centramos la atención en recuperar cierta normalidad en las tres o cinco comidas del día”.

“Lo que normalmente agrava o mantiene el problema es la actitud del entorno respecto al trastorno alimentario, por eso es tan importante incluir a la familia en el tratamiento”.

¿Cómo es el trabajo psicoterapéutico con personas que padecen trastornos alimentarios?

En toda terapia, el primer paso fundamental es crear una potente alianza terapéutica con el paciente. En el caso de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) esto es especialmente importante.  Son varios los elementos que refuerzan esta alianza. En el trabajo terapéutico con TCA resaltamos el poder generar un buen vínculo con la persona afectada.  Esto es vital, dado que sin él, la persona no entenderá que el principal objetivo es ayudarle, y como consecuencia, no mostrará una actitud colaboradora, hecho que imposibilitará la buena evolución del tratamiento.

 

En ocasiones, los tratamientos se agravan por una detección tardía del trastorno.  El pensar “esta situación ya se arreglará con el tiempo”, únicamente perpetúa aún más el problema.  Así pues, tal y como indicamos en la anterior entrevista sobre TCA, sin la ayuda de un profesional, el tiempo únicamente afianza el trastorno; la detección precoz y el tratamiento son fundamentales.

 

Por todo ello, el terapeuta tiene que ser muy hábil y conseguir que la persona se dé cuenta que todos sus intentos por controlar su dieta, imagen, peso, etc. no le han ayudado.  No se trata únicamente de restablecer un orden en los hábitos alimentarios y reeducarlos, sino también de conseguir que la persona que padece un TCA sepa que, hasta el momento, su “modus operandi” ha hecho el efecto contrario: agravar el problema.

¿Cómo se trabaja la reeducación de los hábitos alimentarios que comentas?

 Para este tipo de trabajo tenemos en cuenta varios puntos.

 En primer lugar, centramos la atención en recuperar cierta normalidad en las tres o cinco comidas principales del día, ya que en casos de anorexia es imprescindible aportar nutrientes al cerebro. De lo contrario, se puede distorsionar aún más la realidad.  Además, la falta de nutrientes está relacionada con la segregación de una substancia estimulante que puede aportar cierta satisfacción, placer e hiperactividad, lo cual no interesa.  En casos de bulimia, es importante que las personas recuperen las tres o cinco comidas puesto que, de este modo, regulan sus hábitos (totalmente desorganizados) y también facilitan que las señales del estómago al cerebro y viceversa estén coordinadas

Tanto con la anorexia como la bulimia, si es posible, es mejor instaurar cinco comidas diarias.  En el caso de la anorexia resulta útil para poder comer menos cantidad pero más a menudo, hecho que reduce la angustia;  en el caso de la bulimia, las cinco comidas evitan estar en ayunas y reduce el peligro de cometer atracones o picar en exceso

Conductas compensatorias

Por otro lado, es importante estar atentos a las conductas compensatorias que realiza toda persona con TCA.  Estas conductas aparecen cuando la persona tiene la sensación (decimos sensación porque no siempre es real) de haber comido demasiado (compensa con un  largo periodo de ayunas      o comiendo poco en la siguiente comida). Este es un grave error, ya que entonces, la persona pasa hambre, aumenta la angustia, vuelve a comer más de la cuenta, y entra      en un bucle difícil de parar.

 

La solución es comprometerse a mantener las 3 o 5 comidas con la cantidad estipulada y en cualquier situación, es decir, si una persona se atraca a media tarde, tendrá que cenar igualmente; esta la única manera de salir del bucle.

 

Continuando con lo que comentábamos, es importante estar atento a los tiempos de ayuno, ya que la persona tiene que aguantar el hambre (excepto en casos de anorexia avanzados, en los que se puede terminar perdiendo la sensación de hambre).  Así pues, llega un punto en que el hambre gana la batalla y se come más de la cuenta o se comen alimentos calóricos.  Este hecho conduce a un sentimiento de culpa que provoca saltarse alguna comida, comer poco, hacer ejercicio o purgarse vomitando, facilitando así que el bucle vuelva a empezar.  Además, el sentimiento de culpa genera mucha ansiedad y puede ser el detonador de una sobre ingesta.

Para finalizar, como pautas alimentarias generales, tenemos en cuenta hacer un desayuno completo y un desayuno pequeño.  Se pueden realizar a primera hora o a media mañana cualquiera de los dos, según la persona.  Por otro lado, en el almuerzo, es bueno preparar tres platos, teniendo en cuenta que el segundo plato debe llevar  acompañamiento.  Para terminar, es importante merendar alguna cosa a media tarde y cenar también tres platos (más ligeros).

¿Qué otros aspectos se tienen en cuenta en el tratamiento?

En el tratamiento también es importante determinar conjuntamente las fuentes de sufrimientoque pueden estar retroalimentando el trastorno y que, aparentemente, no tienen nada que ver con él.  Estas fuentes de malestar ocultas bajo el trastorno alimentario son las que permitirán cambios a largo plazo; son el “verdadero problema”, un problema que ha tenido su reflejo en la comida.

¿De qué tipo de fuentes estamos hablando?

Lo que normalmente agrava o mantiene el problema es la actitud del entorno respecto al trastorno alimentario, por eso es tan importante incluir a la familia en el tratamiento.  Normalmente, la familia reacciona observando con mucho detalle los hábitos alimentarios de la persona, opinando y sugiriendo estrategias que, en ocasiones, no son acertadas o generan conflicto.  Para ser más exactos, concretamente en el caso de las comidas, habitualmente resultan difíciles de gestionar.  Es necesario acordar una serie de pautas alimentarias en sesión para evitar dudas y consensuar una planificación sobre cómo se debe reaccionar ante situaciones difíciles.

Si la persona con TCA también vive en un entorno muy exigente (debido al rendimiento y perfeccionismo, o debido a la imagen,  el cuerpo, las dietas, etc.), el problema se mantiene o se agrava.  Esto puede suceder dentro del ámbito familiar, deportivo, laboral o social.  Respecto a este último, un aspecto difícil de controlar son las amistades, sobretodo en la adolescencia (en esta etapa lo importante es la aceptación de los iguales y un punto clave es la imagen).

¿Podríamos decir que, a menudo, detrás de un trastorno alimentario existe un problema de relación con el entorno?

Sí.  Normalmente, detrás de un  TA exististe algún problema de relación con los otros. Este problema suele estar relacionado con personas significativas con las que los conflictos pueden ser evidentes o no (los conflictos con personas queridas se dan habitualmente por la aparición de pautas alimentarias, pero en ocasiones, puede que esto sea únicamente la punta del iceberg y el conflicto con estas personas vaya más allá).  Además, si la persona que padece el trastorno  tiene cierta dificultad para expresarse emocionalmente y carece de asertividad,  las relaciones familiares y sociales pueden verse aún más distorsionadas.

Aún así, nos hablabas del apoyo familiar como un elemento clave ¿Qué papel juega en el tratamiento?

El apoyo de la familia es fundamental.  Ellos son quienes acompañan a la persona afectada, su papel durante el tratamiento es muy importante.  Por ello, lo habitual es realizar el tratamiento con el apoyo de la familia, ya que es necesario que las indicaciones terapéuticas tengan su reflejo en ella. Por otro lado, el psicólogo trabaja conjuntamente con los familiares para ofrecer pautas y asesoramiento tal y como comentábamos al principio, pautas especialmente importantes en la reeducación de los hábitos alimentarios.  Sin estas indicaciones, posiblemente ellos no sabrían cómo actuar y colaborar en el tratamiento, hecho que aumentaría el malestar y la ansiedad en el contexto familiar.

¿Cuánto tiempo dura este trabajo?

El tiempo de tratamiento normalmente es proporcional al tiempo que ha tardado la persona en ponerse en manos de un profesional.

Por otro lado, el tratamiento puede verse dificultado si resulta complicado establecer un buen vínculo que permita a la persona ser consciente de la problemática existente y su gravedad.

 

¿Cuándo una persona con un trastorno alimentario puede decir que está recuperada?

Para decir que una persona está recuperada, deben desaparecer los pensamientos obsesivos sobre su imagen e ingesta, y los hábitos alimentarios tienen que estar restablecidos (nos fijamos en un periodo de tiempo que oscila entre los tres meses y un año).

El tratamiento nunca finaliza de golpe, se realizan sesiones de seguimiento espaciadas una vez se ha dado el alta, para comprobar que todo funciona correctamente y no es necesaria la supervisión de un profesional o un familiar.

En el tratamiento también se contempla un trabajo específico para la prevención de recaídas; de este modo conseguimos que la persona recurra a las estrategias que se han trabajado a lo largo de la terapia.

Muchas gracias Albert.

Entrevista realizada por Mª Teresa Mata.

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