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Síntomas del TDAH en adultos y niños

La hiperactividad, la impulsividad y el déficit atencional son los tres síntomas básicos que caracterizan el Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH). La manifestación de este trastorno será distinta en cada persona y la sintomatología variará dependiendo del momento del ciclo vital en el que se encuentre. La detección precoz y la evaluación psicológica son el primer paso para trazar un tratamiento adecuado a las necesidades individuales.

Esta semana, el equipo del INSTITUT D’ASSISTENCIA PSICOLOGICA I PSIQUIATRICA MENSALUS, nos presenta las principales diferencias entre los síntomas del TDAH en adultos y niños.

¿Qué síntomas caracterizan al TDAH?

El TDAH, trastorno por déficit de atención con hiperactividad, es un trastorno de origen neurobiológico que posee un importante componente genético caracterizado por tres síntomas básicos:

  • Hiperactividad.
  • Impulsividad.
  • Déficit atencional.

En función del predominio de estos síntomas, podríamos decir que existen distintos subtipos de TDAH: el hiperactivo-impulsivo, el inatento y el combinado.

A nivel fisiológico las personas con TDAH presentan una afectación de la corteza prefrontal y sus conexiones. Más concretamente, los estudios realizados indican que el TDAH produce problemas en los circuitos reguladores que comunican el córtex prefrontal y los ganglios basales.

¿Qué función desempeñan estas dos áreas cerebrales?

La corteza prefrontal se encarga de las funciones ejecutivas. Las cuales capacitan al individuo para planificar acciones, empezarlas, detectar los errores y corregirlos, evitar distracciones por estímulos irrelevantes, ser flexible cuando las circunstancias cambian, etc. Así mismo, los ganglios basales filtran la información que llega de otras regiones del cerebro y se encargan de inhibir las respuestas automáticas. Son los implicados en el control de los impulsos.

La corteza prefrontal y los ganglios basales se comunican a través de la Dopamina y la Noradrenalina. En el caso del TDAH existe una liberación deficitaria de estos dos neurotransmisores. El resultado es una alteración, tal y como decíamos, de las conexiones. Con ello, una disminución de la capacidad de atención, de la capacidad por llevar a cabo actividades, de bloquear respuestas que no resultan adecuadas, de organizar actividades con cierta complejidad, de neutralizar estímulos irrelevantes y de recordar aspectos recientes.

¿Cómo interfiere el TDAH en la evolución del niño?

El TDAH evoluciona a través de las distintas etapas vitales del niño e interfiere en sus aprendizajes, sus hábitos de estudio, las relaciones con los iguales y el comportamiento con los adultos.
Aproximadamente un 7 % de los niños en edad escolar tienen TDAH. Esto hace suponer que un niño por aula sufre este trastorno. Con ello nos damos cuenta de la importancia de asesorar a padres y profesorado en la adquisición de estrategias dirigidas a potenciar los puntos fuertes del joven y controlar los efectos que la hiperactividad y la impulsividad ejercen sobre el desempeño de rutinas, la adquisición de aprendizajes y las relaciones interpersonales. Este es un trabajo fundamental para preservar la autoestima del individuo.

¿Cómo interfieren los síntomas del TDAH en la vida familiar?

El niño con TDAH padece síntomas que provocan desatención. Con ello, dificultad para cumplir y seguir indicaciones de los adultos. Es común que los padres comenten «siempre está en las nubes» o «siento que nunca me escucha».

Así mismo, la impulsividad también interfiere en la ejecución de órdenes. Por ejemplo, si un niño está viendo la tele y el padre le pide que prepare la mochila para ir a la escuela, la impulsividad obstaculiza demorar la gratificación de ver la tele. Esto sucede porque el niño no anticipa las consecuencias de sus actos y puede mantenerse sin cumplir la indicación (no conecta con que su conducta conllevará un castigo).

Por otro lado, gran parte de las discusiones que se generan en casa vienen dadas por los resultados académicos. Las dificultades durante la realización de las tareas se deben a problemas en el aprendizaje, a omisiones o sustituciones de palabras durante la lectura, a la pobre comprensión de los enunciados, etc. Así como a dificultades por cumplir con unos hábitos, respetar los horarios, organizarse, ser persistente, mantenerse sentado, esforzarse, etc.

También existen dificultades a nivel emocional, por ejemplo, al intentar regular la ira o la frustración. Además, los niños con TDAH poseen un retraso en la mediación del lenguaje que todos utilizamos para guiar el propio comportamiento (auto-instrucciones tales como “ve poco a poco”, “fíjate en este ejercicio, repásalo”, etc.). Dicha carencia influye en el autocontrol emocional. Todo ello sumado a la baja capacidad por resolver conflictos puede conllevar problemas de relación entre padres e hijos.

¿Cómo puede ayudar un psicólogo infantil en estos casos?

El terapeuta en primer lugar realiza una evaluación psicológica para concretar el subtipo de TDAH que sufre el niño, determinar si existe alguna patología asociada y señalar cuáles son las dificultades que aparecen en su día a día. Con esta información, el tratamiento priorizará unos objetivos u otros.

Tal y como comentábamos, los niños con TDAH muestran dificultades en las relaciones sociales. Tienen problemas en el reconocimiento de las emociones, les cuesta gestionar dichas emociones, realizan aproximaciones inadecuadas, pueden molestar excesivamente, no respetan las normas del juego, y tienen limitada capacidad para resolver problemas interpersonales. El psicólogo infantil será el encargado de buscar las mejores estrategias de intervención que acompañen al pequeño en este proceso psicoeducativo. El juego, las artes plásticas y los cuentos metafóricos serán algunos de los principales aliados.

¿Cuál es el tratamiento más eficaz?

El tratamiento más efectivo con niños TDAH es el tratamiento multimodal, un tratamiento que combina el psicológico siguiendo la línea cognitivo-conductual, y el farmacológico.

Recordemos que estamos hablando de un trastorno neurobiológico. La farmacología ayudará eficazmente a regular el control de impulsos, a rebajar la inquietud motora, y a mejorar el grado atencional.

¿Qué más debemos saber sobre el tratamiento farmacológico?

El hecho de aumentar la concentración gracias a la medicación influye directamente en una mayor adquisición de conocimientos y una mejoría en el rendimiento escolar.

La reducción de la impulsividad disminuye los castigos impuestos por los padres y tutores y facilita el manejo del niño. De este modo, mejoran las relaciones en casa y en la escuela, dado que se facilita la adquisición de pautas conductuales que favorecen su comportamiento. Todo ello es posible al disminuir el nivel de actividad, ya que el niño puede permanecer más tiempo sentado. Incrementar la capacidad atencional puesto que el niño escucha durante más tiempo. Y reducir la reactividad emocional: el niño disminuye la agresividad y mejora la resolución de problemas.

Además, gracias a la medicación, resulta más productivo el tratamiento psicológico paralelo al conseguir que el pequeño siga las pautas y consignas indicadas por el profesional.

¿Qué no puede hacer la medicación?

La medicación no puede enseñar un buen comportamiento o crear ciertas habilidades. Tales como las estrategias de estudio, la capacidad por atender a aquello más relevante, o las habilidades sociales.

Centrándonos en los síntomas del TDAH en adultos, ¿cómo interfiere este trastorno en la vida diaria del individuo?

Los adultos con TDAH presentan dificultades crónicas. Los distintos entornos y contextos sufren un importante deterioro, influyendo directamente en el bienestar físico, emocional y social de la persona.

Por ejemplo, entre los adultos con TDAH podemos observar dificultades para prestar atención en una reunión o seguir una lectura, una importante facilidad para cambiar de actividad debido al aburrimiento, una falta de eficiencia en la gestión del tiempo, desorganización en las tareas profesionales o del hogar, etc.

Pese ser aún menos hiperactivos que los niños, los adultos con TDAH también muestran cierta actitud hiperactiva. Por ejemplo, pueden moverse nerviosamente, ser excesivamente locuaces, tener problemas para dormir, etc.

Del mismo modo, pueden mostrar una actitud impulsiva, por ejemplo, al hacer explícita una baja tolerancia a la frustración, manifestar brotes de ira, irritabilidad o impaciencia. La impulsividad puede provocar que la persona fracase laboralmente, abandone una responsabilidad, finalice las relaciones personales rápidamente y, algo que resulta preocupante especialmente: tenga algún tipo de conducta adictiva.

¿Cómo puede ayudar el tratamiento en estos casos?

Las personas adultas con TDAH pueden tener asociados otros trastornos como ansiedad o depresión, poseer una baja autoestima e incluso, tal y como comentábamos, abusar de tóxicos (alcohol, cocaína, etc.). Por todo ello el tratamiento farmacológico jugará un papel crucial.

En cuanto al tratamiento psicoterapéutico, centrar la terapia en la planificación y organización, así como elaborar una rutina con recompensas externas, será muy útil en estos casos. La terapia puede ayudar a afrontar las consecuencias negativas de los comportamientos impulsivos, la ausencia de motivación (tal y como decíamos es fácil caer en el aburrimiento), la baja autoestima y los problemas derivados de las relaciones interpersonales.

Mª Teresa Mata

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