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Esta semana, el equipo del INSTITUT D’ASSISTENCIA PSICOLOGICA I PSIQUIATRIA MENSALUS, plantea los elementos básicos para resolver las discusiones sobre la educación de los hijos.
La educación de los hijos es uno de los temas que despierta más conflictos en las relaciones de pareja. Muchas veces el problema viene originado por la confrontación de dos puntos de vista que no han sido elaborados con antelación, llegando a convertirse, a ojos del otro padre, en mensajes erróneos e impuestos.
Cómo resolver las discusiones
Resolver las discusiones pasa por dos pasos básicos:
- Escuchar
- Argumentar
Muchas de las quejas procedentes de los padres que acuden a sesión denuncian la falta de espacios para conversar. Esta problemática tan obvia deja al descubierto discursos pobres en contenido y pone en evidencia la necesidad de expresar relatos que contemplen miedos y preocupaciones, conversaciones que desvelen aquello que uno anticipa, explicaciones que pongan de manifiesto estrategias que, según la propia visión, no funcionan, mensajes que resalten cuáles son las prioridades dentro de la educación, etc.
Las discusiones sobre la educación
Las discusiones sobre la educación de los hijos habitualmente giran en torno a:
- Aquello que uno cree que no es necesario o está sobrevalorado
- Lo que cree que perjudicará en lugar de ayudar
- Y lo que cree que podría beneficiar y, en cambio, no se está teniendo en cuenta
En este sentido, el establecimiento de límites es uno de los grandes temas que preocupan a los padres y que despierta especial discusión. Frases del tipo:
- “Hasta dónde le permitimos”
- “Si tú permites, luego yo quedo como el malo/a si no permito”
- “Creo que no permitirle es un error, puede mermar su autoestima”
- “Si no ponemos más límites no será capaz de aceptar un NO y perderá el control”
…son ejemplos de aquellos aspectos que las parejas ponen en común en consulta.
Cuando se plantean estos temas desde el respeto es cuando la discusión cobra sentido: compartir el porqué de cada opción y actuación con el objetivo de comprender qué ve el otro desde su posición (aquello que yo, desde mi posición, no contemplo).
Muchas veces no se trata de hacer “lo que tú dices” o “lo que yo digo”; de ser así los mensajes pierden sentido. Cuando una idea se ha elaborado, siempre termina siendo “propiedad” de las dos partes dado que, ambas, han participado de dicha elaboración, han hecho suya una parte del discurso, han dejado su huella en algo tan importante como tomar una decisión acerca de, en este caso, la educación de un hijo.
La co-responsabilidad de los padres es la clave en la educación. Cuando los discursos son compartidos, ya poseen dicha co-responsabilidad. Esta realidad también facilita que ambos padres no se desgasten en el día a día y no sientan el peso fruto de la carga o la culpa (sobre todo cuando las cosas se complican). Educarlos desde la co-responsabilidad es el único modo de no sentirse solo en el camino.
Educar desde la Inteligencia Emocional
Educarlos con el fin de conseguir que el niño posea las herramientas necesarias para gestionar sus propios conflictos requiere educar desde la Inteligencia Emocional.
Para educar de un modo inteligente emocionalmente es fundamental permitir que la emoción aparezca, escuchar las razones de su existencia y respetar su razón de ser. Uno de los principios que proclama la Inteligencia Emocional es averiguar los motivos que provocan el inicio de una emoción, su crecimiento, sus cambios, su desaparición, etc. Conocer esta información otorga al individuo capacidad de autoconocimiento, gestión y control.
La terapia familiar, una opción de trabajo.
La terapia familiar es un tipo de intervención terapéutica que planea una estrategia de intervención en la que se tiene en cuenta a todos los miembros de la familia, incluido a los hijos. El terapeuta convoca a un familiar u otro en función de las necesidades del momento. De este modo, el conflicto que detectan los padres no se trabaja de forma aislada con el niño o no lo trabajan únicamente los padres sin que el niño no haya asistido a alguna de las sesiones.
Esta modalidad no siempre se lleva a la práctica, todo depende de las necesidades de la familia y la problemática en cuestión.
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