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Conductas de riesgo en adolescentes y jóvenes

Conductas de Riesgo

La adolescencia es un periodo crítico de cambios biológicos, comportamentales y sociales que permite desarrollar y reafirmar la personalidad, la autoestima, la autoconciencia y, en definitiva, la identidad del adolescente y futuro adulto. Estos cambios implican un desarrollo cerebral que pueden conducir a mantener conductas de riesgo en adolescentes y jóvenes.

Esta semana, Alejandra Escura y Mireia Garibaldi, psicólogas del INSTITUT D’ASSISTENCIA PSICOLOGICA I PSIQUIATRIA MENSALUS, nos hablan sobre las conductas de riesgo en adolescentes y jóvenes, y nos recuerdan la importancia de consultar con un profesional cuando sea necesario

Qué son las conductas de riesgo

Las conductas de riesgo son comportamientos que implican un efecto placentero inmediato pero carecen de una valoración de las consecuencias posteriores.

Es fundamental comprender qué mecanismos cognitivos guían al adolescente a la asunción de conductas de riesgo. Los procesos cognitivos  que se desarrollan ante estas conductas son interpretaciones mayoritariamente erróneas que aparecen de forma espontánea ante diferentes situaciones y que son aceptadas como verdaderas. Estas, a su vez, conducen a desarrollar emociones desagradables que perjudican la salud, las relaciones personales y el bienestar emocional del adolescente.

Así pues, aprender a identificar los pensamientos automáticos erróneos o distorsiones cognitivas permitirá al adolescente alcanzar un mayor bienestar. Esta es una de las principales tareas que llevamos a cabo desde la intervención psicoterapéutica.

Conductas de riesgo en adolescentes y jóvenes

Los adolescentes son el sector de la población más sensible a las influencias del entorno. Se trata de una etapa decisiva en la adquisición y consolidación de los estilos de vida, ya que se reafirman algunas tendencias comportamentales adquiridas en la infancia y se incorporan otras nuevas provenientes de dichos entornos de influencia.

Así pues, en la adolescencia se pueden iniciar una amplia gama de conductas de riesgo que afectan a la salud biopsicosocial de los chicos y chicas de esta etapa. Estas conductas son acciones voluntarias o involuntarias realizadas por un individuo o la comunidad que pueden llevar a consecuencias nocivas.

Por todo ello, es esencial que padres e hijos hablen y, en caso de ser necesario, consulten con un profesional.

Principales conductas de riesgo en los jóvenes

Hoy destacamos algunas de las conductas de riesgo más relevantes de la adolescencia:

  • Consumo de sustancias (especialmente alcohol, tabaco y marihuana)

    El contacto de los adolescentes con las sustancias aparece cada vez a edades más tempranas. El tabaco es la sustancia con la que tienen un contacto más precoz, situándose la edad media de inicio al consumo en los 13,20 años, seguido del alcohol con 13,70 años. Concretamente, el abuso de alcohol en la adolescencia se relaciona con problemas de salud, fracaso escolar, sexo no planificado, problemas legales, alteraciones afectivas e inicio de consumo de otras sustancias.

  • Relaciones sexuales precoces y sin medidas de protección

    La mayoría de las personas inician su vida sexual durante la adolescencia. El número de abortos en esta etapa supera los 2,5 millones. Este incremento parece estar relacionado con una iniciación sexual más precoz, mayor número de parejas sexuales y el no uso del preservativo o de otras medidas anticonceptivas.

  • Trastornos de la alimentación

    La aparición de trastornos como la Anorexia Nerviosa y la Bulimia Nerviosa es mayor en la adolescencia dada la magnitud de los cambios biológicos, psicológicos y de redefinición del papel social en esta etapa de la vida, asociada a la preocupación por el culto a la belleza. Estos trastornos se asocian a conductas de riesgo como el suicidio, las autolesiones y problemas graves de salud que pueden conducir a la muerte.

  • Conducta Antisocial

    Los menores que manifiestan conductas antisociales se caracterizan, en general, por presentar conductas agresivas repetitivas, robos, provocación de incendios, vandalismo, y, en general, un quebrantamiento de las normas. Cuando los niños se convierten en adolescentes y adultos, sus problemas suelen continuar en forma de conducta criminal, alcoholismo, afectación psiquiátrica grave, dificultades de adaptación manifiestas en el trabajo y la familia y problemas interpersonales.

  • Abandono de los estudios

    El fracaso y el absentismo escolar roban a muchos menores sus posibilidades de crecimiento personal y social. El fracaso escolar incrementa la posibilidad de sufrir algún daño o de cometer conductas infractoras como: consumir tóxicos, sufrir accidentes, depresión, asociarse con pares que presentan conductas disruptivas, antisociales o violentas, usar inadecuadamente las redes sociales, llevar a cabo prácticas sexuales sin protección, etc. 

La Conducta suicida: la conducta de riesgo tabú

La conducta suicida es un importante factor de riesgo en la adolescencia y, a su vez, es uno de los mayores tabúes. En realidad, es una de las primeras causas de mortalidad en esta población.

La conducta suicida engloba varios fenómenos entre los cuales destacan el suicidio consumado, la tentativa suicida y la ideación suicida. Algunos signos de alerta relacionados con esta conducta de riesgo son:

  • La desesperanza acerca del futuro.
  • La ausencia de proyectos vitales a corto/medio plazo.
  • El bajo estado de ánimo y baja autoestima.
  • La alteración de los hábitos, del sueño, la alimentación o disminución del rendimiento académico.
  • Las dificultades para compartir el malestar o sufrimiento con familia y/o amigos.
  • El aislamiento.
  • El cese de actividades que antes realizaba, o incapacidad de disfrutar de las mismas.
  • Autolesiones (cortes en antebrazos, muslos…)  normalmente realizadas con la finalidad de regular emociones negativas.
  • Sufrimiento relacionado con acoso escolar, bullying.
  • Experiencias traumáticas (abuso sexual, maltrato…) que generan gran sufrimiento.

El papel de la familia

La familia cumple un rol primordial en el desarrollo de cada uno de sus integrantes, es moduladora y promotora de emociones y sentimientos, es escenario constante de modelos de conducta, transmisora de valores y normas de convivencia. La familia es el primer pilar del desarrollo de un vínculo adecuado basado en la dedicación, el afecto, la comunicación, la cohesión, la adaptabilidad, etc.

Por todo ello, los modelos parentales y de otros adultos significativos en la vida del adolescente desempeñan un papel trascendental, ya que ejercen una importante influencia en el desarrollo de hábitos de vida, formas de expresar afectos, relacionarse con los demás, de resolver conflictos y de desarrollar conductas de autocuidado. Por este motivo, el trabajo conjuntamente con los padres, en muchos casos, será uno de los pilares del tratamiento.

La adolescencia es una etapa en la que se producen grandes cambios en el desarrollo emocional, físico, mental y social, los cuales provocan desorientación y ambivalencia en la búsqueda del equilibrio personal y social. En ocasiones, la ayuda de un psicólogo puede facilitar la comprensión y adquisición de dichos cambios.

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