La habilidad de las personas para percibir, usar, comprender y manejar las emociones nos hace más inteligentes emocionalmente (Mayer y Salovey, 1997), y con ello, nos facilita el interactuar con las personas que nos rodean y solucionar conflictos que puedan surgir de estas relaciones, por ejemplo, a nivel de pareja.
Partiendo de esta definición, Yolanda Segovia y Mª Teresa Mata, psicólogas colaboradoras del INSTITUT D’ASSISTENCIA PSICOLOGICA I PSIQUIATRICA MENSALUS, nos hablan en la siguiente entrevista sobre la capacidad de autoconocimiento y expresión emocional en el marco de la psicoterapia. Resaltan la importancia de su puesta en práctica en las relaciones de pareja, y comparten cómo trabajar estas dos capacidades en sesión.
¿Qué aspectos sobre el autoconocimiento emocional pueden trabajarse en terapia?
El trabajo del autoconocimiento emocional lo basamos en el entrenamiento de la atención y percepción de las emociones, así como la capacidad por identificarlas y comprenderlas.
Así pues, la capacidad de atención y percepción de las emociones permite analizar nuestro mundo afectivo. Identificar qué sentimos, poner “nombre y apellidos” a las emociones. Posteriormente darles una expresión verbal adecuada, conocer el nivel de conciencia que tenemos sobre nuestras emociones y sobre las de las personas con las que interactuamos. Y ser conscientes del grado de dificultad que presentamos al intentar recordar qué hemos sentido en X situaciones.
La comprensión emocional permite interpretar el significado de emociones complejas y su vinculación con el contexto y la situación en la que se han generado. Un conocimiento práctico y real de las emociones implica permitir que las emociones nos afecten y entender cómo reaccionamos de forma espontánea a cada una de ellas. Esta capacidad de comprender las emociones nos proporciona información sobre nuestro mundo interior pero también sobre cómo percibimos los distintos contextos donde estamos inmersos (familia, trabajo, amigos, pareja, etc). A través de esta “función informativa”, la emoción nos vincula a nuestras necesidades.
Por supuesto, todo este trabajo relacionado con la capacidad de autoconocimiento emocional es más costoso cuando se trata de emociones “negativas” tales como la tristeza, el miedo o la rabia. Es necesario vivir y sentir las emociones “negativas”, y por ello entrecomillamos la palabra “negativas” puesto que también forman parte del conocimiento humano y la experiencia igual que todas las demás. El conocernos implica experimentarlas.
Aún así, no siempre es fácil conectar y experimentar emociones negativas ¿verdad?
Por supuesto. A veces, inconscientemente, actuamos a modo de “piloto automático”. Este hecho que ayuda a pasar por alto ciertas sensaciones desagradables, pero al mismo tiempo, omite información necesaria para buscar estrategias y recursos que nos ayuden a hacer frente a aquella situación que produce malestar.
Así pues, el “piloto automático” en ocasiones permite “sobrevivir”, es cierto, pero ¿durante cuánto tiempo? Habitualmente hasta que aparece un síntoma que dificulta nuestro día a día y muestra de un modo explícito y visible el malestar (hasta entonces desconectado por pilotar en modo automático y no prestar atención a las emociones). Un ejemplo de síntoma es la ansiedad (puede exteriorizarse de muchos modos). Es entonces cuando evidenciamos la necesidad de experimentar las emociones “negativas” e integrarlas en nuestra “biografía emocional”.
Y sobre la capacidad de expresar emocionalmente, ¿qué aspectos se pueden trabajar?
Una vez identificadas las emociones trabajamos la capacidad para poder comunicarlas. Este tipo de trabajo, entre otras cosas, utiliza la identificación de los distintos estilos comunicativos en nuestras relaciones interpersonales, tomando el estilo asertivo como el estilo más constructivo y el que preserva y fomenta nuestra autoestima.
Comunicar de un modo asertivo significa poder expresar cómo nos sentimos ante distintas situaciones, mostrar nuestra opinión y poder decir “no”, todo ello desde el respeto al otro. Comunicar de forma asertiva es sinónimo de riqueza emocional. Una riqueza que garantiza que nuestro mensaje llegue con más fuerza y facilita que la otra persona se ponga en nuestro lugar. Expresar aquello que sentimos ante una situación que nos desagrada, nos da miedo, nos produce rabia e indignación, o despierta en nosotros una enorme alegría, felicidad, paz, etc., ayuda a que la otra persona tenga conocimiento de ello.
Este conocimiento es clave a la hora de gestionar conflictos, por ejemplo, a nivel de pareja. Muchas veces damos por entendido que la otra persona sabe cómo nos sentimos ante una situación X, y esperamos que responda o gestione la situación de un modo concreto. Si no es así, pueden producirse malos entendidos, mensajes que no comprendamos, actuaciones que nos decepcionen, etc. Todo ello, por no existir una comunicación completa que incluya esta información emocional.
Centrándonos en las relaciones de pareja, ¿cómo afecta la falta de autoconocimiento y expresión emocional que cada miembro pueda tener a la hora de convivir y hacer vida conjunta?
Si no podemos reconocer nuestras emociones, si tenemos dificultad para identificar lo que sentimos y también para expresarlo, nos será más difícil entender los sentimientos de nuestra pareja.
La falta de autoconocimiento emocional facilitará que nos dejemos arrastrar por los impulsos, sin anticipar el efecto que puedan tener en nuestra relación con los demás. Cómo nos sentimos influirá en nuestros pensamientos y en nuestra forma de actuar, impactando en el entendimiento de los sentimientos de nuestra pareja.
Por tanto, la percepción, comprensión, expresión y regulación de las emociones propias, nos facilitará la comprensión de los estados emocionales de nuestra pareja, permitiendo un mejor afrontamiento y resolución de los conflictos de la vida en común.
Si sabemos poner “nombre y apellidos” a nuestras emociones, seremos capaces de hacer lo mismo con las de la persona que tenemos a nuestro lado. Permitiendo una mayor comprensión y aceptación del otro, observando así como la expresión de nuestros sentimientos provoca una afectación mutua. Las decisiones que tomamos y las acciones que emprendemos dependen de lo que pensamos, pero también de lo que sentimos.
Por todo ello, entender a nuestra pareja, ser consciente de cómo se siente, de cuáles son sus necesidades y sus preocupaciones, en definitiva, mostrar empatía, evitará el distanciamiento y la incomunicación. Conectar con los sentimientos del otro es una de las cualidades de la inteligencia emocional, pero no podemos olvidar que “la empatía se construye sobre la conciencia de uno mismo” (Goleman, 1997).
Asimismo, para incidir positivamente en la resolución de un conflicto, conviene que nos comuniquemos de forma adecuada, empleando, tal y como antes anunciábamos, la asertividad. Esta comunicación consiste en expresar desacuerdo, hacer y recibir quejas, hacer y recibir cumplidos, expresar afecto, hacer peticiones, negociar, mostrarse flexible, pero siempre respetando los derechos del otro y manifestando lo que sentimos de forma clara.
¿Cómo se trabaja el autoconocimiento y la expresión emocional en psicoterapia?
A nivel individual, los ejercicios narrativos relacionados con la capacidad de autoconocimiento y la expresión emocional se convierten en una especie de “diario emocional”. Atender, anotar y escribir sobre nuestras emociones, reflexionar sobre sus causas y consecuencias, ya sea de forma dirigida o espontánea, nos ayuda a ser más conscientes de nuestros sentimientos y nuestras reacciones ante determinadas situaciones y personas.
Por otro lado, el dibujo es una valiosa herramienta de expresión personal que permite acercarnos y conocer nuestro propio mundo interior y exteriorizar de un modo gráfico las emociones. En terapia nos sirve de gran ayuda cuando resulta complicado identificar una emoción concreta y explicarla con palabras. Dejar que primero aparezca a modo de imagen puede facilitar su posterior comprensión, hecho imprescindible para entender a las consecuencias que ésta provoca y buscar recursos si es necesario (el dibujo no es la única herramienta que utilizamos para dar forma y color a la emoción, existen multitud de opciones para ello).
¿Y a nivel de pareja?
En el marco de la relación de pareja, entre otras cosas, se favorece el proceso de solución de problemas, promoviendo habilidades para identificar y definir las dificultades que afectan a cada uno, permitiendo que cada miembro sea consciente de sus propias emociones, y que ambos puedan expresar sus sentimientos sin acusaciones, proporcionando un espacio donde se escuchen, se comprendan y se identifiquen con su pareja.
El proceso terapéutico permite que cada miembro pueda observar una perspectiva diferente del conflicto y expresarse libremente desde el respeto, sentando así las bases de una comunicación constructiva.
Muchas gracias Yolanda y Mª Teresa.