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Las emociones en el aprendizaje

Las emociones en el aprendizaje juegan un papel fundamental. Ellas facilitan la consolidación de los recuerdos. Aquellas experiencias que están asociadas a una elevada emocionalidad perduran con mayor facilidad en nuestra memoria.

Aprender va de la mano de sentir. Por este motivo, aquellas clases en las que el alumno experimenta e interrelaciona el aprendizaje con un amplio abanico de aspectos vitales, generan un mayor impacto y, con ello, una mayor consolidación de los contenidos.

Esta semana, el equipo del INSTITUT D’ASSISTENCIA PSICOLOGICA I PSIQUIATRICA MENSALUS, nos habla sobre la importancia de considerar las emociones en el aprendizaje.

¿Cuál es el tiempo de estimado de aprendizaje?

El tiempo necesario para aprender dependerá de diversos factores, bien sean de tipo orgánico, psicológico y/o ambiental. Concretamente, el factor motivacional será uno de los elementos decisivos.

En este sentido…

¿Cómo afectan las emociones?

Cuando existe un fin (un objetivo) que da sentido a la adquisición del contenido, el aprendizaje es más rápido. Aquí las emociones tienen un peso esencial.

Motivar y ofrecer al alumno las máximas herramientas para su crecimiento en la vida personal y profesional es el objetivo que todo profesor persigue. Ahora bien, existen muchos modos de hacerlo, no prevalece una única estrategia. Sea como sea, si el profesor desea captar la atención del alumnado, debe buscar el camino más eficiente en función de las necesidades del momento.

Una manera de mantener la motivación del alumno en una explicación es ofreciendo una puesta en práctica de la materia estudiada. Por ejemplo, en el caso de las matemáticas, es posible hacerlo a través de una clase de economía doméstica, en el caso de la física a partir de reproducir en vivo la colisión de dos objetos o, en el caso de la química, a partir de explicar reacciones bioquímicas como el enamoramiento.

Dicho esto, aprender por medio de ejemplos que despierten un interés y una necesidad es el mejor modo de promover la memoria a largo plazo.

¿Qué tipos de memoria existen? ¿Qué relación guardan con las emociones?

Podemos diferenciar tres tipos de memoria: la memoria a corto plazo, la memoria operativa o de trabajo y la memoria a largo plazo.

La memoria a corto plazo responde a la capacidad de mantener en nuestra mente una pequeña cantidad de información (un dato). Este tipo de memoria no va acompañada de un repaso y de una elaboración de los contenidos. Por este motivo, una distracción puede fácilmente borrarla de nuestra mente.

La memoria de trabajo es aquella memoria en la que el conocimiento ha traspasado la memoria a corto plazo y, dependiendo del nivel de elaboración y del compromiso emocional asociado, pasará a tratarse o no de memoria a largo plazo. Así pues, puede ser información que nos sirva en el momento pero, al cabo del tiempo, quede en el olvido.

Finalmente, la memoria a largo plazo está íntimamente relacionada con la emocionalidad. Una situación que despierte nuestras emociones de un modo revelador (en distintos grados) fortalece el recuerdo. Por ello, aún pasar el tiempo, es posible recuperar dicha información y conseguir que vuelva a estar a nuestro alcance.

Antes hablábamos de la motivación del alumno, pero, por lo que refiere al docente,

¿qué relación existe entre su motivación y las emociones en el aprendizaje?

El profesor es un promotor de emociones. Si él sonríe, posiblemente sus alumnos también lo hagan. Si él se apasiona con un discurso, probablemente sus alumnos se apasionen al escucharlo. Así mismo, si el profesor se aburre con sus contenidos, aquellos que le escuchen difícilmente mantendrán la atención y encontrarán una utilidad a los mismos.

La transmisión emocional del profesor es esencial dado que la emoción que contagia es el motor o el freno del aprendizaje. Cuanto más conecten sus alumnos con una emoción movilizadora, más garantías existen de convertir aquella información en información útil y, a largo plazo, en un recuerdo accesible y facilitador de nuevas construcciones de conocimiento.

¿Por qué debemos trabajarlas?

Trabajar las emociones significa ser consciente del impacto que generan en nosotros y comprender su función. Ello nos ayuda a entender la repercusión que tienen en nuestro modo de pensar, sentir y actuar, y nos permite tenerlas presentes cuando deseemos comunicar. Por este motivo, la eficiencia de nuestra comunicación irá acompañada de la capacidad que tengamos de despertar la emoción en el otro.

Mª Teresa Mata
Psicóloga Barcelona

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