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Educar con inteligencia emocional

Significa educar desde la coherencia entre pensamientos, sentimientos y acciones. La Inteligencia Emocional busca la sostenibilidad del propio sistema de creencias a partir de velar por su funcionalidad.

Ya que nuestro modo de construir el mundo está íntimamente relacionado con nuestro modo de gestionar los pensamientos y las emociones. Ser inteligentes en este sentido significa actuar de un modo eficiente, es decir, con el máximo de resultados y con el menor desgaste posible. Este es uno de los principios de la Inteligencia Emocional:

“Consigue tus objetivos pero no a cualquier precio: sé un buen gestor y aprovecha tu energía vital”.

Esta semana, el equipo del INSTITUT D’ASSISTENCIA PSICOLOGICA I PSIQUIATRICA MENSALUS, nos recuerda la importancia de educar con Inteligencia Emocional.

La Inteligencia Emocional

La Inteligencia Emocional es la parte de la inteligencia que fija especial atención en la gestión de pensamientos y emociones con el fin de garantizar la funcionalidad del individuo. Existen toda una serie de habilidades que hacen posible esta funcionalidad. Entre las principales destacan la capacidad de autoconocimiento emocional, autoexpresión emocional, autocontrol emocional, habilidades sociales y automotivación.

Educar inteligentemente emocionalmente. ¿Cómo conseguirlo?

Para educar de un modo inteligente emocionalmente es fundamental permitir que la emoción exista, escuchar los motivos de su existencia y respetar su razón de ser. Uno de los principios que proclama la Inteligencia Emocional es averiguar los motivos que hacen aparecer, crecer, cambiar, desaparecer, etc., una emoción. Toda esta información útil es la que otorga al individuo capacidad de control.

Así pues, educar acompañando la emoción, ofreciendo un espacio de expresión, averiguando su esencia, detectando los pensamientos asociados y conociendo la repercusión en la vida de la persona, es educar promoviendo la conexión con el propio mundo emocional y su enriquecimiento implícito. Con un mayor conocimiento, la gestión de pensamientos y emociones es más eficiente.

¿Qué necesitamos para comprender la “razón de ser” de una emoción?

Para identificar, comprender y expresar un sentimiento/emoción es necesario frenar (parar por momentos y pensar) y escuchar la función de dicho sentimiento.

“Charlar” con un sentimiento con el fin de obtener información productiva es algo así como sentarse en la mesa de un bar y hablar “de colega a colega” con la atención centrada en conocer “qué le sucede”, “qué nos quiere explicar”, “cuáles son sus necesidades”, etc. Cuando nos sentamos con un amigo, lo último en lo que pensamos es en el reproche, el juicio y la culpa. Si es así, ¿por qué lo hacemos con nosotros mismos? ¿Por qué no dedicamos el mismo tiempo a escucharnos?.

¿Cuál es el denominador común en el trabajo y desarrollo de la Inteligencia Emocional?

Cada uno de nosotros construye el mundo desde una visión única (unas gafas irrepetibles). El entrenamiento de la Inteligencia Emocional pone a prueba nuestro modo de ver y entender el mundo para evidenciar el grado de eficiencia y sostenibilidad de nuestras gafas, y lo hace partiendo de una idea: cada uno de nosotros es experto en su propia historia de vida.

La Inteligencia Emocional no busca trasladar un modo concreto de pensar, sentir y hacer como si se tratara de una receta mágica, todo lo contrario. Busca el modo de pensar, sentir y hacer más adaptado a nuestra realidad y a nuestro modo de entender dicha realidad.

¿Cómo son unas “gafas” educadas desde la Inteligencia Emocional?

Las gafas inteligentes emocionalmente son aquellas que nos facilitan.

  • Identificar los sentimientos propios y ajenos (ponerles nombre y apellidos)
  • Comprenderlos (¿cuál es su función?)
  • Expresarlos (darles voz)
  • Controlarlos (qué expreso, cómo lo expreso y cuándo lo expreso)
  • Utilizarlos de modo que nos conecten con los demás. Por ello, no únicamente hablamos de la identificación y comprensión emocional propia, también de la ajena.

Y nos recuerdan nuestros derechos y nuestra parte de responsabilidad, ayudándonos a:

  • Diferenciar la responsabilidad propia de la ajena (en toda comunicación existe una co-responsabilidad)
  • No tomar un exceso de responsabilidad
  • Poner límites
  • Escuchar nuestras necesidades
  • Promover pensamientos que conducen hacia objetivos sostenibles.

¿Cómo la trabajamos en Mensalus?

La Inteligencia Emocional se hace, no se nace. Por este motivo en el Institut Mensalus hemos creado multitud de ejercicios y dinámicas en las que entrenamos esta parte de la inteligencia de un modo individual y grupal.

Las sesiones/entrenamientos tienen como objetivo vivir la “experiencia emocional” de un modo práctico y trasladar los recursos adquiridos hasta el día a día de los usuarios con el fin de aumentar la eficiencia en la gestión de su sistema de pensamientos y emociones.

Para ello, un primer trabajo que realizamos es la detección de recursos del pasado («en X situación fui capaz de…»). Los recursos que en un momento aparecieron en nuestra vida siguen formando parte de nuestra biblioteca emocional, son parte de nuestra historia y de quienes somos. El hecho de ser conscientes de qué recursos poseemos, aumenta el conocimiento que tenemos sobre nosotros. La Inteligencia Emocional nos recuerda que es tan importante detectar la emoción como sentir que poseemos herramientas para gestionarla.

Psicóloga Barcelona

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