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Autoestima: El elemento clave para la toma de responsabilidad

La autoestima es ese sentimiento favorable o no que cada uno tiene sobre lo que sabe de él mismo, de su autoconocimiento. La autoestima tiene que ver con la evaluación afectiva que hacemos de nuestros comportamientos, sentimientos, de nuestra forma de actuar con nosotros mismos y con el entorno.

“El amor a uno mismo es el punto de partida del crecimiento de la persona que siente el valor de hacerse responsable de su propia existencia.”

Viktor Frankl

Esta semana, el equipo del INSTITUT D’ASSISTENCIA PSICOLOGICA I PSIQUIATRIA MENSALUS, nos hablan sobre el significado más profundo del concepto de autoestima.

La autoestima, un sentimiento favorable, o no

La autoestima es la base de nuestro crecimiento como personas. Sin ella difícilmente podremos tomar la responsabilidad de nuestros actos y sentirnos dueños de ellos, ingredientes fundamentales para sentirnos con derecho a decidir y desarrollar estrategias para llevar a cabo nuestra voluntad. Si no sentimos que decidimos, perdemos la sensación de control de nuestra vida.

Olga Castañer define la autoestima como el conjunto de sentimientos, pensamientos y conductas que hacen que nos consideremos dignos de ser valorados y queridos por nosotros mismos sin depender para ello de la valoración y el cariño de los demás.

Para que exista una sana autoestima debe existir una coherencia entre aquello que pensamos, sentimos y hacemos desde el respeto a nuestra persona y generando un ambiente respetuoso. Esto significa velar por nuestras necesidades y sentir que nuestro papel importa.

Autoestima y autoconcepto

Si la información que tenemos de nosotros mismos es rica, influirá positivamente en la valoración que tengamos de nuestra persona y, con ello, el autoconcepto que creemos será funcional, hecho que nos permitirá construir y encontrar un sentido a aquello que hacemos y con quién nos desenvolvemos.

Así pues, la autoestima es la base sobre la que se soporta nuestro autoconcepto. Esta afirmación nos ofrece estabilidad. La autoestima ya no parece algo frágil que, a la primera de cambio, se transforma. Por este motivo el autoconcepto debe ser fuerte, de lo contrario, dudaremos constantemente de quiénes somos. Así pues, los demás ejercen una influencia sobre nuestro autoconcepto (cómo me ven los demás, paralelamente, me ofrece información de quién soy) pero soy yo quién filtra dicha información y construye una idea de mí mismo. Esto es lo que nos preserva: nuestro propio filtro.

El autoconcepto se construye, en parte, a través del feedback que nos ofrecen los demás, pero somos nosotros quienes gestionamos dicho feedback. Utilizar esta información de forma constructiva nos ayuda a entender qué responsabilidad tenemos en cada situación y cuáles son nuestras necesidades. Actuar respetando estos dos elementos preserva nuestro amor propio.

Tener una autoestima sana

Tal y como estamos viendo, tener una sana autoestima permite tomar la parte de responsabilidad que nos corresponde en cada momento.

Así mismo, tener una sana autoestima significa:

  • Estar satisfecho con las propias necesidades y velar por ellas.
  • Reconocerse, aceptarse, quererse.
  • Tener una percepción clara de la realidad.
  • Mostrar un comportamiento auténtico, una coherencia entre pensamiento, sentimiento y acción.
  • Ser resolutivo.
  • Tener relaciones sanas, interdependientes.
  • Gozar de un pensamiento flexible.
  • Amar y sentirse amado.
  • Ponerse en el lugar del otro.
  • Reconocer los propios derechos.
  • Poner límites.
  • Sentir que, en el recuento final, gano más que pierdo.

El trabajo de la autoestima

Desde el Institut Mensalus entrenamos y promovemos distintos elementos que potencian el amor propio, del mismo modo que detectamos y trabajamos aquellos otros que obstaculizan su libre crecimiento.

En relación al trabajo del pensamiento flexible, un ejemplo es la reconstrucción de pensamientos que nos alejan de la realidad. En este sentido, la detección de distorsiones cognitivas juega un papel importante.

La personalización (sentir que los comentarios del otro son un ataque hacia nuestra persona), la generalización (transformar aquello que está sucediendo en un siempre: “Siempre soy yo la que lo hace todo”), el pensamiento dicotómico (moverse entre los blancos y negros en lugar de considerar la escala de grises) o la lectura del pensamiento (creer saber lo que los demás están pensando: “Cree que soy estúpido”), son algunos ejemplos de distorsiones cognitivas que, en un momento dado, alejan al individuo de la realidad y le impiden gozar de un pensamiento flexible y constructivo. Por supuesto, nuestra autoestima se verá o no afectada dependiendo de la cantidad de distorsiones cognitivas que convivan con nosotros y de la credibilidad que le demos a las mismas.

Dar la oportunidad a generar otras líneas de pensamiento que consideren lo sucedido como una realidad objetiva en la medida de lo posible evitará que aparezcan construcciones mentales que nos dejan en mal lugar, nos desconectan del contexto y, en definitiva, generan sufrimiento y malestar

Y tú, ¿tienes una sana autoestima?

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