La existencia de un dilema implicativo puede suponer que la persona no cambia porque existe algún tipo de “beneficio” por no hacerlo”.
La Psicología de Constructos personales (G. Kelly) nos dice que existen varias alternativas de construcción posibles para dar sentido al mundo. Así pues, basándonos en esta teoría, no existe una única verdad sino distintos puntos de vista y distintas formas de construirla.
A veces este modo de ver el mundo no es funcional, no ayuda a la persona a desarrollar los distintos ámbitos de su vida. Así mismo, en ocasiones, ciertas formas de ver el mundo impiden al individuo cambiar algo que no funciona.
En la siguiente entrevista, Rebeca Alonso, psicóloga colaboradora del INSTITUT D’ASSISTENCIA PSICOLOGICA I PSIQUIATRICA MENSALUS, nos habla sobre uno de los elementos que pueden impedir a la persona realizar un cambio: los dilemas implicativos.
¿Qué ocurre cuando la persona quiere cambiar pero dicho cambio no llega?
Bien, esto es algo que nos encontramos en nuestro ámbito asistencial. La persona quiere cambiar ciertos aspectos, los trabaja en terapia y, aún así, todo sigue igual. Esto puede suceder por muchos motivos; uno de ellos es la existencia de un dilema implicativo.
El resultado es un estado de impotencia y frustración por no poder dar aquellos pasos necesarios hacia la solución. Todo ello aumenta el sentimiento de inutilidad y afecta directamente a la autoestima.
¿Qué es un dilema implicativo?
Pueden existir muchos motivos por los cuales una persona no cambie algo que aparentemente desea. Uno de los que contemplamos en psicoterapia es la existencia de un dilema implicativo: la persona no cambia porque existe algún tipo de “beneficio” por no hacerlo.
Un síntoma, en ocasiones, se mantiene si ofrece algo a cambio. La persona desea terminar con ciertas conductas pero el cambio supone perder un elemento que ella considera positivo. En estos casos existe miedo a no saber cómo recuperar la estabilidad que le otorga el beneficio (Ej: “si dejo de estar deprimido perderé la atención que recibo de mis amigos y esto es algo que me hace sentir valorado”).
¿Podrías ofrecernos más ejemplos de dilemas implicativos?
Pueden aparecer dilemas implicativos cuando el individuo asocia un rasgo de personalidad que desea cambiar con un significado con el que no se siente cómodo. Por ejemplo, si un paciente quiere mejorar su capacidad por establecer relaciones sociales pero percibe a las personas sociales como engreídas o prepotentes (realiza mentalmente esta asociación de constructos), todos aquellos aspectos que él relacione como “tener habilidades” quizás evite desarrollarlos por temor a convertirse en alguien non grato.
¿Cómo se trabajan los dilemas implicativos en terapia?
Una vez detectado el dilema, centrarnos en él nos dirige hacia una redefinición del problema (otra perspectiva). La estrategia de intervención que adoptamos desde psicoterapia tiene como objetivo clarificar qué está impidiendo a la persona realizar un cambio, es decir, qué es lo que la mantiene en el polo sintomático.
El síntoma tiene sus ventajas a pesar que estas no resulten obvias para el paciente o para el terapeuta. Tal y como decíamos, el paciente se encuentra ante un dilema: cómo eliminar las consecuencias negativas de su elección sin renunciar a las positivas.
Técnicas como el “ABC de TSCHUDI” facilitan la comprensión del síntoma y del problema.
¿En qué consiste esta técnica?
En primer lugar, tomamos un constructo que resulta discrepante para el paciente. Como todos los constructos, éste se compone de dos polos. Imaginemos el caso de un chico tímido que desea mejorar sus habilidades sociales en el trabajo (su objetivo es ser responsable de un equipo). El chico intenta entrenar sus habilidades sociales para mejorar. De hecho, no tenerlas le comporta otro tipo de dificultades en distintos ámbitos. Pasan las semanas y, aún intentar cambiar, todo sigue igual.
En este caso, tenemos el polo actual (tímido) y el polo deseado (sociable), e intentamos clarificar porqué los cambios no llegan. Dicho esto, buscamos qué desventajas aporta el polo actual (Ej: dificultad para hacer amigos) y qué ventajas aporta el polo deseado (Ej: facilidad por conocer gente). Para entender qué le impide a la persona cambiar buscamos justamente lo contrario: qué ventajas tiene el polo actual (Ej: ser auténtico, sincero y aceptado) y qué desventajas tiene el polo deseado (Ej: ser artificial, falso y posiblemente rechazado).
A continuación mostramos un resumen de los significados obtenidos a partir de analizar el constructo discrepante:
El constructo discrepante: tímido/sociable.
Tímido
Desventaja: dificultad para hacer amigos.
Ventaja-ser auténtico, sincero y aceptado.
Sociable
Desventaja: ser artificial, falso y poder sentirse rechazado.
Ventaja: facilidad por conocer gente.
¿Qué ofrece al paciente obtener toda esta información?
En este caso, si la persona inconscientemente relaciona el hecho de ser sociable con alguien artificial, falso y que puede ser rechazado, difícilmente despertará los mecanismos necesarios para mejorar sus habilidades sociales.
Toda esta información acerca a la persona a las razones más nucleares que están manteniendo el síntoma y/o problema, y da una explicación a su sufrimiento. Cuando alguien lleva tiempo luchando por un cambio que nunca llega resulta muy tranquilizador comprender qué aspectos le estaban dificultando su vida.
El último paso consiste en discutir sobre todas estas razones y trasladarlas a la vida real del paciente: “todas las personas que conoces sociables, ¿son artificiales y falsas?” o“¿Puedes darme un ejemplo de alguien concreto que no lo sea?”. Este es un modo de romper con aquellos pensamientos rígidos que limitan el cambio.
Dicho esto, desde esta posición de acción animamos al paciente a buscar soluciones que partan de la generación de pensamientos alternativos constructivos con el objetivo de abrir nuevos caminos hasta el momento desconocidos.
Muchas gracias Rebeca.
Entrevista realizada por Mª Teresa Mata