¿QUÉ ES LA FALTA DE DESEO SEXUAL?
La falta de deseo sexual radica en la ausencia constante y duradera de fantasías eróticas y motivación para mantener relaciones sexuales, lo que ocasiona un descenso significativo de la frecuencia de la actividad sexual o su desaparición.
Los aspectos que pueden influir en el deseo sexual hipoactivo en ambos sexos pueden ser de carácter orgánico y/o psicológico.
Entre los primeros encontraríamos la edad, las alteraciones hormonales y enfermedades crónicas tales como la diabetes y la insuficiencia cardíaca o renal, entre otras. Los factores psicológicos que influyen en la falta de deseo son la ansiedad, las alteraciones del estado de ánimo, los trastornos alimentarios y los conflictos de pareja.
La falta de deseo afecta a la autoestima e interfiere en la relación de pareja, ocasionando conflictos que contribuyen a agravar la ausencia de deseo de la persona afectada.
Cómo podemos identificar la falta de deseo sexual
Podemos considerar como señales de alerta los siguientes aspectos:
- Inexistencia de pensamientos sexuales o fantasías eróticas, espontáneos o provocados.
- Falta de motivación para iniciar un contacto sexual o, cuando se inicia, afrontado con desgana.
- Sentimientos intensos de disgusto, temor o aversión ante actividades de tipo sexual.
- Desagrado ante determinados estímulos o prácticas sexuales o a cualquier aspecto relacionado con el sexo.
- Evitación de situaciones de intimidad con la pareja o de contacto sexual.
- Malestar significativo o deterioro de la relación de pareja atribuible a la disfunción sexual.
- Sentimientos de intranquilidad ante la posibilidad de mantener relaciones sexuales y alivio al finalizar las mismas.
- Cambios en la imagen corporal propia o de la pareja relacionados con el proceso.
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¿CÓMO TRABAJAMOS?
En primer lugar, se lleva a cabo una evaluación psicológica del caso mediante distintos instrumentos (entrevistas, tests y cuestionaros estandarizados, observación clínica, etc.) para poder establecer los objetivos personalizados que se pretenden alcanzar con la intervención.
Antes de iniciar el tratamiento es necesaria una exhaustiva evaluación clínica para determinar con precisión las características de la disfunción sexual, atendiendo a las variables que intervienen y distinguiéndolo de posibles trastornos asociados.
Una vez realizado el diagnóstico de deseo sexual hipoactivo, el tratamiento combina técnicas conductuales de experimentación sensorial y descubrimiento de mapas eróticos, con técnicas cognitivas, como el registro de pensamientos antes, durante y después de la relación sexual. También, se pueden emplear cuestionarios específicos y recursos para facilitar la comunicación o trabajar las fantasías eróticas, expresión de sentimientos y resolución de problemas.
La realización de tareas en casa es de gran utilidad para consolidar habilidades y dan al paciente la satisfacción de los objetivos logrados.
El tratamiento en pareja pretende que ambos miembros puedan adquirir pautas que permitan generar nuevos recursos para promover una adecuada interacción sexual y faciliten la resolución de conflictos en este campo de la pareja, para que se pueda llegar a puntos de acuerdo en relación a la satisfacción de las necesidades emocionales y sexuales de cada uno de sus miembros en cada momento de manera consensuada.
En algunos casos es conveniente complementar el tratamiento psicológico con un tratamiento farmacológico. El equipo de psiquiatras del centro trabaja coordinadamente con el equipo de psicólogos para poder hacer una valoración diagnóstica conjunta y alcanzar los objetivos terapéuticos definidos.
Los objetivos del tratamiento van destinados a recuperar las fantasías eróticas, a aumentar la disposición para aceptar la actividad sexual y a la obtención de relaciones sexuales satisfactorias para ambos miembros de la pareja. Considerando los mitos o creencias erróneas en torno a la sexualidad y reestructurando los pensamientos acerca de la eficacia sexual, se propicia una mejor respuesta y satisfacción sexual, incidiendo en el deseo para acceder a posteriores relaciones.
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Preguntas Frecuentes sobre Falta de Deseo Sexual
¿Cómo saber si tengo falta de deseo sexual?
La falta de deseo sexual se caracteriza por una disminución significativa o ausencia de interés o motivación para tener relaciones sexuales. Algunos signos de falta de deseo sexual pueden incluir la falta de fantasías eróticas, la falta de iniciativa para buscar encuentros sexuales, la evitación de situaciones sexuales y la falta de satisfacción o interés en las actividades sexuales. Si experimentas una disminución persistente del deseo sexual que te causa preocupación o afecta negativamente tu vida íntima, es recomendable buscar orientación de un profesional de la salud para una evaluación y apoyo adecuados.
¿Por qué no tengo apetito sexual con mi pareja?
La falta de apetito sexual hacia la pareja puede tener múltiples causas. Algunos factores comunes incluyen el estrés, la fatiga, los cambios hormonales, los problemas de salud, la falta de comunicación o conexión emocional, la rutina en la relación, los conflictos no resueltos o la falta de atracción física. También pueden influir los factores psicológicos, como la ansiedad, la depresión o la baja autoestima. Es importante tener en cuenta que cada persona es única y que las razones detrás de la falta de apetito sexual pueden variar. Si estás experimentando esta situación, es recomendable hablar abiertamente con tu pareja y considerar buscar asesoramiento profesional para explorar las causas subyacentes y encontrar estrategias para mejorar la intimidad y el deseo sexual en la relación.
¿Cuántas veces es normal tener relaciones sexuales con tu pareja?
La frecuencia de las relaciones sexuales varía ampliamente y no existe una cantidad “normal” establecida. La frecuencia sexual que es considerada satisfactoria es altamente individual y puede variar en diferentes etapas de la relación o en diferentes momentos de la vida de una pareja. Lo más importante es que ambas partes de la pareja se sientan cómodas y satisfechas con la frecuencia de sus encuentros sexuales. La comunicación abierta y el entendimiento mutuo son clave para establecer expectativas y encontrar un equilibrio que funcione para ambos. Lo más importante es la calidad y la satisfacción emocional y física que se experimenta en la intimidad, más que la cantidad de veces que se tienen relaciones sexuales.