En la siguiente entrevista, Mª Teresa Mata, psicóloga colaboradora del INSTITUT D’ASSISTENCIA PSICOLOGICA I PSIQUIATRICA MENSALUS, nos presenta tareas sencillas que tienen como objetivo aumentar las interacciones positivas dentro de la relación de pareja, así como frenar aquellas otras que intoxican e impiden su correcto funcionamiento.
“En la mayoría de las parejas que llegan a consulta se ha establecido un círculo vicioso de dinámicas ineficaces. Romper con este tipo de círculos que tanto desgastan la relación y que justamente restan energía para la aparición de interacciones positivas, es un punto básico”.
“Para aquellas parejas que discuten continuamente y, además, en sus conversaciones entran en escalada, resultan beneficiosos aquellos ejercicios que frenan la impulsividad del diálogo”.
“El bote de los deseos”, “Las zonas rojas” o “Dos aspectos positivos por crítica” son algunos ejercicios de Terapia Breve Estratégica dirigidos a mejorar la funcionalidad de la relación de pareja.
¿En qué se basa una terapia de pareja?
Son muchos los factores que juegan un papel importante en una terapia de pareja. De hecho, estos factores se multiplican si los comparamos con los de una terapia individual, ya que cada miembro comparte sus propios patrones de funcionamiento para constituir lo que llamamos “la vida de pareja”. Un entramado aún más complicado de interacciones y dinámicas interpersonales. Se trata de dos seres, dos formas de ver y construir el mundo.
Sean cuales sean los elementos que definen a los protagonistas y su relación, una terapia de pareja se basa en volver a hacer funcionar aquello que, por algún motivo, ha dejado de ser servible (como mínimo, para uno de los dos).
Dicho esto, la terapia de pareja busca el modo de adaptarse a la situación concreta de aquellas personas. Elige estrategias de intervención que ofrezcan los recursos necesarios para solucionar sus conflictos.
¿Qué tipo de trabajo terapéutico recupera la funcionalidad en la relación de pareja?
En primer lugar, aquella intervención terapéutica dirigida a hacer una radiografía del problema desde la visión de ambos cónyuges y mostrarla en sesión. El objetivo es que aumente el conocimiento sobre qué siente y cómo vive la realidad cada uno. La atmósfera de la vida de pareja puede parecer la misma pero cada uno la respira de un modo distinto.
Mark Beyebach en su libro “200 tareas en terapia breve” señala que “el éxito de una terapia de pareja depende en buena medida de que se recuperen los aspectos positivos de la relación”. Es cierto. Un desgaste en la relación de pareja disminuye notablemente aquellas interacciones positivas que alimentan el amor y la buena convivencia. Volver a introducir un “tú a tú” positivo por medio de ejercicios prácticos, ofrece a la pareja estímulos agradables que recuerdan la esencia de su relación.
Este autor así mismo añade: “En el nivel cognitivo, esto supone restablecer el aprecio por la otra persona y por la vida en común. A nivel emocional, recuperar las emociones positivas ligadas a la historia de la pareja. Y, a nivel conductual, reactivar actividades que refuercen y hagan avanzar la relación”.
Nos hablas de aumentar las interacciones positivas dentro de la vida en pareja. ¿Qué tipo de ejercicios las promueven?
“El bote de los deseos” es un gran ejercicio que promueve sin duda acciones positivas dentro de la pareja. Se propone a cada miembro que escriba diez deseos en diez papeles y los contenga en su propio bote. Los deseos tienen que ser alcanzables y fáciles de cumplir por la otra persona. La tarea consiste en que, cuando uno de los dos cónyuges quiera cumplir un deseo del otro, coja el bote, tome un papel y lo haga efectivo. Este puede parecer un ejercicio muy simple pero fijaros: cuando una pareja está mal, ¿cuánto tiempo invierte al día en pensar “qué tengo ganas de hacer por el otro”?.
El momento en que uno elije coger un papel es libre, tiene que ser un acto voluntario. Si se establece una dinámica entre ambos de tomar papeles, realizar los deseos y compartirlos, posiblemente aumenten las ganas por seguir acudiendo al bote de los deseos del compañero. Cada vez que desaparece un papel, el propietario lo reemplaza por uno nuevo, de tal modo que siempre existan deseos por cumplir.
Ejercicios como este promueven el intercambio positivo y añaden un elemento clave: PEDIR al otro. Muchas veces las parejas se quejan de “él nunca me hace”, “ella no me ayuda en”, pero cuando les preguntamos: “¿cuándo se lo has pedido?”, responden un: “nunca”.
Dicho esto, para recuperar la funcionalidad, ¿es suficiente con aumentar las interacciones positivas?
No. Un trabajo completo trata de aumentar las interacciones positivas pero, por supuesto, también de bloquear aquellas interacciones negativas que son nocivas para la relación de pareja.
En la mayoría de las parejas que llegan a consulta se ha establecido un círculo vicioso de dinámicas ineficaces. Romper con este tipo de círculos que tanto desgastan la relación es un punto básico. Ejercicios que de un modo externo frenen dichos círculos son un inicio de solución.
¿Podrías ofrecernos algún ejemplo de ejercicio?
Siguiendo con la intervención de Terapia Breve Estratégica, un ejercicio básico es que la persona piense en dos aspectos positivos antes de realizar una crítica (constructiva).
No estamos acostumbrados a recibir bien las críticas. Además, aunque la crítica sea constructiva, habitualmente señalamos únicamente aquello con lo que estamos disconforme o a disgusto, en lugar de acompañarlo con algo que sí especialmente nos agrade.
Con esto no tratamos de disfrazar la realidad sino de mostrar la totalidad de la realidad. Así pues, preceder la crítica con uno o dos aspectos que valoremos positivamente, facilita que el otro nos escuche con más atención e informa de mucho más que la propia crítica.
Por ejemplo, el marido hace la compra y llega a casa. Ha pasado toda la tarde fuera y ha comprado muchas cosas (más que de costumbre), pero no ha contemplado la necesidad de comprar verdura:
– Una crítica podría ser: “No has comprado verdura, así no podemos hacer un menú equilibrado.”.
– Otra opción que contemple la misma crítica pero tenga en cuenta toda la realidad: “Ha sido una buena idea comprar más cantidad que otras veces, de este modo no tendremos que ir al supermercado si estamos ocupados durante la semana. Aún así, nos faltarán verduras si queremos hacer menús equilibrados”.
Quizás una crítica como “No has comprado verdura, así no podemos hacer un menú equilibrado” parece inofensiva, pero esta crítica contextualizada en una atmósfera de tensión puede convertirse en una bomba de relojería que despierte una tremenda discusión.
Para aquellos casos en que las discusiones están repletas de reproches ¿qué tipo de tarea puede servir?
Para aquellas parejas que discuten mucho y, además, en sus conversaciones entran en escalada y terminan hablando de temas ajenos a la discusión (los famosos “y tú me hiciste”, “y tú dijiste”), resultan beneficiosos aquellos ejercicios que frenan la impulsividad del diálogo cambiando de contexto y rompiendo con los espacios de la casa en los que habitualmente se discute (por ejemplo, la cocina).
Así pues, se propone a la pareja que elija zonas de la casa en las que nunca se les ocurriría discutir (por ejemplo, en la ducha) y lo marquen como una “zona roja”. El ejercicio consiste en que, cada vez que se inicie una discusión, quien se percate primero, recuerde que deben trasladarse a la “zona roja” y seguir allí la discusión.
Algo tan extraño como seguir la discusión en una ducha, en primer lugar, provoca que ambos sean conscientes del hecho de discutir acaloradamente y la voluntad por cambiar el rumbo de la conversación. En segundo lugar, frena la discusión, la enfría, evitando así que la impulsividad monopolice la comunicación. En tercer lugar, promueve la búsqueda de soluciones al recordar que están realizando el cambio de ubicación porque quieren desacelerar la discusión y llegar a un entendimiento.
Muchas gracias Mª Teresa.