“La terapia breve actúa sobre el mecanismo de soluciones intentadas por parte del paciente”.
“Las técnicas de intervención en terapia breve se centran en el problema inmediato, en la queja del paciente”.
“El terapeuta busca una conducta distinta para generar una emoción distinta y conseguir así otra percepción de la realidad. La terapia breve abre una pequeña “brecha” para promover dichos cambios”.
En la siguiente entrevista, Albert Soldevilla, psicólogo colaborador del INSTITUT D’ASSISTENCIA PSICOLOGICA I PSIQUIATRICA MENSALUS, nos habla sobre el uso de las técnicas de terapia breve en el tratamiento de la depresión.
¿Qué entendemos por “mecanismo de soluciones intentadas”?
Con ello nos referimos a todos aquellos intentos de solución no exitosos por parte del paciente y sus seres queridos para poner fin al malestar de la persona. Cuando las soluciones intentadas no han dado resultado y el problema persiste, aumenta la frustración y se retroalimenta la sintomatología que protagoniza dicho estado.
¿Cómo actúa el terapeuta ante esta situación?
El terapeuta evalúa las soluciones intentadas a nivel individual y de relación con los distintos contextos del paciente (familia, trabajo, amigos, etc.). Cualquier síntoma termina teniendo un reflejo en los otros que, de algún modo, vuelve hacia el propio paciente.
Una vez se han valorado estos intentos no exitosos, se plantea una intervención encaminada a cambiar pequeñas conductas que promuevan nuevas emociones y conseguir así romper con el círculo vicioso de la depresión: “cuanto peor me siento, menos actúo y más me ayudan, por lo que menos capaz me siento”.
¿Cómo actúa la depresión?
En términos generales, la depresión ayuda a la persona en el proceso de adaptación a una nueva etapa de la vida en la que ha existido un cambio doloroso (por ejemplo, la muerte de un ser querido o una ruptura sentimental). El tiempo de asumir una pérdida ayuda al individuo a adaptarse a una nueva situación.
El problema aparece cuando este estado anímico depresivo se mantiene en el tiempo. El entorno, habitualmente, reacciona ofreciendo una ayuda. En ocasiones esta ayuda puede ser claramente beneficiosa y facilitar el paso hacia una nueva etapa. En otras, la persona puede “acomodarse” a este apoyo, y resultarle más difícil salir de este estado de “protección” por miedo a enfrentarse nuevamente al mundo. Cuanto más tiempo pasa protegida y sin actuar, menos capaz se siente para ello. En este caso estamos hablando de la depresión no adaptativa.
A modo de esquema podríamos entenderlo como:
Depresión → los otros me ayudan → siento que no puedo sin la ayuda → dependo de la ayuda de los demás.
Por ello es importante entender qué función tiene la depresión para la persona y su entorno y comprender dicho patrón para facilitar que aparezca una mejoría. A partir de esta reflexión basaremos nuestra intervención en terapia.
¿Qué objetivo tienen las técnicas de terapia breve?
Las técnicas de intervención en terapia breve se centran en el problema inmediato, en la queja del paciente. El objetivo irá dirigido a ayudar al paciente a introducir opciones diferentes a aquel abanico de soluciones intentadas a partir de promover nuevas vías de reflexión y visión. Con preguntas sencillas y directas el terapeuta invita a reflexionar sobre los caminos que hasta el momento ha elegido el paciente y facilita un momento de insight (“darse cuenta de”) con el objetivo de crear algún cambio en la vida diaria de aquella persona que le conduzca hacia la mejoría.
¿Cómo es este tipo de trabajo?
Tal y como comentábamos, se realizan preguntas a la persona para promover un momento de insight y conseguir así que llegue a sus propias conclusiones. Algunas de estas preguntas son cuestiones muy sencillas que evidencian un malestar o una necesidad. Por ejemplo: “el hecho de estar en casa y no salir, ¿crees que te ayuda a estar mejor o sentirte peor?”. La respuesta es clara y con ello el terapeuta invita a la reflexión desde la propia confrontación con la realidad.
Paralelamente, intervenciones que hagan evidente que el sistema de soluciones intentadas no ha sido de ayuda, refuerzan este tipo de trabajo. Siguiendo con el ejemplo de una persona que se refugia en casa en busca de una tranquilidad que le permita estar mejor (aunque hasta el momento no haya conseguido mejorar su estado anímico), un tipo de reflexión podría ser: “Por tanto ¿podríamos decir que cuanto menos sales peor te sientes? Si es así, simplemente reflexiona sobre esto la próxima vez que te quedes en casa por estar triste”.
El paciente, con su solución intentada quizás ha conseguido estar más “tranquilo”, pero no ha logrado mejorar su estado depresivo.
¿Qué otro tipo técnicas realiza la terapia breve?
Por ejemplo, trabajar con las excepciones. Haciendo referencia a nuestro ejemplo, preguntaríamos: “¿con qué persona, aún estar bajo anímicamente, te daría menos pereza tomar un café?”. Nuevamente, aquí mostramos como el promover una conducta distinta puede generar una emoción nueva (si el paciente quedara con esa persona, posiblemente disfrutaría del hecho de estar acompañado).
Otra técnica interesante es la del “como si…”. Pedimos al paciente que, en un momento determinado, actúe de un modo distinto a como lo ha hecho hasta el momento: “¿qué harías si no estuvieras deprimido?” y por ejemplo nos responderá: “sonreír, quedar con un amigo, ir a comprar ropa, practicar deporte, etc.”. A partir de alguna de sus respuestas, programamos momentos específicos para actuar del modo acordado (“como si la depresión no existiera”) durante una semana. Siempre buscamos objetivos sencillos y actividades fáciles.
Como complemento a la técnica citada, también permitimos al paciente “estar todo lo deprimido que quiera” el resto del día y conseguir así que sea consciente de su estado deprimido y elija activamente realizar un cambio de conducta.
Para concluir esta muestra de técnicas, cuando la depresión se basa sobre una sola idea a la que la persona da vueltas continuas con un exceso de dramatismo y victimismo, y el entorno no hace más que intentar animarle improductivamente, se puede acordar con la familia un momento del día donde la persona hable del problema largo y tendido durante 15 minutos. La condición es que nadie más puede hablar, únicamente el paciente. Pasados esos 15 minutos también está prohibido hablar del tema.
La persona no recibe ningún tipo de feedback y solo hace que escuchar su propio discurso cada día, hecho que suele provocar mayor consciencia de lo exagerado de sus pensamientos y cierto cansancio (este tipo de técnica la aplicamos cuando observamos que todos los intentos por parte de los demás no han servido). El propio silencio promueve una reflexión que ayuda al individuo a buscar nuevas vías de solución.
Muchas gracias Albert.
Entrevista realizada por Mª Teresa Mata.