“La convivencia despierta una necesidad: “quiero gustar al otro y que el otro me acepte”. El miedo a no ser aceptados va a ser un elemento fundamental en el desarrollo de la autonomía personal”.
“El conocimiento de nuestro mundo emocional facilitará el detectar cuáles son nuestras necesidades, y, desde ese punto, podremos relacionarnos de un modo saludable y constructivo atendiendo a necesidades de los demás sin perder las nuestras de vista”.
Esta semana, Yolanda Segovia, psicóloga colaboradora del INSTITUT D’ASSISTENCIA PSICOLOGICA I PSIQUIATRICA MENSALUS, nos habla sobre la importancia de encontrar un equilibrio entre las necesidades individuales y las de los demás, con el fin de ser autónomos y fomentar nuestra capacidad de autodeterminación.
En Psicología, ¿qué entendemos por capacidad de autodeterminación?
El término “autodeterminación” aplicado al campo de la Psicología responde a un concepto personal que pone de manifiesto cuestiones de causalidad y control personal en la conducta y la acción humana.
Así pues, la autodeterminación implica actuar y decidir en base a unos objetivos personales de los que cada individuo se hace responsable. La capacidad de autodeterminación ofrece autonomía al ser humano: le otorga poder de actuación para responder ante cualquier tipo de adversidad y poder de decisión para elegir el camino a seguir. Fomentar esta capacidad facilita el sentirse libre y válido.
¿Qué elementos entran en juego en esta capacidad de autonomía y autodeterminación?
La capacidad de autonomía y de autodeterminación va ligada a la capacidad de superación personal.
La superación personal lleva implícito el desarrollo de las propias necesidades. Entrar en contacto con nuestras necesidades personales, aprender a reconocerlas y, al mismo tiempo, autosatisfacerlas, es un elemento esencial que ayuda a preservar las capacidades protagonistas de esta entrevista. El hecho de poder decidir “necesito o no necesito” pone claramente en práctica la autonomía y la autodeterminación del individuo, y nos acerca a aquellos objetivos de vida (obtener un trabajo, mejorar en nuestras funciones, controlar un hábito no saludable, mejorar una habilidad, etc.) que ponen de manifiesto nuestra capacidad de superación personal.
Por otro lado, los deseos no se pueden satisfacer totalmente. Esta incapacidad se compensa con el hecho de ser selectivos e identificar cómo nos sentimos al respecto para poder así actuar: “¿Qué me gusta?”, “¿Qué siento?, “¿Qué deseo?”, etc.
¿Qué otros elementos ocupan un papel importante en la capacidad de autonomía y autodeterminación personal?
Elementos como las normas y la convivencia juegan un papel fundamental.
El “se tiene o no se tiene que hacer” ayuda al individuo a adoptar una posición ante el mundo desde el respeto. Esta conciencia de bien y mal ayuda a entender unas normas que facilitan la convivencia.
Por otro lado, la convivencia despierta una necesidad: “quiero gustar al otro y que el otro me acepte”. El miedo a no ser aceptados va a ser un elemento fundamental en el desarrollo de la autonomía personal.
¿Qué papel juega este miedo?
El miedo a no ser aceptado socialmente es un sentimiento que entra claramente en juego en la capacidad de autonomía. Existe una necesidad de complacer en el ser humano que condiciona su capacidad de decisión. El prestar atención al otro y el buscar agradar para vincularse, determinan una dependencia emocional que deberemos tener en cuenta.
Para que exista una funcionalidad en la vida del individuo es necesario que haya un equilibrio entre sus necesidades y las necesidades de los demás. Con ello también estamos hablando de compatibilizar las necesidades personales y las normas sociales (sean del contexto que sean: trabajo, familia, vecinos, etc.).
Por otro lado, el miedo a los demás y al juicio ajeno será un elemento clave para garantizar dicha funcionalidad. La dependencia emocional, tal y como hemos dicho, forma parte del ser humano (la persona es un ser social que busca el placer en la relación con el otro, espera mostrar una buena imagen y que los demás la reciban), pero, este querer agradar deberá ser compatible con las necesidades personales. De lo contrario, aquel individuo únicamente actuará para complacer a todo el mundo excepto a su propia persona; en ese momento, dejará de ser libre y autónomo.
¿Qué puede ayudar a la persona a preservar este equilibrio entre las necesidades propias y ajenas?
Legitimar los propios sentimientos y no decidir en función de los “debería” ayuda a la persona a actuar de un modo libre y funcional.
Para que sea posible el legitimar las propias emociones es necesario, tal y como introducíamos anteriormente, aprender a detectarlas, entrar en contacto con ellas y atender a aquello que nos piden. Este es un trabajo que realizamos desde el ámbito de la psicoterapia con técnicas específicas.
El conocimiento de nuestro mundo emocional facilitará el detectar cuáles son nuestras necesidades, y, desde ese punto, podremos relacionarnos de un modo saludable y constructivo, atendiendo a necesidades de los demás sin perder las nuestras de vista.
Muchas gracias Yolanda.
Entrevista realizada por Mª Teresa Mata.