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La importancia de la hipótesis diagnóstica en el proceso terapéutico

Hipótesis diagnósticaEn ocasiones, el psicólogo observa que algo no va bien en terapia pero, ¿qué sucede exactamente? ¿Hay algo que se le escapa? ¿Está orientando el proceso terapéutico basándose en la correcta hipótesis diagnóstica? Estas y muchas otras preguntas son las que permiten reflexionar sobre el curso de la terapia, consultar con otros profesionales y buscar el camino acertado.

En la siguiente entrevista, El Dr. Pérez de los Cobos, psiquiatra colaborador del INSTITUT D’ASSISTENCIA PSICOLOGICA I PSIQUIATRICA MENSALUS, nos habla sobre la importancia de realizar una buena hipótesis diagnóstica y nos presenta el DSM-5 como una herramienta fundamental de trabajo para psicólogos y psiquiatras.

 

¿Cómo se realiza la hipótesis diagnóstica?

Formular una hipótesis diagnóstica no siempre es fácil.  Ésta se realiza a partir del discurso del paciente, las evidencias clínicas, los tests y los informantes externos.  El diagnóstico es un juicio que hace el profesional, no es aquello que dice o hace el paciente. La visión del psicólogo siempre tiene que ir más allá y no quedarse con la primera información o evidencia que recoge de la sesión.

Un ejemplo, detrás de un motivo de consulta que responde a “en el trabajo quieren hacerme la vida imposible” puede esconderse un trastorno delirante y, aquellos problemas interpersonales que manifiesta el paciente, pueden no tener su origen en un componente relacional sino en un componente interno.  Por supuesto, al tratarse de una distorsión de la realidad, el tratamiento es totalmente distinto, y la farmacología se convierte en un elemento de vital importancia.

 

¿Los tests ayudan a realizar la hipótesis diagnóstica?

Los tests son orientativos y presentan ciertas limitaciones.  Así mismo, exploran de forma general distintas áreas y recogen información sobre muchos temas (algo que siempre resulta útil).  Los tests no dejan de ser un “listado de quejas”, y aquello de lo que uno se queja puede ser verdad o no.  Por ello, el diagnóstico es un juicio de toda la realidad que el profesional observa, más allá únicamente de lo que relata el paciente, contesta en un test o sucede en terapia.

Por ejemplo, uno de los trastornos que en ocasiones puede crearnos confusión es el trastorno antisocial de la personalidad.  En muchos casos estamos ante un paciente que miente.  Por este motivo, un informante externo puede ayudar a comprender qué sucede en la vida real de esa persona.  Lo que el paciente explica como “he tenido una leve pelea con mi madre y me ha echado de casa” puede ser relatado por el hermano como “ha robado 500 euros para comprar sustancias y mi madre lo ha echado de casa”.

La duda ante el diagnóstico es altamente enriquecedora.  Preguntarse por qué aparecen ciertos síntomas, qué sucede en realidad, qué aspectos se nos pueden estar escapando, etc., despierta reflexiones que abren posibles ventanas.  Estas ventanas son las hipótesis diagnósticas, que, con un trabajo multidisciplinar, se abordan con la máxima eficacia.

 

Nos hablas de trabajo multidisciplinar, ¿cómo se comunican psicólogos y psiquiatras?

Cuando hablamos de comunicación hablamos de un mismo idioma.  En Psicología y Psiquiatría todos los profesionales debemos expresarnos con un mismo lenguaje.  De lo contrario, tal y como sucedía décadas atrás, resulta realmente difícil entendernos.

Recuerdo cuando, en el año 80, se publicó el manual del DSM-III.  Hasta el momento, los profesionales no teníamos un mismo idioma para hablar sobre diagnóstico.  Por ello, lo que una comunidad científica o escuela denominaba esquizofrenia, otra lo llamaba “X”.  Así pues, cada término podía responder a algo distinto y, cuando el conocimiento traspasaba fronteras, se encontraba con un grave problema.  La llegada del DSM-III rompió con este tipo de limitación.

 

Así pues, el DSM se convierte en la herramienta fundamental para que los profesionales puedan diagnosticar, investigar y poner en común información, ¿no es así?

El “Manual de Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales (DSM)” ha cambiado muy significativamente nuestra manera de trabajar en salud mental.

Actualmente, a todo el colectivo de profesionales nos llega un nuevo manual revisado, el DSM-5, un manual que se presenta como nuestro “nuevo idioma”.  Saber manejar esta herramienta abre aquellas posibles ventanas que comentábamos, aquella posible hipótesis diagnóstica que, sin conocerla, difícilmente exploraremos.

Conocer el DSM-5 permite a los profesionales realizar un informe que todos podrán entender, interpretar correctamente la información de un artículo científico, explicar qué le sucede al paciente y relatarlo desde un lenguaje unificado, etc.  Nos guste más o menos el manual, no hay duda de su esencial función y necesidad.

 

¿Por qué hablamos de trastornos y no de enfermedades?

En el caso de una enfermedad existen daños anatómicos orgánicos demostrados.  Por ejemplo, en la enfermedad de Alzheimer, existen daños orgánicos en el cerebro.  En el caso de un trastorno, por ejemplo la depresión, nadie ha demostrado que exista una anatomía patológica.

Así pues, un trastorno engloba problemas que se manifiestan conjuntamente y también tienden a evolucionar agrupadamente en el tiempo.  Dichas consideraciones ofrecen una hipótesis diagnóstica que orienta al profesional para determinar el mejor tratamiento.  Se ha demostrado que  algunas de estas agrupaciones de síntomas (por ejemplo la esquizofrenia)  responden positivamente a determinadas medicaciones (por ejemplo los antipsicóticos).  Si dicha sintomatología no estuviera clasificada y considerada en un trastorno, ¿cómo podríamos determinar el tratamiento farmacológico adecuado?

 

¿Qué tipo de trabajo puede ayudar a los psicólogos a familiarizarse con el DSM-5?

Nosotros creemos que el trabajo práctico es el mejor aliado.  En Mensalus lo hacemos a través de seminarios en los que, a partir de la exposición de un caso, analizamos las posibles hipótesis diagnósticas y aprendemos a movernos en este nuevo lenguaje que lleva por nombre DSM-5.  Discutir a modo de sesión clínica con la ayuda de la figura del psiquiatra acerca al psicólogo el uso de una herramienta fundamental que, tanto en el ámbito de la formación, la investigación o la clínica, necesitará para hacer una correcta praxis.

El conocimiento nos abre nuevas puertas.  Unificar dicho conocimiento nos proporciona un modo útil de ponerlo en juego.

 

Muchas gracias Dr. Pérez de los Cobos.

Entrevista realizada por Mª Teresa Mata

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